CAPÍTULO 75: UN NUEVO PAHKÁN. Fiódor entró tambaleante en su habitación y cerró la puerta con un ademán torpe. Llevó una mano al pecho, sintiendo un dolor agudo y la sensación de que el aire apenas llegaba a sus pulmones. Su respiración era entrecortada y sofocante. De repente, comenzó a toser con violencia. Sacó el pañuelo blanco que siempre llevaba consigo y se cubrió la boca. Al retirarlo, lo vio manchado de sangre. La vista del rojo intenso sobre la tela le provocó un estremecimiento profundo. Se sintió cada vez más débil. Su respiración era casi nula, como si una fuerza invisible le oprimiera el pecho sin piedad. Cerró los ojos y, en medio de aquel silencio sofocante, pensó en Svetlana, su querida hija. «¡Oh, si pudiera verte una vez más! Solo una vez antes de reunirme con tu madre». Apoyándose en las sillas que encontraba a su paso, intentó avanzar, pero su cuerpo no respondía con firmeza. Apenas dio unos pasos cuando la puerta se abrió bruscamente. Fiódor se giró con dificu
CAPÍTULO 76: PERFECTAMENTE A SU FAVOR.El hombre estaba amarrado a la silla, los brazos tensos por las cuerdas que le cortaban la piel. Estaba desnudo, vulnerable, y su respiración era errática, casi como la de un animal acorralado. A su alrededor, el aire estaba frío, pero no tanto como el agua helada que uno de los hombres de Iván vació sobre su cuerpo. El líquido golpeó su piel como agujas, arrancándole un alarido seco.—¡Por favor! —gritó, escupiendo agua mientras trataba de retorcerse—. ¡Basta, por favor!Pero Iván no dijo una palabra. Se mantenía firme al otro lado de la sala, las sombras arañando su rostro serio y su mirada que podría helar la sangre. Sus ojos eran pozos oscuros, furiosos, sin un rastro de compasión. Solo dio una señal con la cabeza.El sonido del zumbido eléctrico fue lo siguiente. Los cables hicieron contacto con los pies desnudos del hombre, y un grito desgarrador se elevó en la habitación.—¡AAAAHHH! ¡NO! ¡NO MÁS! ¡DUELE! —Su cuerpo convulsionaba contra la
CAPÍTULO 77: TÚ ERES MÁS IMPORTANTE QUE TODO. Svetlana se abrazaba a sí misma mientras observaba por la ventana de su habitación. Pero no eran las flores del jardín lo que veía. Su mente vagaba lejos, muy lejos de allí. Veía a un niño de cabello castaño y ojos azules, tan azules como el cielo mismo. Y una sonrisa melancólica cruzó su rostro. Pero no fue solo el niño quien ocupó su mente; una imagen más serena se coló en sus pensamientos. El rostro de un hombre con el cabello blanco y una mirada apacible, su padre. Fiódor Orlov. Lo extrañaba con todo el corazón. Recordó esos meses que habían compartido juntos, en los que él, con cada gesto protector y cada palabra de amor, había llenado los vacíos de su alma. Como aquel día en el que, sentados junto al lago, él le había enseñado a remar. —Debes confiar en ti misma, hija —le había dicho con paciencia mientras la observaba maniobrar los remos—. La corriente es como la vida. Si te detienes, te lleva donde ella quiere. Si tomas el contr
CAPÍTULO 78: ENTREGATE A MI.Enzo deslizó sus labios lentamente por el cuello de Svetlana, dejando un rastro cálido y húmedo que hizo que ella cerrara los ojos y se mordiera el labio inferior para contener un suspiro. Su aliento rozaba su piel como una caricia que encendía cada centímetro de su cuerpo.—No tienes idea de lo que haces conmigo, vita mia… —murmuró él con voz ronca, tan cerca que ella pudo sentir el roce de sus palabras en su clavícula.Svetlana tembló bajo su toque, pero no era miedo, no. Era el fuego que él siempre lograba encender en ella con solo mirarla, con solo pronunciar su nombre. Y ahora, con los labios de Enzo chupando sus pechos, ese fuego amenazaba con consumirla por completo.—Enzo… —susurró.Él levantó la cabeza para mirarla. Sus ojos oscuros estaban cargados de una intensidad que hacía imposible apartar la mirada. Había algo crudo, casi salvaje, pero también algo infinitamente tierno.—Dime que soy lo único que necesitas —murmuró él.Svetlana abrió la boca
CAPÍTULO 79: IRREMEDIABLEMENTE ENAMORADO DE TI.Enzo se acercó con una calma intimidante y sus ojos azules brillaban con una mezcla peligrosa de deseo y poder, devorándola con la mirada.—Vas a entregarte a mí, y haré que descubras cosas de ti misma que ni siquiera imaginabas, amore.Su voz era baja, grave, cargada de esa sensualidad dominante que hacía que el aire pareciera más denso. Lana lo miraba con una mezcla de expectativa y nerviosismo. Y sin decir más, Enzo ató sus muñecas con unas correas de cuero negro.—Voy a inmovilizarte, tesoro, para que todo lo que sientas sea por mí. Nada te distraerá. Serás mía completamente.Lana asintió, con el corazón golpeándole con fuerza en el pecho. Enzo comenzó a atar sus muñecas a una argolla en el poste de la cama, asegurándose de que estuvieran sujetas, pero sin hacerle daño, inmovilizándola por completo.Ahora estaba completamente expuesta, indefensa ante él, su cuerpo tendido como una ofrenda.Se apartó un momento para admirarla. Sus ojo
CAPITULO 80: ÉL ERA SUYO Y ELLA ERA DE ÉL.Enzo se estrelló dentro de ella de un golpe implacable. El aire abandono los pulmones de Lana en un grito áspero, y se sacudió debajo de él. Su grosor duro la llenó casi dolorosamente. Ella podía sentir cada centímetro de él, pulsando dentro de su húmedo calor. Presionó la cara contra su hombro y gimió ruidosamente. Y Enzo se retiró por completo, solo para volver a entrar en ella con tanta fuerza que lucho por respirar. La folló implacablemente, cada empuje con cruda necesidad. —Te amo —susurró contra su cuello—. Y solo te amare a ti, mia vita.Svetlana se apretó a su alrededor cada vez que le estrellaba contra ella. Más fuerte. Más rápido. Más profundo. Y pronto sus embestidas controlados perdieron su control. — ¡Eres mía! —gruñó en su oído, con la respiración era áspera. — ¡Si! —respondió ella, dolorosamente consciente de su necesidad porque sentía lo mismo.La sensación era demasiado. El cuerpo de Lana estaba hormigueando y fuera
CAPÍTULO 81: FUEGO INTERIOR.Al día siguiente, tal como lo había prometido, Enzo se marchó temprano. Svetlana lo vio salir desde una de las ventanas de la mansión, con el corazón dividido entre el temor y la esperanza. Aunque una parte de ella aún se sentía insegura, confiaba en que Enzo cumpliría su palabra y no le haría daño a su padre. Él había demostrado ser muchas cosas, pero no alguien que rompiera sus promesas. Además, había algo más que no podía ignorar: la emoción que la invadía al saber que finalmente tendría a su pequeño ángel con ella, en casa.—Seremos lo que somos... una familia —pensó, dejando que esa idea llenara su pecho de calidez.Su corazón comenzó a latir más rápido al imaginarlo: su hijo corriendo por los pasillos, las risas llenando los espacios vacíos de la mansión, y Enzo, junto a ella, siendo el padre que su bebé necesitaba. Era una pequeña familia, pero era su familia.De repente, un pensamiento cruzó su mente como un rayo.—¡No tiene una habitación! —exclam
CAPÍTULO 82: ¡LA PALIZA DE TU VIDA!Svetlana caminaba junto a Any por los largos pasillos de la mansión, deteniéndose de vez en cuando para inspeccionar las habitaciones. Ya habían visto varias, pero ninguna le parecía adecuada para su bebé. Algunas eran demasiado oscuras, otras demasiado pequeñas, y ninguna tenía esa sensación cálida que ella buscaba. Su paciencia empezaba a agotarse, pero se detuvo frente a una puerta que llamó su atención.Al girarse hacia Any para pedirle que abriera, notó que la joven sirvienta se había puesto pálida, con los ojos muy abiertos y las manos temblando ligeramente.—¿Qué pasa, Any? —preguntó, frunciendo ligeramente el ceño—. ¿Por qué te pones así?La chica tragó saliva con dificultad y bajó la mirada, como si no se atreviera a responder.—Es... que... esta es la habitación que ocupa la señorita Greta, mi señora —murmuró al fin, con un hilo de voz.Svetlana arqueó las cejas, sorprendida.—¿Ella duerme aquí? —preguntó, señalando la puerta con un gesto