99 Silencio.

Minutos después llevaron a Calíope al aposento, Daren vio que tenía las manos esposadas.

—Desposenlo, ya no está arrestado.

Le quitaron las esposas.

—Retirense —les dijo a los guardias—. Qué nadie me interrumpa mientras estoy en este aposento.

Los guardias salieron del aposento y se quedaron afuera cuidando la puerta.

Calíope sacudió sus manos, pues le dolían las muñecas, al mismo tiempo habló y dijo:

—¿Cómo está Aurora?

—Ya le están dando atención médica para bajar la fiebre. ¿Desde cuándo lo sabías?

—Lo descubrí el día que tuvimos ese accidente, caíste al río, yo a la orilla y perdí el conocimiento, no sé por cuánto tiempo, cuando desperté te seguí con mi olfato, bajé por el río como dos kilómetros, cada vez sentía más cerca tu aroma, entonces corrí para encontrarte, sabía que estabas herido, salí de entre la maleza, fue allí donde la vi, mis ojos se encontraron con los ojos de su lobo color plata, ¿quién más en esta manada tiene un lobo de ese color?

—Solo ella.

—Por eso
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