El aura de Jacking, transformado en el Alfa Supremo, resplandecía con una luz intensa y divina frente al gran altar. El ambiente se llenó de un poder antiguo y sagrado mientras el altar cobraba vida, iluminándose con un resplandor místico. Estelas de energías azules y blancas, como corrientes de un río celestial, comenzaron a recorrer el altar. Se movían y danzaban en un ballet etéreo hasta unirse en el signo del círculo solar.En el epicentro de este espectáculo de luz y energía, Jacking sostenía a Mat en sus brazos. Las energías convergieron en ellos, envolviéndolos en un manto de luz azul y blanca. Se introdujeron en su ser, recorriendo cada fibra de su existencia, uniendo al Alfa y al cachorro en una conexión sagrada.Entonces, Jacking se transformó nuevamente en Horus. Sus ojos brillaron con la luz del sol y de su ojo derecho, conocido como el Ojo de Horus, símbolo de protección y poder, salió un potente rayo de luz. Este rayo de luz divina se introdujo por la frente del cachorro
El beta Amet observa desconcertado a su Alfa, cuyo rostro refleja miedo y desconcierto. Puede ver y sentir cómo su líder se hunde en la desesperación, mientras continúa intentando encontrar o sentir el alma de su lobo sin éxito.—Se fue, no lo puedo sentir, tampoco su energía es la misma,— confiesa Horus, su voz llena de desesperación.—Pero no podemos dejar a Ionut sin poderes, sospecharían mucho. Llama a Bennu, para que le transfiera poderes de los grandes Celtas,— sugiere Amet, intentando encontrar una solución.—Yo puedo hacerlo Amet,— interviene Jacking.Amet niega con la cabeza, —Prefiero que lo haga Bennu, Jacking tú no estás completo. Deja que lo haga él.Jacking asiente, —Está bien.— Llama a Bennu y le ordena que le transfiera algunos poderes a Ionut, pero no demasiados. Al finalizar, le concede un poco del poder de la electricidad. Y salen con él que todavía está inconsciente.La luna Oana y el Alfa Velkan vienen a su encuentro. —¿Cómo está mi Ionut?— pregunta la loba con mi
La impotencia y la culpabilidad inundan a Jacking. Se siente responsable por lo que le ha sucedido a Mat. Se reprocha a sí mismo por no haberlo protegido mejor cuando Mat estaba dentro de Ionut. Sabía que su lobo era testarudo, pero nunca pensó que su desobediencia podría llevar a tal desastre.Se sienta en el último escalón antes de llegar a su habitación, tratando de controlar sus emociones. No quiere preocupar a su Luna. Aunque ella trata de aparentar fortaleza, él puede oír sus sollozos silenciosos. Si solo pudiera estar con Ast, pero no puede. Isis está embarazada y convertirse en lobo podría poner en peligro a sus cachorros.La frustración y la tristeza lo abruman y, sin poder contenerse más, deja escapar unos sollozos. Cada lágrima que cae es un recordatorio de su fracaso para proteger a Mat, de su incapacidad para ayudarlo. Pero sabe que debe ser fuerte, por su Luna, por sus cachorros, y por él mismo. Con un último suspiro, se pone de pie y entra en su habitación, preparándose
La noche en el bosque es espesa y oscura, con una luna apenas visible entre las ramas de los árboles. El aire está cargado de una tensión palpable, como si la misma naturaleza estuviera conteniendo la respiración. Los sonidos nocturnos habituales del bosque se han silenciado, reemplazados por un silencio casi sobrenatural.De repente, una niebla oscura y espesa emerge de las sombras, envolviendo todo a su paso. Se mueve con una vida propia, serpenteando entre los árboles y cubriendo todo a su paso. Es una oscuridad tan profunda que parece absorber toda la luz a su alrededor, creando un vacío de sombras.Sin embargo, en medio de esta oscuridad, una luz brilla con fuerza. El brujo blanco Alex, el poderoso miembro de la manada La Maat Ra, se alza contra la oscuridad. Su luz es brillante y pura, un faro de esperanza en la oscuridad. Lucha contra la niebla oscura, su luz chocando contra las sombras en una danza eterna de luz y oscuridad.La lucha es feroz y despiadada. La luz de Alex se re
Jacking se siente cada día más fuerte y poderoso. El cuerpo de Mat, su forma de lobo, se ha vuelto más imponente. Además, ha descubierto que puede dominar los poderes del dios Mat a la perfección. Sin embargo, todavía no siente el alma del lobo en su pecho. Sigue experimentando un enorme vacío desde que la perdió. En su despacho, estudia una vez más el libro sagrado de los Alfas Supremos cuando ve aparecer a Amet, acompañado de Bennu y Horacio.—Buenos días, mi Alfa —saluda su beta Amet.—Buenos días, hermanos. ¿Qué los trae por aquí tan tarde? —pregunta Jacking.—Mi Alfa, nos encontramos en África, cerca del desierto del Sahara —explica Amet muy serio. — Tenemos un asunto pendiente por allá.—¿A qué te refieres, Amet? Sé más específico —pregunta muy intrigado el alfa.—¿Kel Tamajag no te recuerda algo?Jacking se levanta de un salto, cerrando el libro de golpe. Claramente, Kel Tamajag le trae recuerdos. El Alfa Supremo, Jacking, siente una mezcla de emociones al recordar la trampa en
Dentro de la caja se encuentran dos pequeños cofres de cristal. En uno de ellos reposa el ojo izquierdo del dios Horus. Según la historia que conocen, Osiris, el padre de Horus, fue asesinado por su hermano Seth. En su búsqueda de venganza, Horus perdió su ojo izquierdo durante una serie de enfrentamientos con Seth. Sin embargo, el dios Thot, conocido por su magia y sabiduría, logró restaurar el ojo de Horus, quien a su vez lo ofreció a Osiris para devolverle la vida. Por esta razón, el ojo de Horus también simboliza sacrificio, recuperación y protección. Entonces, ¿cómo era posible que el ojo del dios estuviera en posesión de la madre de Jacking? ¿Por qué nunca se había manifestado hasta ahora a lo largo del milenio que habían vivido? Jacking, transformado en Horus, observa el ojo con desconcierto. Con sumo cuidado, lo toma entre sus manos y lo abre. En ese instante, una luz intensa se expande por todo el despacho, iluminando cada rincón. El ojo se eleva en el aire y se desliza h
La presencia de Osiris envuelve a Jacking con una energía reconfortante y poderosa. Jacking se siente honrado y privilegiado de poder estar frente a su padre divino, compartiendo este momento tan especial. El encuentro entre Horus y Osiris es un testimonio del linaje divino que corre por las venas de Jacking. Es un recordatorio de su propósito y destino como protector de la estirpe ancestral. En ese instante, Jacking comprende la importancia de su papel y se llena de determinación para cumplir con su deber.—Horus, hijo mío —dice Osiris con una voz serena pero firme—. Sé que esto puede resultar confuso para ti, pero es la única manera de salvar tu alma de lobo en este momento. Te he otorgado el poder de los grandes faraones, pero debido al castigo impuesto por Ra, debes seguir el ciclo de vida y muerte de los lobos. —¡¿Qué?! —exclama Horus, con incredulidad y angustia en su voz— ¿Cómo va a morir mi lobo papá? ¡Si lo hace, lo haré yo también! La confusión y la incredulidad se refleja
Mat asiente con seriedad. Jacking, Amet, Horacio y Bennu sonríen y se miran entre ellos satisfechos de su Alfa Supremo Lobo.—Ese mismo, no crean que se me ha olvidado lo que le hizo a nuestra manada. Nos llevó a una encerrona de demonios —dice Mat con determinación, recordando el pasado oscuro que sufrieron a manos de Kel Tamajag.—Nosotros estábamos preparándonos para eso, Mat, pero ahora estamos solos —responde Jacking, consciente de la ausencia de otros guerreros de su manada en esta lucha.—Hermanos, me parece que tanta paz les ha hecho olvidar quiénes somos realmente. La vez anterior teníamos que cuidarnos por nuestras mitades. Pero ahora no tenemos que cuidar a nadie más que a nosotros mismos. Solo debemos luchar con todo nuestro poder y fuerza —añade Mat, recordando la importancia de su manada y su papel como líder.—¡Eso es verdad, Jacking! Hace años que no hemos desarrollado completamente nuestros poderes, están un poco dormidos —comenta el beta Amet, emocionado de poder apr