EnzoLlevo horas aquí encerrado. Desde la amenaza de Simon, en realidad nada ha pasado, a excepción de que me siento como un completo estúpido por haberme dejado atrapar. Mis opciones en este momento no son las mejores, o le digo lo que quiere; lo cual no haría nunca; o dejo que me mate y todo esto acabe.De cualquiera de las dos formas, mi manada y yo estamos jodidos.Aunque hay una tercera opción, una en la que espero a que la noche de superluna llegue y entonces puedo usar su poder para liberarme.Simon se aparece una vez más, su actitud de prepotencia y superioridad me desagradan.—¿Disfrutando tu estancia en el resort? —pregunta con tono sarcástico.Yo me limito a mirarlo a los ojos sin contestar nada. De pronto, detrás de él entran los dos cazadores a los que mi manada le salvó la vida aquella noche, los que estaban en el hospital.Todavía se ven mal de salud, pero al menos son capaces de caminar por su propio pie.—¿Es este el hombre lobo de esa noche? —les pregunta a los dos.
Ver a Enzo tan herido, lleno de sangre y con esos tubos de plata enterrados en su cuerpo me revuelve el estómago y me produce una angustia terrible. Lo único que quiero hacer en este momento es correr hacia él y quitarle todo eso, tomarlo entre mis brazos y decirle que todo estará bien.Mis ojos están tan fijos en él que no noto a Simon hasta que me habla. Hacía mucho tiempo que no me llamaba así, “buba”. Era un apodo tierno que me había puesto cuando en mi infancia yo lo llamaba así.Pensar que ese es el mismo anciano que me crio desde que era una bebé me parece inconcebible ahora.Una parte de mí quería creer que todo era mentira, que quizá había habido una confusión. Es que ¿cómo es posible que el hombre más fiel y recto al gremio de cazadores se haya aliado con un monstruo como Vincent? O Ryko o como como quiera que se llame este demente.Ryko me empuja hasta el centro del lugar. Hay al menos veinte cazadores detrás de Simon, entre los que distingo a Samuel y Mathew. Creí que segu
EnzoLas garras de Vincent, o, mejor dicho, Ryko, se clavan en mi nuca sin tener la oportunidad de que pueda evitarlo. De inmediato un dolor abrazador me recorre la espina dorsal, y siento que se me va a partir en dos en cualquier momento.Esto me recuerda de inmediato a lo que sucedió en el bosque aquella vez. Ahora no me queda dudas de que fue él quien lo hizo, de ese modo logró meterse en mi cabeza.Intento rechazarlo, expulsarlo de mi mente, pero no puedo. En este estado soy demasiado vulnerable a sus ataques.Sin querer, mi mente cede a la suya, cuando ya no soy capaz de poner más resistencia, de pronto siento que soy expulsado como si una fuerza gravitacional me empujara hacia abajo y caigo de cara contra el suelo.Me pongo de pie de un brinco, ya no es de noche y no estoy en el claro con Cyrene. El pasto es verde intenso e incluso hace un poco de calor.Me encuentro frente a lo que parece ser un pequeño asentamiento, varias personas entre hombres y mujeres vienen y van de un la
Enzo—No lo entiendo, esto tiene que ser falso —digo para mí mismo.—No lo es, son mis memorias, pude acceder a ellas luego de descubrir quién soy en realidad.—¿Cómo sé que no las estás manipulando para hacerme creer algo equivocado de mis padres?—Todavía no has visto todo —señala con un movimiento de su cabeza hacia el frente.Cuando me giro, la escena ha pasado a la oscura noche. En el bosque todo está en una aparente calma y un silencio espectral que hiela la sangre. Las luces de la cabaña se encuentran apagadas, pero de pronto una de ellas se enciende.La puerta se abre y Klayden sale del lugar con el pequeño bebé en brazos.Se cubre el cuerpo con una enorme capa color azul marino y envuelve al bebé, que ahora que ha descubierto que es capaz de llorar, no para de hacerlo como si con eso pudiese alertar a alguien de su terrible destino.El Beta camina a paso apresurado bajo el manto nocturno. Hay una enorme luna llena en el cielo que ilumina el sendero. Me sorprende descubrir el
EnzoPor un momento no tengo idea de dónde me encuentro. Todo se pone negro por un tiempo que parece más prolongado de lo normal, hasta que aparezco en una vieja cabaña de madera que parece a punto de caerse a pedazos.Un fuego chispeante en la chimenea es lo único que proporciona calor en el lugar, afuera la nieve blanca cae suavemente, compactándose sobre el suelo.Un muchacho de al menos quince años está sentado en una silla igual de destartalada, talla un trozo de madera de arce con la forma de un lobo, y es sorprendentemente buena.De pronto la puerta se abre, y el mismo sujeto que vi hace poco, Boris, entra en la cabaña cargando cuatro troncos gruesos de madera seca.Los arroja en el piso, y la cabaña se queja en respuesta.—¿Qué estás haciendo Ryko? ¡Déjate de holgazanear y prepara la cena! —exige.—Ya voy —contesta con fastidio. Deja a un lado el tallado y se dirige a la cocina.En la nevera no parece haber mucho más que pescado congelado y algunas cervezas.Boris camina con p
Ryko y Enzo tienen un par de minutos con los ojos en blanco y la mirada perdida. No tengo idea de lo que sucede, pero no parece nada bueno.Mientras tanto, lo primero que hago es tratar de escapar de ahí, pero me doy con la sorpresa de que el circulo con el polvillo plateado que Ryko regó en el suelo me lo impide.—¿Qué es esto? —me pregunto en voz alta.Empujo con todas mis fuerzas, pero es como si hubiera una pared invisible a mi alrededor que me impide escapar.Detrás de mí, Max y Jean yacen inconscientes, atados de pies y manos.—¡Enzo! —grito con desespero. Lo que sea que le esté haciendo, da la impresión de que estuviese sufriendo.De pronto Ryko saca las garras de su cuello y Enzo toma una enorme bocanada de aire como si antes no estuviese respirando. Se apoya con las manos en el suelo y abre los ojos con la respiración agitada.—¿Estás bien? —pregunto.Él asiente sin levantar la vista. Ryko se pasea a su alrededor esperando una respuesta.—Ahora lo sabes todo.—Eso sigue sin t
—¡Vayan tras ellos! —ordena Simon apuntando en la dirección en la que se fueron los lobos.—¡Maldita sea! No pueden hacer nada bien, no sé para qué me alié con inútiles como ustedes —reniega Ryko mirando con desprecio a Simon.Al viejo no le gustan muchas cosas, en especial la insolencia de personas menores a él. Camina con decisión y lo toma de la camisa, empujándolo hasta topar con una roca grande que está ahí.—Escúchame bien muchachito, me tienes harto de tu falta de respeto, de ahora en más, seré yo quien dé todas las ordenes aquí.Ryko se echa a reír, una carcajada tal que hace que los que están presentes en el campo, volteen a verlo con una ceja enarcada.—¿De verdad crees que eres tú el que da las órdenes aquí? —pregunta con sorna—. No eres más que mi marioneta.—¿Qué estás diciendo? Voy a tener que bajarte los humos de una vez por todas —levanta la mano para darle un golpe con el puño en la cara, pero Ryko lo detiene en el aire y le aprieta los dedos presionando la palma.Sim
Ryko toma mi mano como si estuviese invitándome a bailar. Me conduce hasta el centro del círculo, donde se supone que se debe derramar mi sangre para culminar el ritual. La gran luna llena está a poco de culminar su paso por el cielo, cuando amanezca, todo habrá acabado y el destino de los hermanos Volk se decidirá de una vez por todas.La manada me mira con impotencia, sé que quieren ayudarme, salvarme de esta locura, pero las órdenes de Enzo son claras: no pueden interferir.—Casi es una lástima tener que matar a alguien como tú, habrías sido una perfecta luna para mí —susurra Ryko a mi oído.Acaricia mi mejilla y yo hago un esfuerzo sobrehumano por no apartar la cara del desagrado.—Nunca hubiese sido tu luna —contesto sin poder contenerme.—No creas que no noté el sentimiento de atracción que tenías por mí, lo hubieses sido de haber sucedido las cosas de otra manera, pero ya no importa, ahora serás de utilidad para algo más.El campo donde nos encontramos está iluminado por las lí