El camino es relajante a pesar de todo. Ágape sigue a mi lado sin emitir una palabra, solo se comunica conmigo con miradas de aprobación o negación cuando Jáevier hace comentarios, pero hay una mirada que me inquieta, una mirada de pena, por mí, por cómo me veo, y por los lamentos que debe estar expresando mi rostro. Me gustaría hacerle tantas preguntas. Pero en realidad nos conocemos muy poco como para buscar tanta información.
-No es justo que te hayan atrapado por mi culpa. Debiste quedarte en el refugio con mi madre y abordar la nave. –Me comenta en un espacio de silencio.
-Al menos ya no caerán más bombas por mi culpa.
-Quien bombardea es la Worl Corp, no tú. –Me responde molesta.-Y no quiero saber de otro bombardeo de la Worl Corp. No quiero
Todo lo vemos en un segundo. No conozco bien la expresión del alivio, pero en el rostro de Jáevier se distingue. Alivio por haber tomado una corriente del futuro donde seguimos viviendo para seguir luchando. Dónde hizo lo correcto. Orgulloso de no estar avergonzado de sí mismo, cambia el rumbo de la avioneta, y nos informa que iremos hacia Yaracuy. Jáevier no es capaz de preguntarme qué he hecho para ver esos futuros, pero luego de decirnos a dónde nos dirigimos, no vuelve a hablar hasta media hora después, cuando comienza a contarnos su plan. Me parece tan genial, que dudo que lo haya hecho de forma improvisada. Cuando estamos por llegar, repasamos el plan, procurando que no se nos escape nada. Tengo que transmitirle confianza a Ágape, porque en un momento estaremos rodeados de frenéticos, y debe mantener la compostura.-¿Si podrás? -Le pregunta Jáevier, y Ágape le responde con
-Lo siento. -Me dice Hobby.-¿Qué sientes? -Le pregunto.-Se le nota el dolor que está sintiendo por las pérdidas humanas. Es un hecho lamentable.-Gracias. -Le expreso. -¿Por qué no usaron el desactivador de armas de fuego?-Los Hackers de la tierra son buenos en lo que hacen. Son buenos destruyendo sistemas. Además, recuerda que eso desactiva nuestras defensas, maquinaria y comunicación, nosotros también nos veríamos afectados. Debo preguntarte ¿Por qué no me pediste ayuda para buscar a la humana?-Ágape. Se llama Ágape. –Le aclaro. -¿Me hubieses acompañado? Si la respuesta es sí, iba desvirtuar tu objetivo por mis sentimientos humanos, y no quería eso. Si la respuesta es no ¿me hubieses dejado ir?-La lógica humana será incomprensible para nuestra civilización tal vez por toda la e
-Es un placer. Mi nombre es Shopenshammer. -Me dice al verme.-El placer es mío. -Respondo asombrado mientras caminamos a los asientos levitantes color acero de forma ovalada. Es un espacio pequeño de seis paredes; cinco son blancas y la del fondo tiene la imagen de un sistema de planetas.-El placer es mutuo. No sabes todo lo que he tenido que hacer para estar aquí y tenerte aquí; Decenas de permisos y procedimientos para poder venir a este planeta. -Shopenshammer es muy alto. Seguro pasa los dos metros y medio. Carga puesto el mismo traje que le vimos a Kania, cuando las naves aparecieron; un traje negro pegado al cuerpo que solo deja verles ojos. Los de Kania eran color violeta, los de Shopenshammer son verdes como la selva, pero brillantes. Tanto como mi marca. Por todo lo que oí de él, me lo imaginaba como un viejo barbudo. Pero es joven y está en buena forma.-&iques
Encontrarme con Andru fue como poner las manos cerca del fuego luego de que estuvieran a punto de congelarse. Aprieta mis costillas con euforia. Yo lo cargo en mis brazos y acaricio su cabello con mi rostro. Felicidad pura dentro de una micro cúpula. Nuestros padres nos observan tomados de la mano. Mi padre balancea una lágrima en su ojo derecho. Pero hay otra cosa que aprieta mi pecho con mayor tenacidad, y es la ansiedad por lo que viene; una competencia por la supervivencia de la humanidad. Me pesa el hecho de no poder contarlo, de no poder decir que si perdemos, dejaremos de existir. Marcelo no aparece y comienzo a dudar de si está vivo o muerto. Debí buscarlo en el mapa con Shopenshammer. Cerna, mi primo, ha desaparecido. Lo último que supo mi padre, es que al parecer se incorporó en la filas de la Adversidad como siempre lo so&ntild
Me causó más alegría ver a Marcelo dentro de los dieciocho, que verme ubicado en la novena posición. Podremos ser un equipo de supervivencia otra vez. Estoy satisfecho con mi trabajo, una novena posición me deja bien parado. El marcado verde no solo está dentro de los dieciocho sino entre los diez primeros. -La marca verde debería ser para la número uno. –Escucho que dicen detrás de mí, justo cuando me estaba convenciendo de que el noveno lugar fue suficiente. Volteo, para ver la dueña del comentario, pero solo veo su espalda alejándose, y una cola de caballo larga color rojizo. -Es Esparta. –Me avisa Marcelo.
Invencible. Es un pensamiento invencible. Cuando no quieres pensar en algo, consigues lo contrario, lo pones en primer plano. ¿Cuánto tiempo he corrido tratando de huir de la realidad? Intenté leer y jugar con Andru, pero no pude distraerme. No quiero saber nada de los resultados de los setecientos. Ni los Andros pueden evitar que los siempre privilegiados de la sociedad se salgan con la suya. Si ellos han mandado al canciller de la Worl Corp a organizar las elecciones de los seres humanos que conserven el grado más alto de humanidad de todo el planeta, no creo que sean tan inteligentes. O tal vez sí son inteligentes, pero son ingenuos. No saben cuan corruptos somos los humanos, y cometen el error de dejarlo en nuestras manos. Hablar con mis padres para distraerme fue inútil también, no pueden hablar de otro tema que no sea del que quiero escapar, y como recurso desesperado salí a trotar a la
Despierto en una cama. Por la pesadez de mis ojos, por el dolor de cansancio en mis músculos de tanto correr, y por las vueltas de mi cabeza, sé que he estado inconsciente después de lo de ayer. Alguien debe haberme traído, porque sé que quedé tendido en el suelo y no pude haberme trasladado hasta aquí desde tan lejos sin recordarlo. No quiero abrir mis ojos, por la punzada en la parte posterior de mi cabeza. Con mis dedos compruebo el bulto que me ha dejado el golpe, y el intenso dolor me hace quitarlos enseguida. El techo blanco, las paredes moradas y cortina anaranjada corroboran que es mi cuarto. Esos perros sí que saben cómo defender su territorio. Parece que ir al zoológico funcionó a la perfección para saltar en el tiempo. Pero es hora de saber lo que está ocurriendo. Cuando me atrevo a abrir mis ojos otra vez, mi cerebro hace un reconocimiento de la situación, me t
Mientras más lejos esté de mi familia, mejor. La mayoría vendrá detrás de mí para intentar atraparme. Ya no vuelvo a mirar hacia atrás. He recuperado el sentido del oído. Brinqué el muro divisional de la carretera y me metí al bosque del flanco izquierdo para intentar perderlos. Unas cuarenta personas vienen detrás de mí. Ayer me perseguían perros mientras me ladraban, hoy me persiguen personas gritándome maldiciones. Me dicen que me detenga, que seré el culpable de la muerte de ellos y de sus familias. ¿Culpable de la muerte de sus familias? ¿Acaso esta marca me convertirá en asesino? Esa pregunta me la responde otra mujer, que me grita que no permita que me atrapen, que “somos la esperanza”. ¿La esperanza de qué? ¿Qué somos? Corro con todas mis fuerzas por el bosque. Con la carretera a mi Sur, cuando siento que