Lynda SkaroskyLas palabras de Leonard produjeron una gran emoción en mí, mientras en mi interior sentía unas profundas ganas de ver a Christian, reencontrarme con él y pedirle una nueva oportunidad para nuestras vidas, porque al parecer él había sufrido mucho y eso me producía una gran inquietud.—Lo siento mucho Lynda, no debí participar en esto, debí haber renunciado a la realeza en ese momento y no convertirme en el verdugo de Christian —se pasó una mano por la cabeza con desesperación—. He hecho todo mal en mi vida y no tengo idea de cómo volver a organizarlo.Lo miré sin ninguna expresión, a decir verdad, no iba a alentarlo, se merecía que la conciencia le pesara de esa manera, porque así podría pagar algo del mal que había hecho.Él entendió que mis intenciones no era sentir lástima por él, ni siquiera empatía, después de la conversación le pedí dejarme sola, me acosté junto a mi hijo, lo abracé, lo olí sin poder contener la emoción creciente dentro de mí.No supe a qué hora me
Salí de allí llena de un optimismo como hacía mucho tiempo que no sentía, jamás pensé que tendría la oportunidad de ver de nuevo a Christian, de descubrir que solo fuimos víctimas de las circunstancias y que la mayoría de las cosas que me dijeron mi familia materna no eran ciertas… no podía evitar recordar ver la imagen de un hombre por completo destruido, tratando de convencerme para que no me casara, mientras yo lo despreciaba, mi corazón se encogió en mi pecho, numerosas hipótesis se abrieron paso en mi interior ¿Si le pasó algo? ¿Si de pronto Christian había perdido las ganas de vivir? Sacudí la cabeza desechando esos pensamientos, porque él tenía que saber que teníamos un hijo y ahora teníamos la posibilidad de volver a empezar.Me encontraba muy nerviosa, era un momento de incertidumbre para mí, pero estaba decidida a encontrarlo y contarle todo, su amigo Isaac decidió acompañarme mientras Leonard se quedó en casa de Christian porque necesitaba hablar con Abby, él seguramente es
Christian GoldmanCerré los ojos con fuerza, creyendo que solo se trataba de una visión, no tenía razones para pensar que Lynda fuera en mi búsqueda, sobre todo porque la última vez me trató de la peor manera.—¡Christian! —escuché gritar mi nombre de esa voz inconfundible, la cual había soñado por tanto tiempo y después sentí los delicados brazos rodeando mi cuerpo, abrí los ojos y allí estaba ella, el gran amor de mi vida.Me parecía un sueño, mi corazón se encogió en mi pecho y rogué al cielo, por si era un sueño no despertara jamás, las lágrimas salieron de mis ojos y me negaba a abrirlos, todo lo contrario, los apretaba con mayor fuerza, y en ese momento ella acarició mi mejilla.—Christian —pronunció en un sollozo—. Abre los ojos… porque para pedirte perdón por todo lo que sufriste por culpa de mi familia debo mirarte a la cara.Abrí los ojos lentamente y allí estaba ella, esa mirada tan azul como el océano, que me embrujaba hasta el nivel de la locura, con la cual soñaba todas
Christian Goldman—Dime Christian ¿Estás de acuerdo con mi plan? ¿Vas a ayudarme a enfrentarlos? —me interrogó Lynda mirándome con una expresión esperanzada,—¿Cuál es tu plan? —pregunté sin dejar de mirarla con la misma intensidad de su mirada.—Tengo dos, pero necesito tu opinión —pidió ella, mientras caminábamos a la cocina para prepararles algo de comer, porque, aunque no me lo había dicho, seguramente estaban hambrientos.—¿Cuáles son? —pedí y enseguida me respondió.—Uno, yo regresar con ellos y hacerles creer que solo andaba por allí porque me enteré de mi hijo y tratar de socavarlos desde el interior —ella no había terminado de hablar cuando la detuve.—No, no estoy de acuerdo con ese plan, porque no voy a perderlos de nuevo cuando los acabo de recuperar… ¿Cuál es el otro? —inquirí con firmeza sin darme cuenta y ella alzó las cejas con sorpresa.—¡Vaya! Entras en papel de manera inmediata —protestó ella refiriéndose a mi actitud e ignoré sus palabras.—¿En qué consiste el otro
Christian GoldmanLa abracé fuerte, sin querer soltarla, con mi corazón lleno de amor y felicidad. Me sentía vivo de nuevo, era como si hubiese renacido. Todo lo que había sufrido durante todos estos años se había borrado en un instante, al verla a ella de nuevo. Nos dimos un largo y dulce beso, saboreando cada momento, como si fuera el último. Yo no podía creer que estuviera allí conmigo de nuevo y prometí no separarme nunca más de su lado.—Te amo Lynda, no tienes idea cuanto —le tomé la mano y se la puse en mi pecho, para que sintiera como mi corazón palpitaba por ella.—Yo también te amo —me dijo y empezó con su mano a abrirse paso entre los botones de mi camisa, acariciando mi pecho. Le sostuve la mano por un momento, para evitar que siguiera recorriéndolo, y ella me miró con los ojos desconcertado.—¿Por qué me detienes? —preguntó y por un instante sentí vergüenza de responderle, por un momento intenté apartar mi rostro y ella me lo sostuvo.—Lo que sucede es que… —titubeé, resp
Christian GoldmanNo sé por cuanto tiempo dormí, solo sentí como la habitación oscurecía, me desperté al principio sobresaltado, pensando que solo había sido un sueño, pero al ver a un lado, los vi a los dos durmiendo y mi corazón saltó de alegría en mi pecho, no pude evitar sonreír. Me levanté con cuidado de no despertarlos, me duché y me fui a la cocina a prepararles algo de comer, no sin antes recoger las sábanas y todas las cosas que había lavado.Mientras lo hacía no pude evitar acercarme a la flor de ángel dorado… y me sonreí, yo antes era quizás muy escéptico, pero en ese momento no quedaba ningún rastro de esa característica en mí, porque cuando el señor que me trajo a la isla me habló de la leyenda de la flor y me dijo que podía pedirle un deseo, yo pedí a mi esposa y mi familia de vuelta y allí estaba.Por un momento me quedé allí parado, olfateando el fragante aroma marino, cerré los ojos y dejé que el viento golpeara mi rostro, cuando de pronto sentí un delicado cuerpo abr
Christian Goldman —Gracias, nos vemos en la casa —le dije y corté la llamada.Cuando llegamos a tierra firme, no quise pedirles a los muchachos que nos buscaran, tenía temor que estuvieran siendo vigilados y que terminaran atrapándonos. Ayudé a Lynda a cubrirse el cabello para que no pudiera ser identificada.—Deben tener cuidado, hay guardias de la corona por todos lados… la están buscando princesa —dijo el hombre y sentí cómo el cuerpo de mi esposa se tensaba debajo de mi mano.El hombre se dio cuenta de que estábamos preocupados porque él la acababa de reconocer y negó con la cabeza.—Yo no soy enemigo… soy aliado, y mi lealtad está siempre con usted princesa —habló el hombre y se notó la sinceridad en sus palabras.—Gracias —respondí—. Solo quiero que vea esta tarde la rueda de prensa que tenemos y le diga a toda la gente que pueda… hoy mismo sabrán las razones que ha tenido la princesa para huir.Luego de despedirnos, caminamos aproximadamente dos kilómetros desde donde nos dejó
Lynda SkaroskyCuando los vi no pude evitar sentir miedo, sobre todo a mi tío Salvatore, sabía que él era capaz de hacer todo por la institucionalidad y en ese momento yo estaba a punto de perjudicar a la corona, mi cuerpo se estremeció de temor cuando se acercó a mí y me dijo en solo un susurro audible para mí.—Hablemos y lleguemos a un acuerdo… no puedes destruir las esperanzas de este país… hasta tu madre se sacrificó por la corona, ¿Harás que todo lo que ella hizo sea en vano?—Príncipe Salvatore, que bueno que este aquí, no sé si no sabe lo que está ocurriendo, o si usted es partícipe de este complot en contra de mi legítima esposa —habló mi esposo con firmeza de manera que todos murmuraron con una expresión de sorpresa.—Usted está equivocado señor Goldman, yo soy el legítimo esposo de la princesa Lynda Skarosky. Todo el país fue testigo cuando nos casamos hace unos días ¿Qué pretende con su mentira? —dijo el hombre mirándolo de manera despectiva—. Usted estaba casado, era con