-Es un placer. Mi nombre es Shopenshammer. -Me dice al verme.
-El placer es mío. -Respondo asombrado mientras caminamos a los asientos levitantes color acero de forma ovalada. Es un espacio pequeño de seis paredes; cinco son blancas y la del fondo tiene la imagen de un sistema de planetas.
-El placer es mutuo. No sabes todo lo que he tenido que hacer para estar aquí y tenerte aquí; Decenas de permisos y procedimientos para poder venir a este planeta. -Shopenshammer es muy alto. Seguro pasa los dos metros y medio. Carga puesto el mismo traje que le vimos a Kania, cuando las naves aparecieron; un traje negro pegado al cuerpo que solo deja verles ojos. Los de Kania eran color violeta, los de Shopenshammer son verdes como la selva, pero brillantes. Tanto como mi marca. Por todo lo que oí de él, me lo imaginaba como un viejo barbudo. Pero es joven y está en buena forma.
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Encontrarme con Andru fue como poner las manos cerca del fuego luego de que estuvieran a punto de congelarse. Aprieta mis costillas con euforia. Yo lo cargo en mis brazos y acaricio su cabello con mi rostro. Felicidad pura dentro de una micro cúpula. Nuestros padres nos observan tomados de la mano. Mi padre balancea una lágrima en su ojo derecho. Pero hay otra cosa que aprieta mi pecho con mayor tenacidad, y es la ansiedad por lo que viene; una competencia por la supervivencia de la humanidad. Me pesa el hecho de no poder contarlo, de no poder decir que si perdemos, dejaremos de existir. Marcelo no aparece y comienzo a dudar de si está vivo o muerto. Debí buscarlo en el mapa con Shopenshammer. Cerna, mi primo, ha desaparecido. Lo último que supo mi padre, es que al parecer se incorporó en la filas de la Adversidad como siempre lo so&ntild
Me causó más alegría ver a Marcelo dentro de los dieciocho, que verme ubicado en la novena posición. Podremos ser un equipo de supervivencia otra vez. Estoy satisfecho con mi trabajo, una novena posición me deja bien parado. El marcado verde no solo está dentro de los dieciocho sino entre los diez primeros. -La marca verde debería ser para la número uno. –Escucho que dicen detrás de mí, justo cuando me estaba convenciendo de que el noveno lugar fue suficiente. Volteo, para ver la dueña del comentario, pero solo veo su espalda alejándose, y una cola de caballo larga color rojizo. -Es Esparta. –Me avisa Marcelo.
Invencible. Es un pensamiento invencible. Cuando no quieres pensar en algo, consigues lo contrario, lo pones en primer plano. ¿Cuánto tiempo he corrido tratando de huir de la realidad? Intenté leer y jugar con Andru, pero no pude distraerme. No quiero saber nada de los resultados de los setecientos. Ni los Andros pueden evitar que los siempre privilegiados de la sociedad se salgan con la suya. Si ellos han mandado al canciller de la Worl Corp a organizar las elecciones de los seres humanos que conserven el grado más alto de humanidad de todo el planeta, no creo que sean tan inteligentes. O tal vez sí son inteligentes, pero son ingenuos. No saben cuan corruptos somos los humanos, y cometen el error de dejarlo en nuestras manos. Hablar con mis padres para distraerme fue inútil también, no pueden hablar de otro tema que no sea del que quiero escapar, y como recurso desesperado salí a trotar a la
Despierto en una cama. Por la pesadez de mis ojos, por el dolor de cansancio en mis músculos de tanto correr, y por las vueltas de mi cabeza, sé que he estado inconsciente después de lo de ayer. Alguien debe haberme traído, porque sé que quedé tendido en el suelo y no pude haberme trasladado hasta aquí desde tan lejos sin recordarlo. No quiero abrir mis ojos, por la punzada en la parte posterior de mi cabeza. Con mis dedos compruebo el bulto que me ha dejado el golpe, y el intenso dolor me hace quitarlos enseguida. El techo blanco, las paredes moradas y cortina anaranjada corroboran que es mi cuarto. Esos perros sí que saben cómo defender su territorio. Parece que ir al zoológico funcionó a la perfección para saltar en el tiempo. Pero es hora de saber lo que está ocurriendo. Cuando me atrevo a abrir mis ojos otra vez, mi cerebro hace un reconocimiento de la situación, me t
Mientras más lejos esté de mi familia, mejor. La mayoría vendrá detrás de mí para intentar atraparme. Ya no vuelvo a mirar hacia atrás. He recuperado el sentido del oído. Brinqué el muro divisional de la carretera y me metí al bosque del flanco izquierdo para intentar perderlos. Unas cuarenta personas vienen detrás de mí. Ayer me perseguían perros mientras me ladraban, hoy me persiguen personas gritándome maldiciones. Me dicen que me detenga, que seré el culpable de la muerte de ellos y de sus familias. ¿Culpable de la muerte de sus familias? ¿Acaso esta marca me convertirá en asesino? Esa pregunta me la responde otra mujer, que me grita que no permita que me atrapen, que “somos la esperanza”. ¿La esperanza de qué? ¿Qué somos? Corro con todas mis fuerzas por el bosque. Con la carretera a mi Sur, cuando siento que
El sol comienza a descender cuando ya no puedo seguir soportando tener más de veinticuatro horas sin comer ni beber. Mis barras de nutrición e hidratación están en un nivel crítico. Tenía que haber tomado agua en la mañana. Estoy seguro que no desayunamos porque no teníamos nada en casa. Guardar comida en la despensa es decirle a los saqueadores “vengan aquí”. Por eso mi madre trae la comida de una cede de la Adversidad, pero imagino que por los acontecimientos recientes, no se pudo. Pensé en arrancar un pedazo de tela de mi franela y cubrir mi marca, pero creo que eso conseguiría aumentar la atención, así como el cabestrillo lo hizo. En fin… toco tierra después de haber observado con extremo cuidado mis alrededores. Debo seguir caminando al Noreste, es la dirección perfecta: me a
¿Qué me delató? Si hubiera visto mi marca no me estuviera pidiendo que se la enseñara. Si fuera un rastreador y no estuviera solo, ya hubiera gritado pidiendo ayuda. Su cara tiene aspecto de “buena persona”, pero no puedo confiarle mi marca. Su cabello es achicharrado de color negro, es huesudo, de piel morena y ojos grandes.-¿Por qué piensas que tengo una marca? -Pregunto.-Sé que la tienes. Lo sé porque andas solo. El mundo puede acabarse y las familias andan juntas. Los Frenéticos, esos que nos buscan, andan en manadas de cinco o seis. Lo necesitan para sobrevivir. Pero nosotros los marcados no podemos estar con nuestras familias porque es una de nuestras misiones. Así evitamos ponerlos en peligro. Andar con frenéticos es imposible, son demasiado inestables. –Explica mientras se baja del &aa
La entrada de la garganta de la serpiente es definitivamente lo más limpio que he visto en este zoológico. Un ligero pero notable olor a ceniza emana desde el interior. Una puerta cerrada herméticamente bloquea el paso al salón del serpentario, y cuando la cruzo, siento un poco más el olor a ceniza, y veo que adentro también está limpio y organizado. Es extraña la ausencia de polvo en un lugar abandonado desde hace años. Es posible que la puerta lo haya bloqueado o... es como si alguien lo hubiera limpiado. El suelo es de bonita madera. Las jaulas de vidrio están sobre mesas pegadas a las paredes de los lados formando un pasillo amplio. Desde la puerta, diviso otra al final del pasillo que da entrada a una habitación. En la pared del fondo se encuentra la ventana que me interesa, y un pequeño escritorio está situado frente a ella. Mientras avanzo al escritorio observo las jaulas