Lynda SkaroskyLos días pasaron y llegó el día de la boda, mientras me vestía no podía dejar de recordar ese otro momento cuando me casé con Christian, las lágrimas amenazaban con cubrir mi rostro, apreté mi semblante, no me dejaría vencer, tenía que ser lo suficientemente fuerte.Me miré al espejo una vez más, estaba hermosa, le hacía honor a mi título, era toda una princesa, y aunque no me desagradaba Steven, no sentía todas esas emociones indescriptibles que sentía por Christian.—¿Por qué no fuiste el hombre de mis sueños? Te convertiste en mi peor verdugo.Suspiré y unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos, minutos antes eché a todos porque necesitaba un poco de soledad, quería estar conmigo misma, aunque suene ilógico, pero a veces necesitas encontrarte, mirar en lo más profundo de tu interior y hacer una especie de inventario de lo que fuiste, de lo que eres, quieres ser o necesitas ser.Tenía tantos recuerdos dentro de mí, unos me hacían sonreír, otros avergonza
Christian Goldman Caí al suelo sintiendo que el aire me faltaba, lloraba desesperado, me sentía atormentando, no quería seguir viviendo así, la vida me pesaba, y mi interior estaba tan destrozado, no tenía nada sano, era como si alguien me hubiera apretado con fuerza, estrujándome hasta volverme jirones.No sé cómo sucedió, mas verme de esa manera hizo que mi madre se tirara desde la silla de ruedas al suelo conmigo, me tomara del rostro al mismo tiempo que me besaba y abrazaba. Era el primer abrazo que recibía de parte de ella y eso causó que mi tristeza aumentara, porque me di cuenta de que a pesar de todos mis errores, la vida siempre había sido cruel e injusta conmigo, si me paraba diez veces, ella me derrumbaba once y en mi mente decenas de preguntas formulaba.¿Por qué no pude ni tener el cariño de una madre? Hubiera dado todo mi dinero y el poder que una vez ostenté, con tal de lograr aunque sea la mínima felicidad, pero ya era imposible ¿Cómo lo lograría? No existía ninguna
Christian Goldman Caminé un buen trecho, no quise que nadie me acompañara, ni siquiera uno de los choferes, cuando recorrí un par de kilómetros, paré un taxi que en ese momento venía pasando. Apenas subí le pedí al taxista que me llevara al muelle principal de la ciudad.El conductor se inclinó hacia delante y puso en marcha el motor, ajustó el espejo retrovisor, me miró a los ojos y se sonrió de manera amable. La luz del sol se coló por la ventanilla del auto, pegando en mis ojos, suspiré, al recordar a mi familia, mis amigos, vi la mochila que me preparé para mi nueva vida con nostalgia, no puedo evitar pensar en ella en Lynda y mi corazón se arruga en el pecho como lo hacen los pliegues de un acordeón.El conductor de mi taxi se adelantó en el camino, por lo cual en menos de veinte minutos habíamos llegado al lugar, pagué el importe del traslado, tomé mi morral del piso y descendía del auto.La brisa susurra con el estruendo de las olas, el romper del mar, el silbido de las velas
Lynda SkaroskyAunque mi primera impresión fue salir huyendo, no podía hacerlo, debía pensar con calma, tenía que ser cerebral y no emocional en ese momento, no obstante, no era fácil conseguirlo, porque enseguida los remordimientos surgieron dentro de mí al recordar la forma en que traté a Christian y el dolor que se vio reflejado en sus ojos, era evidente que estaba sufriendo que le dolía nuestro pasado y yo tenía tanto resentimiento en mi interior cuando lo vi, por lo ocurrido que no sentí la mínima compasión por él. Ahora, al recordar el pasado, mi mente era un mar de confusión, porque después de escuchar esa conversación me di cuenta que fui engañada, manipulada y caí en la trampa especialmente tendida para mí.Fue inevitable traer a colación lo ocurrido con Leonard, su intento de darme una explicación y la oposición de mi abuelo y de mi tío a que hablara, todo estaba claro ahora, no pude evitar el temblor de mi cuerpo. Tenía miedo de lo que pudiera ocurrir veía al pequeño en mi
Lynda SkaroskyAnte mi petición, Joseph se quedó viendo, extendió su vista a Leonard y dio un suspiro.—Pienso que es riesgoso, hoy saldrán a buscarte donde sea, en vez de ir a sitios donde puedan encontrarte, debemos mantenernos en aquellos sitios donde no vayan a ser los primeros en sospechar que has huido.Ante sus palabras asentí, sabía que tenía razón, aunque quería tanto hablar con Christian, era una necesidad urgente de poder hablarle y decirle que sentía haber sido dura con él.Joseph emprendió el camino seguido por Leonard, y yo iba detrás de ellos; El sendero era estrecho y empinado, pero el amigo de Christian nos guiaba con seguridad, parecía como si hubiese hecho aquello, cientos de veces. Me sentía como una intrusa en su mundo, un mundo que no había tenido la oportunidad de conocer, no de esta manera, porque primero estuve prácticamente obligada a estar encerrada por Jonás y luego por la familia de mi madre; con quien tuve un poco más de libertad fue junto a Christian, él
Lynda SkaroskyLas palabras de Leonard produjeron una gran emoción en mí, mientras en mi interior sentía unas profundas ganas de ver a Christian, reencontrarme con él y pedirle una nueva oportunidad para nuestras vidas, porque al parecer él había sufrido mucho y eso me producía una gran inquietud.—Lo siento mucho Lynda, no debí participar en esto, debí haber renunciado a la realeza en ese momento y no convertirme en el verdugo de Christian —se pasó una mano por la cabeza con desesperación—. He hecho todo mal en mi vida y no tengo idea de cómo volver a organizarlo.Lo miré sin ninguna expresión, a decir verdad, no iba a alentarlo, se merecía que la conciencia le pesara de esa manera, porque así podría pagar algo del mal que había hecho.Él entendió que mis intenciones no era sentir lástima por él, ni siquiera empatía, después de la conversación le pedí dejarme sola, me acosté junto a mi hijo, lo abracé, lo olí sin poder contener la emoción creciente dentro de mí.No supe a qué hora me
Salí de allí llena de un optimismo como hacía mucho tiempo que no sentía, jamás pensé que tendría la oportunidad de ver de nuevo a Christian, de descubrir que solo fuimos víctimas de las circunstancias y que la mayoría de las cosas que me dijeron mi familia materna no eran ciertas… no podía evitar recordar ver la imagen de un hombre por completo destruido, tratando de convencerme para que no me casara, mientras yo lo despreciaba, mi corazón se encogió en mi pecho, numerosas hipótesis se abrieron paso en mi interior ¿Si le pasó algo? ¿Si de pronto Christian había perdido las ganas de vivir? Sacudí la cabeza desechando esos pensamientos, porque él tenía que saber que teníamos un hijo y ahora teníamos la posibilidad de volver a empezar.Me encontraba muy nerviosa, era un momento de incertidumbre para mí, pero estaba decidida a encontrarlo y contarle todo, su amigo Isaac decidió acompañarme mientras Leonard se quedó en casa de Christian porque necesitaba hablar con Abby, él seguramente es
Christian GoldmanCerré los ojos con fuerza, creyendo que solo se trataba de una visión, no tenía razones para pensar que Lynda fuera en mi búsqueda, sobre todo porque la última vez me trató de la peor manera.—¡Christian! —escuché gritar mi nombre de esa voz inconfundible, la cual había soñado por tanto tiempo y después sentí los delicados brazos rodeando mi cuerpo, abrí los ojos y allí estaba ella, el gran amor de mi vida.Me parecía un sueño, mi corazón se encogió en mi pecho y rogué al cielo, por si era un sueño no despertara jamás, las lágrimas salieron de mis ojos y me negaba a abrirlos, todo lo contrario, los apretaba con mayor fuerza, y en ese momento ella acarició mi mejilla.—Christian —pronunció en un sollozo—. Abre los ojos… porque para pedirte perdón por todo lo que sufriste por culpa de mi familia debo mirarte a la cara.Abrí los ojos lentamente y allí estaba ella, esa mirada tan azul como el océano, que me embrujaba hasta el nivel de la locura, con la cual soñaba todas