CAPÍTULO 79: IRREMEDIABLEMENTE ENAMORADO DE TI.Enzo se acercó con una calma intimidante y sus ojos azules brillaban con una mezcla peligrosa de deseo y poder, devorándola con la mirada.—Vas a entregarte a mí, y haré que descubras cosas de ti misma que ni siquiera imaginabas, amore.Su voz era baja, grave, cargada de esa sensualidad dominante que hacía que el aire pareciera más denso. Lana lo miraba con una mezcla de expectativa y nerviosismo. Y sin decir más, Enzo ató sus muñecas con unas correas de cuero negro.—Voy a inmovilizarte, tesoro, para que todo lo que sientas sea por mí. Nada te distraerá. Serás mía completamente.Lana asintió, con el corazón golpeándole con fuerza en el pecho. Enzo comenzó a atar sus muñecas a una argolla en el poste de la cama, asegurándose de que estuvieran sujetas, pero sin hacerle daño, inmovilizándola por completo.Ahora estaba completamente expuesta, indefensa ante él, su cuerpo tendido como una ofrenda.Se apartó un momento para admirarla. Sus ojo
CAPITULO 80: ÉL ERA SUYO Y ELLA ERA DE ÉL.Enzo se estrelló dentro de ella de un golpe implacable. El aire abandono los pulmones de Lana en un grito áspero, y se sacudió debajo de él. Su grosor duro la llenó casi dolorosamente. Ella podía sentir cada centímetro de él, pulsando dentro de su húmedo calor. Presionó la cara contra su hombro y gimió ruidosamente. Y Enzo se retiró por completo, solo para volver a entrar en ella con tanta fuerza que lucho por respirar. La folló implacablemente, cada empuje con cruda necesidad. —Te amo —susurró contra su cuello—. Y solo te amare a ti, mia vita.Svetlana se apretó a su alrededor cada vez que le estrellaba contra ella. Más fuerte. Más rápido. Más profundo. Y pronto sus embestidas controlados perdieron su control. — ¡Eres mía! —gruñó en su oído, con la respiración era áspera. — ¡Si! —respondió ella, dolorosamente consciente de su necesidad porque sentía lo mismo.La sensación era demasiado. El cuerpo de Lana estaba hormigueando y fuera
CAPÍTULO 81: FUEGO INTERIOR.Al día siguiente, tal como lo había prometido, Enzo se marchó temprano. Svetlana lo vio salir desde una de las ventanas de la mansión, con el corazón dividido entre el temor y la esperanza. Aunque una parte de ella aún se sentía insegura, confiaba en que Enzo cumpliría su palabra y no le haría daño a su padre. Él había demostrado ser muchas cosas, pero no alguien que rompiera sus promesas. Además, había algo más que no podía ignorar: la emoción que la invadía al saber que finalmente tendría a su pequeño ángel con ella, en casa.—Seremos lo que somos... una familia —pensó, dejando que esa idea llenara su pecho de calidez.Su corazón comenzó a latir más rápido al imaginarlo: su hijo corriendo por los pasillos, las risas llenando los espacios vacíos de la mansión, y Enzo, junto a ella, siendo el padre que su bebé necesitaba. Era una pequeña familia, pero era su familia.De repente, un pensamiento cruzó su mente como un rayo.—¡No tiene una habitación! —exclam
CAPÍTULO 82: ¡LA PALIZA DE TU VIDA!Svetlana caminaba junto a Any por los largos pasillos de la mansión, deteniéndose de vez en cuando para inspeccionar las habitaciones. Ya habían visto varias, pero ninguna le parecía adecuada para su bebé. Algunas eran demasiado oscuras, otras demasiado pequeñas, y ninguna tenía esa sensación cálida que ella buscaba. Su paciencia empezaba a agotarse, pero se detuvo frente a una puerta que llamó su atención.Al girarse hacia Any para pedirle que abriera, notó que la joven sirvienta se había puesto pálida, con los ojos muy abiertos y las manos temblando ligeramente.—¿Qué pasa, Any? —preguntó, frunciendo ligeramente el ceño—. ¿Por qué te pones así?La chica tragó saliva con dificultad y bajó la mirada, como si no se atreviera a responder.—Es... que... esta es la habitación que ocupa la señorita Greta, mi señora —murmuró al fin, con un hilo de voz.Svetlana arqueó las cejas, sorprendida.—¿Ella duerme aquí? —preguntó, señalando la puerta con un gesto
CAPÍTULO 83: COMPLOT EN LAS SOMBRAS.Y antes de que Greta pudiera procesar lo que acababa de escuchar, Svetlana se lanzó sobre ella con una velocidad inesperada. En cuestión de segundos, Greta estaba contra la pared, intentando inútilmente protegerse mientras Svetlana le daba un derechazo que la hizo tambalearse.—¡¿Qué demonios haces?! —gritó Greta, tratando de apartarse, pero Svetlana no le dio respiro.—¡Esto es por meterte con mi bebé! —gritó Svetlana mientras la sujetaba del cabello y le daba un empujón que la hizo caer al suelo.Greta gritaba como una loca, moviendo los brazos sin ningún tipo de coordinación, pero Svetlana estaba completamente fuera de control. Se subió sobre ella y comenzó a darle pequeños puñetazos mientras Greta seguía chillando.—¡Jamás! —gritó Svetlana, dándole una bofetada en la cara—. ¡Vuelvas! —Otra bofetada—. ¡A hablar de mi hijo!—¡Estás loca! —chilló Greta, tratando de zafarse, pero solo logró que Svetlana la sujetara con más fuerza.—¡¿Quién es la lo
CAPÍTULO 84: SOMBRAS EN LA MANSIÓN.La mansión respiraba un aire denso, preñado de secretos y mentiras. Mientras Enzo, a miles de kilómetros, se encontraba lejos y ajeno a la tormenta que se avecinaba.De un momento a otro, la silenciosa mansión se transformó en un infierno. Los disparos resonaron como ecos de muerte, mezclados con los gritos desgarradores de los sirvientes y el retumbar de botas pesadas.Svetlana se despertó con el corazón martillándole en el pecho. Apenas podía procesar lo que estaba sucediendo. Cada disparo era una advertencia de que el peligro estaba cada vez más cerca. Y cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe, el tiempo pareció detenerse.En el umbral, Boris apareció como una sombra siniestra, su rostro iluminado por la tenue luz del amanecer. Pero no era la luz lo que llamaba la atención, sino la expresión cruel que deformaba su rostro. Sus ojos brillaban con una mezcla de ira y satisfacción, y su sonrisa torcida parecía una promesa de sufrimiento.
CAPÍTULO 85: ¡MÁS TE VALE QUE ME MATES!La habitación estaba cargada de tensión; el aire pesaba como una losa sobre los hombros de Svetlana mientras luchaba frenéticamente contra Boris. Él, un hombre alto y corpulento, apenas se inmutaba ante sus intentos desesperados por apartarlo. Su mano la inmovilizó con facilidad, y la sonrisa cruel que deformaba su rostro parecía alimentarse del miedo en los ojos de ella.—¿Eso es todo lo que tienes, Svetlana? —se burló, acercándose tanto que su aliento rancio golpeó el rostro de la mujer. Svetlana apartó la cara, asqueada, mientras él soltaba una carcajada seca—. Vamos, ¿dónde está la fiera que me amenazaba hace un momento?Con todas sus fuerzas, Svetlana intentó liberarse, pateando y arañando, pero Boris no cedía. Su voz salió entrecortada, cargada de furia y desafío.—¡Te cortaré las bolas, Boris! ¡Y Enzo te las hará tragar!La risa de Boris retumbó en la habitación, una explosión gutural que parecía llenar cada rincón.—¿Escucharon eso, chic
CAPÍTULO 86: ¿VINISTE A VER SI ESTABA MUERTA?La presencia de Cassio llenó la habitación como una tormenta; su mirada era fría y calculadora, y en su mano sostenía un arma que apuntaba directamente a Boris. Su voz resonó como un trueno.—Si pensaste que Enzo dejaría desprotegida a su esposa, eres más estúpido de lo que pareces —dijo, soltando una risa corta y desviando la mirada hacia Svetlana, como si quisiera tranquilizarla—. ¿Sabes lo que me dijo antes de que viniera? Que si algo le pasaba a su Lana, él mismo incendiaría el maldito mundo. Así que, sí, está hasta las malditas bolas de amor por ti.El corazón de Svetlana se hinchó de emoción y amor, mientras que la furia de Boris se encendió como una chispa en un barril de pólvora. Apretó los dientes y trató de hablar, pero Cassio no le dio oportunidad.—¿Quieres saber cómo supe de tu pequeña rebelión, maldito traidor? —continuó, dando un paso más hacia él—. Fue fácil. Tus hombres son tan leales como ratas en un barco que se hunde. U