Cuando abro los ojos, todo a mi alrededor se ve bastante diferente. Por un segundo no recuerdo qué pasó o dónde estoy, hasta que miro a mi lado. Vincent, el hombre que me ayudó en la carretera está sentado a un lado de mi cama de hospital.Me incorporo tomando asiento, me han puesto un vendaje en los brazos donde tengo grandes raspones y tengo un suero pegado a la mano.No recuerdo muy bien qué pasó después de que él me subiera a su auto. Creo que me quedé dormida y me trajo hasta aquí.Ahora que está dormido ahí frente a mí puedo apreciar mejor su rostro. Sin dudas es un hombre muy guapo, no parece ser mucho mayor que yo, pero no podría estar segura.Parece que nota mi presencia, porque se remueve en el asiento y levanta la cabeza.—¡Oh! Has despertado —dice con una sonrisa.—No tenía que quedarse aquí, lamento mucho haberle causado tantas molestias —respondo con la voz rasposa.—¿Cómo pretendes que te dejase abandonada aquí sin más? Para nada. Y no necesitas ser tan formal conmigo.
El camino hacia el lado del bosque donde dejé mi moto se me hace eternamente largo, y lo peor de todo es que, cuando consigo llegar al fin, no la encuentro en su sitio.El lugar está acordonado debido a que aun siguen con la búsqueda de la persona desaparecida. Por supuesto, sus esfuerzos son totalmente inútiles, nunca podrán encontrarlo, porque ya Enzo lo ha enterrado en el bosque.Me acerco a la policía para preguntar por el vehículo. Al verme enarcan una ceja con extrañeza. Sé que me veo mal, pero tampoco es para tanto ¿o sí?—Hola, había dejado mi moto aquí hace unos días, ¿la han visto? —pregunto con voz suave.Viéndome sin nada más de información que mi aspecto físico, nunca nadie sospecharía que soy una cazadora de lo paranormal. Soy bajita y delgada, todos dicen que tengo una carita de bebé. Eso me sirve como ventaja a la hora de atacar, porque nadie se espera que tenga la fuerza, o la astucia para hacerlo.—¿Tú eres la dueña de esa moto? —cuestiona el policía masculino. Guard
Hailey y tres cazadores más se acercan a la distancia, guiados por el cuervo que los trajo hasta mí.En el gremio solemos usar animales entrenados para detectar y buscar a los hombres lobo en la noche. Pasan mucho más desapercibidos que un dron o cualquier equipo tecnológico, y además lo llevamos haciendo durante generaciones.Hailey corre hacia mí y me abraza con fuerza.—¡¿Qué te pasó?! —Es lo primero que pregunta.Giro los ojos y volteo hacia otro lado, no quisiera tener que contestar esa pregunta.—Es algo largo de contar, ¿has traído todo lo que te pedí?—Sí, ropa, un celular y más cazadores.Oliver, Sam y Steve me saludan con la mano a la distancia. Los conozco desde hace un tiempo, pero nunca hemos sido tan cercanos. Sus métodos para cazar y los míos son demasiado diferentes como para llevarnos bien, así que solo nos toleramos.Tomo las cosas que me trajo y la jalo del brazo para alejarnos de esos tres un momento.—¿Por qué viniste con ellos? Pudiste haber traído a Ben o a Kevi
Volver con el rabo entre las piernas me hace hervir de la ira. Es inconcebible que ese estúpido de Enzo me haya hecho esto. ¡Él debía quedarse ahí!«Claro, y dejarse atrapar y matar por ti, ¡cómo no!», responde al fondo de mi cabeza una voz en tono sarcástico.No puedo soportar las burlas del idiota de Sam a mis espaldas, pero me contengo de hacerle algo porque sé que llevo las de perder.Cuando llegamos de nuevo al hotel, me encierro en la habitación con un azote de la puerta. No quiero escucharlos más, ni tampoco lo que tiene que decir Hailey al respecto. Alisto mis cosas y me preparo para salir a buscarlo. Él me está siguiendo, así que no debería ser demasiado difícil.—Cyrene, ¿qué estás haciendo? —cuestiona.—Necesito salir de aquí.—No tienes que irte, era de esperar que no estuviesen ahí, pero con lo que vimos es suficiente como para que el gremio nos dé autorización para quedarnos.—Seguramente la manada ya está a kilómetros de aquí, quedarse sería una pérdida de tiempo —espe
EnzoDesde que conocí a Cyrene Dagger hubo algo que despertó dentro de mí. Algo que creí que estaba muerto, o que nunca conseguiría. Al principio no estaba seguro de lo que era. Es que, ¿cómo es posible que una simple humana me hiciese sentir una conexión innegable? Como si la conociera de toda la vida.Ese día en el bar, me costó mucho trabajo separarme de ella, no sabía lo que me pasaba en ese momento, pero Connor me sacó de ahí por una urgencia, una que terminó pagando muy caro.Sin embargo, cuando la volví a ver en la noche, la atracción casi gravitacional que se metió en cada fibra de mi cuerpo, calando hasta los huesos, la necesidad de protegerla de todo; incluso de mí mismo y las ganas de poseerla de todas las formas posibles, me dejó descolocado por un buen rato.No soy capaz de decirle a mi manada, la moonvalley, que ella es mi luna.Ni siquiera yo mismo quiero aceptarlo. No solo porque es una humana, sino porque, además, es una cazadora de hombres lobo.El destino no podría
EnzoEl camino de vuelta a la manada es bastante silencioso. Supongo que Alarick está meditando la revelación que le acabo de decir. No es que me importe particularmente lo que piense, sin embargo, sé muy bien que esto lo cambia todo.Si me niego tanto como ella a aceptar el vínculo, muy pronto estaré tan débil como para que mi propio Beta intente tomar mi lugar.Un gruñido gutural quiere escapar de lo profundo de mi garganta, me siento ansioso y desesperado ante esta situación, de la cual no tengo ni la más mínima idea de cómo responder.Un kilómetro antes de que me acerque a la casa ya soy capaz de percibirlos a todos. A cada uno de ellos.Mis Beta; Adolph, Raff, Elijah, Xander, William y Sasha; los más poderosos después de Alarick en ese orden. Sé que cada uno de ellos me es fiel hasta el final. En especial Adolph, quien es mi tío, el hermano de mi padre.Y luego olfateo a los omega, los nuevos integrantes de la manada, inestables y un poco salvajes, pero también juguetones y ávido
Un toque incesante en la puerta me hace despertar de mi letargo con un fuerte dolor de cabeza. La luz del día entra por la ventana y me hace arrugar los ojos. Tengo una enorme resaca de la noche anterior y no puedo recordar nada.Vuelven a tocar con insistencia, entonces veo a Hailey levantarse e ir a abrir la puerta.—¿Es que no piensan levantarse? ¡Vamos ya! —grita Sam.—Cállate un poco, ¿sí? —digo con un quejido mientras intento sentarme en la cama. Tengo el cabello enmarañado.Recién siento el peso de todo el cansancio que he tenido en estos días.—Contigo precisamente quería hablar —responde en el mismo tono, ignorando mi pedido. Se abre paso dentro de la habitación de hotel, empujando a mi amiga en el proceso.—¡Ey! ¿Qué te pasa?—¿Acaso no la viste anoche cuando llegó? —cuestiona.—No, ya estaba dormida.Me gustaría saber qué se supone que va a reclamarme, pero la verdad es que no me acuerdo qué hice anoche después de entrar al bar.—¿De qué estás hablando ahora, Sam? —interrog
—Si confiesan quién de ustedes mató a Connor, prometo ser piadoso —habla Enzo, con aquella voz grave y profunda que hace vibrar todos mis sentidos. Los lobos de la manada contraria frente a él dan un paso hacia atrás. Sin querer; o quizá a propósito, él los está empujando hacia las trampas que plantamos. Me pregunto si será una mera casualidad o si él lo ha sabido todo este tiempo… El hombre que habló primero suelta una carcajada. —No sabemos quién es Connor ni de lo que estás hablando, nuestro motivo para estar aquí es otro. —¿Cuál es? —Escuchamos de buena fuente que tu manada representa un peligro para nuestra especie. Como sabes, ya no somos demasiados, y si hay manadas limitándose a aceptar solo licántropos por nacimiento, y evitando convertir a otros, eventualmente nos extinguiremos. Enarco una ceja sin comprender de lo que están hablando. No es una novedad para mí esa información. Solo puedes ser hombre lobo de dos maneras: por nacimiento o por mordida. Los que nacen con