Minutos antes de la lucha entre el alpha y el Sigma…Selena es rodeada por los hermanos Spilman, quienes esta vez no piensan detenerse ante nada ni nadie. Están allí para llevar a cabo su venganza contra Bodolf, y eso harán.—Nos volvemos a ver Caperucita —sonríe con malicia el mayor de los rubios. Selena lo está aterrada, revive como una especie de déjà vu lo ocurrido un mes atrás, mira a todos lados buscando en medio de la penumbra a su salvador, deseando ocurra un segundo milagro y Edwar venga a rescatarla. Al ver que Connor se aproxima a ella, lo confronta:—¿Qué es lo que buscas? Déjame en paz. —responde jadeante y desesperada.El lycan no le contesta, apenas hace un gesto con su cabeza y entre los tres sujetan a la pelirroja. Mientras uno de ellos le sujeta con una soga ambas manos, el otro cubre su boca con una mordaza y el tercero de ellos la levanta, la coloca sobre su hombro y huyen del lugar. A pesar de que pensaron sería más difícil, todo resulta más sencillo de lo q
La búsqueda de los dos lycanes se hace interminable; no hayan rastros de Selena. Pareciera como si se la hubiese tragado la tierra. —¿Dónde diablos puede estar metida? —masculla Bodolf. Edwar lo ve de reojos y mueve su cabeza en señal de desaprobación por aquel comentario.El amanecer comenzaba a tenderse frente a sus ojos, por lo que los lycanes regresan a su forma humana para evitar ser vistos por los habitantes de aquel lugar. Habían caminado durante varias horas hasta llegar a un caserío desconocido por ellos.—Es mejor volver. —advierte Edwar y Bodolf se encoge de hombros. —Como digas. —responde parcamente. Luego, de forma inesperada, observa de pie a cabeza a su hermano— Por cierto, cuando recuperaste tu movilidad. —cuestiona el alpha.—Eso no es de tu incumbencia. Quizás preferías que estuviese postrado en esa silla de ruedas.—Vamos Ed, de que me serviría que estuvieses inválido. —el Sigma lo mira con fiereza.—Regresemos y deja de preguntar cosas sin sentido —mascull
—¿Qué haces? —le pregunta ella al ver que se aproxima.— ¡Aléjate de mí! Conall la observa de pie a cabeza, camina hacia ella hipnotizado ante su belleza.—¡Dije que te detengas! —insiste ella. Él puede ver como Selena tiembla aterrada, mas no parece escuchar sus palabras, ni sus ruegos. Finalmente estando muy cerca de ella, la acorrala con sus brazos dejándola contra la pared. Selena puede sentir todo su cuerpo temblar de miedo, la adrenalina en su sangre subiendo hasta su rostro, sus piernas como gelatinas temblando y el terror dibujado en sus ojos.—¿Tienes miedo? —le susurra al oído, la pelirroja puede sentir su aliento en las mejillas.—¡No me hagas daño por favor! —pide en tono suplicante. Conall comienza a enojarse, su labio superior se mueve con rapidez. Desea poseer a aquella híbrida, sentir la suavidad de su piel, acariciar sus pechos turgentes y tocar su vagina.—No lo hagas por favor, no me hagas daño, te lo ruego. ¡Estoy embarazada! —emplea esta ultima frase in
Conall sostiene ambos tobillos de la chica con fuerza aunque ella tira de sus propias piernas evitando que este logré doblegarla y abusar de ella. Sin embargo, su esfuerzo es vano, pues la fuerza del beta es superior al de ella. El Beta separa sus rodillas y cuando se posiciona entre sus piernas, la puerta se abre abruptamente. El lycan es sujetado con fuerza por el cuello, y apartado de Selena cuyos ojos brillan al ver que se trata de él.—¡Edwar! —exclama ella.El rubio intenta soltarse de su agarre pero la ira de Edwar es incontenible. El sólo hecho de pensar que su amada luna estaba a punto de ser ultrajada, lo llenan de rabia. En medio del forcejeo y como puede Conall logra quitar el brazo del lycan de su cuello. Ambos se enfrentan en una terrible contienda a muerte. Los lycanes combaten de forma feroz y despiadada. Cada uno de sus movimientos envuelven la astucia y experiencia de cada uno. Edwar cuya experiencia supera al rubio es inminente. Aún así, el lobezno no se dejar
Selena corrió sujetando con fuerza la mano de Edwar. Todo ocurrió de manera tan rápida y angustiante que no tuvo chance de pensar y notar que el sigma podía caminar nuevamente. —¿Puedes caminar? —preguntó jadeante en el momento que este se detiene para tomarla en brazos y lograr cruzar el riachuelo que se tiende frente a ellos.Edwar sólo sonrió como respuesta obvia a la pregunta de la pelirroja, ella se sujetó de su cuello, mientras él, con largos pasos atravesó el río de unos dos metros de ancho. —Esto me recuerda a nuestra primera vez —murmuró ella sin dejar de verlo. Sin embargo para Edwar aquella situación no sólo era estresante por el hecho de haberla imaginado en peligro, sino que aunque esa pudiese ser una oportunidad para huir con ella, sabía que sus actos podían generar un caos en la manada. Mucho más, estando en luna llena.Llegaron hasta una cueva, el sigma estaba agotado, no sólo por tener que atravesar todo el bosque con Selena en brazos, sino por la lucha que ha
Edwar toma conciencia de lo que acaba de hacer. Aquella marca no sólo dejará claro ante todo el resto de la manada, que es suya, sino que dejará a Bodolf delante el resto como un tonto. Su actitud impulsiva no tenía justificación alguna, lo que acababa de hacer era el detonante que haría estallar una guerra entre él y el resto de la manada. —¡Lo siento! —le suplica, pero Selena está tan aturdida con lo que acaba de ocurrir que no tiene conciencia de la gravedad de aquel asunto. Ella se limpia con el vestido el resto de sangre, se siente algo mareada. Edwar, la ayuda a levantarse. —Lo que acabo de hacer, es un acto imperdonable, no debí dejarme llevar por la tentación. —Dime, dime que es lo que hiciste. —le dice ella apretando sus dientes. —Acabo de marcarte. —Eso que rayos significa. ¡Auch! —pasa la mano por su cuello sintiendo varias punzadas proveniente de sus heridas.—Todos en la manada sabrán que me perteneces. —¿QUÉ? —pregunta sorprendida. —El problema de todo
—¡Morirás igual que murió nuestro hermano! Nada podrá salvarte —grita enardecido, Connor, levantando el rostro como un gesto de aprobación a su manada para que inicien el ataque contra el lycan. Edwar rápidamente se transforma en hombre lobo y uno a uno los doce miembros de la manada, comienzan a atacarlo. Por más fuerte que pueda ser Edwar, la emboscada de los lycanes es difícil de vencer. Cuando enfrenta a uno de los atacantes, otro aprovecha a sus espaldas para herirlo. El Sigma, siente como las garras y colmillos de sus oponentes le laceran la piel sin poder evitarlo, aún así, él Sigma no cede. No se dejará vencer, primero deberán matarlo.Del otro lado del bosque, un presentimiento recorre el cuerpo de Lunaire por completo. Algo debía estar pasándole a su primogénito, su corazón da un vuelco cuando ve a través de la abertura de la tela que cubre la entrada de su escondite, a su segundo hijo pasar frente a la tienda con la pelirroja y su guardaespaldas.—¡Edwar, hijo! Estás
El rumor de la muerte de Edwar se esparce pronto en los miembros de la manada, para Bodolf y Caleb aquello resulta en una gran victoria. Su plan había resultado. Ahora estaba libre de su hermano quedando frente a su pueblo como inocente.Sin embargo, envanecido por el ego, Caleb se jacta frente a sus amigos, en los bajos suburbios, de que todo lo ocurrido es producto de un plan perfecto del alpha y este rumor, de igual manera, llega a los oídos de Connor.—¡Maldita sea! El Sigma no tuvo nada que ver con la muerte de Conall. Todo fue una trampa de Bodolf. ¡Ese hijo de perra debe pagar la muerte de nuestros dos hermanos! —esgrime con fiereza. —¡No niego que dudé de que él tuviese que ver con la muerte de Conall! Pero sí me pareció extraño que nuestro hermano no hubiese ganado la batalla, tenía marcas en sus brazos. Esos cobardes lo atacaron a traición.—¡Así como lo hicimos nosotros con el sigma! —exclama él alpha.—No podemos dejar que Bodolf se salga con la suya. Tenemos que ven