CAPITULO 128: JUSTICIA DESPIADADA.La respiración de Enzo era un caos y sus nudillos estaban manchados de sangre. El hombre frente a él no estaba mucho mejor: su rostro parecía un poema grotesco, destrozado por la furia de Enzo. Las heridas abiertas y la sangre que caía en pequeños riachuelos deformando lo que alguna vez fue su arrogancia.Ivan, que había estado de pie observando en silencio, cruzó los brazos con una satisfacción oscura en el rostro. Sus ojos nunca dejaron a Dima.—¿Ya terminaste, Enzo? —preguntó.Enzo respiró hondo, tratando de calmarse. Miró sus nudillos, agrietados, y luego al puño de hierro que aún sostenía. Con un gesto brusco, lo dejó caer al suelo, donde resonó con un golpe seco.—Sí... supongo. —Retrocedió un par de pasos.Ivan avanzó lentamente, se detuvo frente a Dima, quien apenas podía mantener la cabeza en alto.—Ahora viene la segunda parte —dijo.Dima intentó hablar, pero su boca estaba destrozada, y el dolor le impedía formar palabras claras.—Q-que...
CAPITULO 129: SERÉ UN MARIDO.Svetlana estaba profundamente dormida cuando sintió unos brazos cálidos rodearla con suavidad. Una sonrisa ligera se dibujó en sus labios antes de abrir los ojos. No necesitaba verlo para saber quién era.—¿Matteo te dio mucho trabajo? —murmuró en un susurro adormilado, mientras se acomodaba más cerca de él.Enzo dejó un beso detrás de su oreja, provocándole un leve escalofrío.—Ese pequeño diablillo no para ni dormido —dijo divertido—. Si fuera un mafioso, ya tendría toda la ciudad bajo su mando.Svetlana rió suavemente mientras suspiraba, girándose para quedar frente a frente con él. Sus ojos, a pesar de estar aún cansados, brillaban con cariño.—Bueno… tal vez es que se parece un poco a su padre.Enzo arqueó una ceja, fingiendo ofensa, pero no tardó en sonreír antes de besarla con suavidad en los labios.—O a su madre…Ella rió otra vez y negó ligeramente con la cabeza.—Tiene mucho de ambos.Por un momento, ambos se miraron en silencio, disfrutando de
CAPITULO 130: VOLVER.UN AÑO DESPUES…La brisa marina acariciaba el rostro de Svetlana, despeinando suavemente su cabello mientras sus pies descalzos se hundían en la arena. Su sonrisa era amplia, y sus ojos no se apartaban del hombre que, a unos metros de distancia, jugaba entre las olas con su hijo. Enzo, vestido con unos pantalones cortos oscuros y una camiseta blanca ajustada que dejaba ver su figura atlética, corría por la orilla con Matteo en brazos. El pequeño, de apenas un año, reía a carcajadas mientras su padre lo alzaba en el aire, simulando que era un avión.—¡Aquí viene el avión más rápido del mundo! —decía Enzo, girando sobre sí mismo mientras Matteo agitaba sus pequeñas manos, balbuceando sonidos incomprensibles entre risas.—Baaa... ¡baaa! —exclamó el niño, señalando hacia las olas, como si quisiera alcanzarlas.—¿Las olas? —preguntó Enzo, fingiendo sorpresa mientras lo acercaba un poco más al agua—. Bueno, capitán, ¡vamos directo hacia ellas!El pequeño soltó una carc
CAPITULO 131: VOLVERAS SOLO.En la sala de la casa, Enzo dejó su vaso de jugo sobre la mesa. El cristal hizo un leve sonido al tocar la superficie, pero él no le prestó atención. Finalmente, giró la cabeza y miró a su amigo, que estaba sentado al otro lado del sofá.—Cassio, ¿qué es realmente lo que te trae aquí? —preguntó con calma, aunque en su tono había una ligera nota de impaciencia.Cassio, visiblemente nervioso, bajó la mirada hacia Svetlana, quien estaba sentada en un sillón cercano. Su silencio fue elocuente, y el ambiente en la habitación se tornó más denso. Enzo arqueó una ceja, como si ya sospechara que algo importante se estaba cocinando.Sin soltarle la mirada a su amigo, extendió la mano hacia Svetlana y le tomó los dedos con delicadeza. Luego habló con firmeza.—Habla. Entre mi mujer y yo no hay secretos.Cassio asintió lentamente. Respiró hondo y se aclaró la garganta antes de hablar.—Recibí informes... —empezó —. Los Torriani han comenzado a atacar los negocios de l
CAPÍTULO 132: NADA VIENE SIN RIESGOS.Cassio se había ido temprano esa mañana, decidido a adelantar las cosas en Chicago. Enzo lo había acompañado hasta la puerta, prometiendo que lo seguiría pronto. Pero antes de irse, quería intentar una vez más arreglar las cosas con Svetlana. Ella, sin embargo, seguía firme, negándose a cambiar de opinión. La casa estaba en silencio salvo por los suaves quejidos de Matteo. El pequeño estaba sufriendo el dolor de la dentición, y Svetlana lo llevaba en brazos, tratando de calmarlo mientras paseaba de un lado a otro.—Shhh, mi amor, ya pasará... —susurró ella, besando su frente—. Sé que duele, pero mamá está aquí. Todo estará bien.Pero Matteo no se calmaba. Lana, aunque tranquila por fuera, sentía cómo la frustración y la tristeza se acumulaban en su interior. Entonces, Enzo apareció en la sala. Había estado observándolos desde la puerta, con las manos en los bolsillos y un gesto indeciso en el rostro.—Déjame intentarlo —dijo suavemente, extendiend
CAPÍTULO 133: LO QUE NUNCA DEBIÓ PERDER.Lana estaba sentada en el sofá, con Matteo jugando en el suelo frente a ella. La casa estaba en un silencio casi absoluto, salvo por los balbuceos suaves de su hijo y el eco lejano de las olas rompiendo contra la costa. Habían pasado días desde que Enzo se fue, pero para Lana, cada minuto se arrastraba con una lentitud insoportable. Su mirada se posaba una y otra vez en el teléfono sobre la mesa, como si esperara que sonara, aunque en el fondo sabía que no lo haría.Matteo gateó hasta ella, tirando de su vestido con sus pequeñas manos y balbuceó algo que sonaba como "pa-pa". Lana sintió cómo un nudo se formaba en su garganta. Lo levantó y lo abrazó con fuerza, como si con ese gesto pudiera ahogar el dolor que le quemaba el pecho.Pero no podía.El vacío que Enzo había dejado era demasiado grande, demasiado profundo.—No debería haberlo dejado ir —susurró para sí misma, con la voz quebrada.Miró a su hijo, que ahora agitaba sus manitas con entus
CAPITULO 134: REENCUENTRO INESPERADO.ESTUDIO MANSIÓN BIANCHI.Los informes sobre los Torriani estaban esparcidos por el escritorio, y Enzo trabajaba a toda velocidad, buscando el siguiente movimiento en la guerra entre familias.La puerta se abrió sin previo aviso, y Alessandra entró con la seguridad de quien no necesita permiso. Llevaba un vestido negro que abrazaba cada curva de su cuerpo, y sus tacones resonaron en el suelo mientras se acercaba al escritorio. Enzo levantó la mirada, pero no dijo nada. Su expresión era fría, como siempre lo era cuando trataba con ella.—Espero no estar interrumpiendo —dijo Alessandra con una sonrisa juguetona, dejando una carpeta sobre el escritorio—. Aquí tienes los detalles que pediste. Ya sabes, sobre los Torriani.Enzo asintió brevemente, tomando la carpeta sin mirarla.—Bien. Eso era todo lo que necesitaba de ti.Alessandra ladeó la cabeza y su sonrisa ensanchó mientras se apoyaba ligeramente en el borde del escritorio, inclinándose hacia él.
CAPÍTULO 135: LA ÚNICA QUE IMPORTA.Lana estaba allí, de pie con Matteo en brazos. Sus ojos claros recorrieron la escena con rapidez, captando cada detalle: la cercanía entre Alessandra y Enzo, la forma en que Alessandra jugaba con su cabello mientras sonreía con demasiada confianza, y, sobre todo, el leve nerviosismo que cruzó el rostro de Enzo al verla.—¿Interrumpo algo? —preguntó, con un tono perfectamente neutral, aunque sus ojos permanecían fijos en Enzo con una intensidad que hizo que él se removiera incómodo.—Amore... no, claro que no —respondió, dando un paso hacia ella como si necesitara acortar la distancia entre ellos. Extendió los brazos para recibir a Matteo, pero ella no se lo entregó de inmediato.La mirada de Svetlana no se apartó un solo momento de la otra mujer en la habitación.—Cariño, Alessandra es la hija de Giancarlo —dijo Enzo rápidamente, temiendo que ella pudiera malinterpretar las cosas—. Ya sabes, con quienes cerramos la alianza.—Ah, ya veo —murmuró Lana