“Tranquila Cynthia, no estás loca. Soy Alba, tu loba.”
—¿Mi loba? Yo no sabía que pudiese tener una loba.
“Eso es porque hay muchas cosas que no conoces de ti misma. Sólo te pido que seas fuerte, de momento, si tú sufres, yo sufro… Y también tus hijos.”
—¡¿Hijos?! ¿Quieres decir que…?
“Sí, tendrás gemelos. Por lo mismo, debes cuidarlos mucho, ahora duerme y descansa porque desde mañana será mucho más duro.”
Cynthia se queda pensando un poco más hasta que el sueño la vence y se deja ir.
Al día siguiente, cuando una de las mujeres del servicio va aquella bodega para buscar algunas cosas que necesita para la casa, se la encuentra tirada en el piso y echa un ovillo. En otra oportunidad, habría sentido pena por ella, pero luego de los rumores que han comenzado a circular por la casa, Sólo la toma por el brazo y la levanta con brusquedad.
—¡Levántate! ¡¿Acaso crees que puedes estar escondida aquí durmiendo todo lo que te plazca?! ¡Hay demasiado trabajo por hacer!
La mujer lanza a Cynthia fuera de la bodega y ella se queda aturdida unos segundos hasta que. Se da cuenta que ahora hay mucho más movimiento que hace una semana atrás, cuando se preparaba el nombramiento del Alfa.
Llega a la cocina y cuando las mujeres la ven entrar, sólo le lanzan una mirada despectiva. Una de ellas, mientras sigue revolviendo algo en la cazuela, les dice a sus compañeras.
—Muy bien tiene que haberla revolcado el Alfa Leif para que llegue en esas condiciones y hasta ahora.
Todas dejan salir una carcajada y Cynthia se detiene sorprendida por aquel comentario. Pero antes de que pregunte qué es lo que sucede, aparece una Ivania completamente furiosa y fuera de sí. La toma por el brazo y se la lleva hasta el trastero.
—¡Eres una zorra! ¡¿Cómo te atreviste a meterte en la cama de mi padre?! ¡¡Por tu culpa, ahora somos el hazme reír de toda la manada!!
—¡Eso es mentira, yo no soy…!
—Te vieron con él anoche meterte a la bodega tras la casa y sólo mírate las fachas —La mujer repara en el vestido de la chica y la toma por el cabello—. ¡¿Acaso has robado uno de los vestidos de mi madre?!
—No, su padre me ordenó que buscara uno de los vestidos de ella porque usted rompió el otro —le dice con las lágrimas al borde de sus ojos por el dolor.
—¿Ahora yo tengo la culpa? ¿Acaso te atreviste a acusarme con mi padre? —Ivania le da una fuerte bofetada y Cynthia cae al piso—. Tienes cinco minutos para cambiarte. ¡Quiero el vestido de mi madre impecable y colgado en donde estaba!
Ivania sale de allí dejándola sola y Cynthia puede sentir un fuerte dolor de cabeza que poco a poco le invade. Se mete a la ducha rápidamente y sale vestida, lista para trabajar. Una de las mujeres le lleva al gran salón en donde debe comenzar a quitar algunos de los adornos y comenzar a colocar otros.
—¿Tendremos alguna otra ceremonia? —pregunta confundida.
—Probablemente si no te hubieses ido a revolcar con el jefe sabrías que el Alfa Blake se va a casar en una semana con la señorita Alexa. Ella sí es todo una dama, no como otras que se las dan de inocentes y son peores que las mujerzuelas.
Cynthia sólo baja la mirada y comienza a realizar su trabajo lo mejor que puede, entre los malestares del embarazo y la decepción por lo ocurrido con Blake, su cabeza está en cualquier parte y tal vez por eso no se da cuenta de que uno de los cuadros de la difunta esposa del Alfa se cae, haciéndose añicos.
—¡Estúpida, ahora el Alfa me matará por tu culpa! —le dice la mujer que está con ella.
—Pero… yo fui quien lo rompió… ¡yo lo puedo reparar!
—¿Qué vas a reparar? —la voz de Blake la hace bajar la mirada y cuando se acerca a ella, sólo la mira con un odio profundo—. ¿Crees que rompiendo sus fotografías serás capaz de borrarla de esta casa? ¡Ella era una dama! ¡No como tú!
—Voy a repararla, se lo juro… —sin embargo, Blake la toma de la nuca y la obliga a arrodillarse.
—Quiero que tomes cada trozo de vidrio y lo tires a la basura.
—Pu-puedo hacerlo con la pala, no quiero cortarme.
—Lo que quieras me tiene sin cuidado, ¡hazlo! —Cynthia toma cada trozo con sumo cuidado para no causarse un corte, pero Blake se impacienta y la apresura, causándole un profundo corte en la palma—. ¡Eres una inútil!
Cynthia hace caso omiso de la sangre que brota de su mano, termina de recogerlos vidrios rotos y se los lleva a la basura. Se va a su cuarto para buscar algo que usar en la herida y toma un trozo de tela viejo que encuentra, se lo coloca rápidamente y, cuando se voltea para salir, Blake está parado y apoyado en la puerta cerrada.
—¿Por qué? —le pregunta él con los dientes apretados y ella vuelve a bajar la mirada—. ¿Por qué me engañaste con mi padre?
—Blake, yo no…
—¡Deja de mentir! ¡Yo lo vi! —salva la distancia entre ellos y aprieta su rostro con una mano—. Vi cómo él se te acercó así…
Blake acerca sus labios al cuello de la chica y aquel aroma que siempre le ha gustado lo invade, soltando la bestia lujuriosa en la que se convierte cuando está cerca de ella. Sus labios buscan los de Cynthia y en dos segundos ella ya está contra la pared, mientras el Alfa busca la manera de quitarse aquel amor que siente por ella… no es normal amar a la mujer que tanto lo ha decepcionado.
—Te odio… —le gruñe él antes de perderse en su cuerpo una última vez.
“Tú no la odias”
«¡Cállate, Ryan! La odio por mentirosa y ya verás el castigo que le daré»
“No lo hagas, ¡ella es nuestra verdadera luna!”
«¡Ella no es nada mío, sólo la mujerzuela que me servirá cuando a mí me plazca!»
Cuando termina con ella, la muchacha está temblando aún, Blake se sonríe y le dice con desdén.
—Ahora sólo eres la zorra de los Alfas.
—¿Qué?
—¡Lo que oíste! Desde hoy servirás sólo para eso o te largas de esta manada, pero te aseguro que no tendrás una buena vida, así que date por servida con tu nuevo título.
Cynthia se deja caer en el suelo, sin saber que eso no es lo peor que le pasará durante el día. Al salir de aquella cosa que llama habitación, Ivania la está esperando furiosa y golpeando la cerámica con sus perfectos tacones.
—¡El vestido de mi madre!
—V-voy… voy saliendo a llevarlo a la tintorería.
—¡Y lo pagarás de tu salario!
Cynthia sale de la casa antes de que alguien más la lastime y corre a la tintorería. Cuando va de regreso, su estómago gruñe de hambre y decide pasar por algo de comer a una pastelería que está a unas cuadras. Al salir de la tienda siente el aroma del pastel, le da una mordida y cierra los ojos, tal vez por aquel aroma y por disfrutar algo tan simple ni ella ni su loba se dan cuenta de que dos hombres llegan por detrás y la adormecen, dejándola en una absoluta oscuridad.