Respondiendo un comentario: Chicas todos mis personajes no se parecen, todos tienen debilidades y cualidades, sé que Enzo no ha sido brutal, pero entiendan que esta historia está más abocada al romance, su historia de amor, luego si les meto más sangre y balas se aburren. Pero, salvando el orgullo de mi hijo, dire que el salvo a Lana de Ricardo y además fue por ella y su hijo. Sin embargo, saben que tomo en cuenta todo, la historia de Cassio sera más sangrienta, jajajajaa
CAPITULO 126: CAZADOR CONVERTIDO EN PRESA.Después de despertar, la recuperación de Enzo fue sorprendentemente satisfactoria. El médico, mientras revisaba sus signos vitales, se permitió una sonrisa llena de asombro. Svetlana, con el corazón todavía acelerado, no pudo contener las lágrimas de gratitud. Una y otra vez agradeció en silencio que Dios hubiera escuchado sus oraciones. Pero, a pesar de esa luz de esperanza, la sombra de Dima seguía pesando sobre ellos. Nada se había resuelto, y el peligro permanecía.Y esa tarde, en la habitación de hospital, Enzo y Svetlana discutían con una intensidad que iba en aumento.—Lana, lo dejaré en claro: tú no vas a enfrentarte a Dima sola. Eso no va a pasar —dijo Enzo con firmeza.Svetlana resopló, frustrada.—Enzo, puedo manejarlo. Puedo vencerlo. Además, Ivan irá conmigo. No estaré sola.Enzo se acomodó en el sofá al pie de la cama, cruzando los brazos con un gesto testarudo.—Dije que no. No voy a dejar que te pongas en riesgo así.Svetlana
CAPITULO 127: LINDA BIENVENIDA.Dima la miró con furia, dándose cuenta de que había caído en una trampa.—¡¿Qué crees que estás haciendo?! —espetó, alzando la voz—. ¿Tienes idea de con quién estás jugando?Svetlana dio un paso más cerca, hasta quedar a unos pocos metros de él. Sus ojos se clavaron en los de Dima con una intensidad que lo hizo retroceder ligeramente.—Oh, claro que lo sé. —se rio fríamente—. Estoy jugando con un hombre que creyó que podía destruir mi vida. Y ahora, yo estoy aquí para destruir la tuya.Dima intentó dar un paso hacia ella, pero los hombres de Svetlana lo detuvieron de inmediato, apuntándole directamente al pecho.—Esto no va a terminar bien para ti, Svetlana. —Intentó sonar amenazante, pero había un leve temblor en su voz.Ella inclinó la cabeza, como si lo estudiara con curiosidad. Luego, se acercó un poco más, quedando lo suficientemente cerca como para que él pudiera sentir su presencia, pero no tanto como para permitirle reaccionar.—Oh, Dima… —susur
CAPITULO 128: JUSTICIA DESPIADADA.La respiración de Enzo era un caos y sus nudillos estaban manchados de sangre. El hombre frente a él no estaba mucho mejor: su rostro parecía un poema grotesco, destrozado por la furia de Enzo. Las heridas abiertas y la sangre que caía en pequeños riachuelos deformando lo que alguna vez fue su arrogancia.Ivan, que había estado de pie observando en silencio, cruzó los brazos con una satisfacción oscura en el rostro. Sus ojos nunca dejaron a Dima.—¿Ya terminaste, Enzo? —preguntó.Enzo respiró hondo, tratando de calmarse. Miró sus nudillos, agrietados, y luego al puño de hierro que aún sostenía. Con un gesto brusco, lo dejó caer al suelo, donde resonó con un golpe seco.—Sí... supongo. —Retrocedió un par de pasos.Ivan avanzó lentamente, se detuvo frente a Dima, quien apenas podía mantener la cabeza en alto.—Ahora viene la segunda parte —dijo.Dima intentó hablar, pero su boca estaba destrozada, y el dolor le impedía formar palabras claras.—Q-que...
CAPITULO 129: SERÉ UN MARIDO.Svetlana estaba profundamente dormida cuando sintió unos brazos cálidos rodearla con suavidad. Una sonrisa ligera se dibujó en sus labios antes de abrir los ojos. No necesitaba verlo para saber quién era.—¿Matteo te dio mucho trabajo? —murmuró en un susurro adormilado, mientras se acomodaba más cerca de él.Enzo dejó un beso detrás de su oreja, provocándole un leve escalofrío.—Ese pequeño diablillo no para ni dormido —dijo divertido—. Si fuera un mafioso, ya tendría toda la ciudad bajo su mando.Svetlana rió suavemente mientras suspiraba, girándose para quedar frente a frente con él. Sus ojos, a pesar de estar aún cansados, brillaban con cariño.—Bueno… tal vez es que se parece un poco a su padre.Enzo arqueó una ceja, fingiendo ofensa, pero no tardó en sonreír antes de besarla con suavidad en los labios.—O a su madre…Ella rió otra vez y negó ligeramente con la cabeza.—Tiene mucho de ambos.Por un momento, ambos se miraron en silencio, disfrutando de
CAPITULO 130: VOLVER.UN AÑO DESPUES…La brisa marina acariciaba el rostro de Svetlana, despeinando suavemente su cabello mientras sus pies descalzos se hundían en la arena. Su sonrisa era amplia, y sus ojos no se apartaban del hombre que, a unos metros de distancia, jugaba entre las olas con su hijo. Enzo, vestido con unos pantalones cortos oscuros y una camiseta blanca ajustada que dejaba ver su figura atlética, corría por la orilla con Matteo en brazos. El pequeño, de apenas un año, reía a carcajadas mientras su padre lo alzaba en el aire, simulando que era un avión.—¡Aquí viene el avión más rápido del mundo! —decía Enzo, girando sobre sí mismo mientras Matteo agitaba sus pequeñas manos, balbuceando sonidos incomprensibles entre risas.—Baaa... ¡baaa! —exclamó el niño, señalando hacia las olas, como si quisiera alcanzarlas.—¿Las olas? —preguntó Enzo, fingiendo sorpresa mientras lo acercaba un poco más al agua—. Bueno, capitán, ¡vamos directo hacia ellas!El pequeño soltó una carc
CAPITULO 131: VOLVERAS SOLO.En la sala de la casa, Enzo dejó su vaso de jugo sobre la mesa. El cristal hizo un leve sonido al tocar la superficie, pero él no le prestó atención. Finalmente, giró la cabeza y miró a su amigo, que estaba sentado al otro lado del sofá.—Cassio, ¿qué es realmente lo que te trae aquí? —preguntó con calma, aunque en su tono había una ligera nota de impaciencia.Cassio, visiblemente nervioso, bajó la mirada hacia Svetlana, quien estaba sentada en un sillón cercano. Su silencio fue elocuente, y el ambiente en la habitación se tornó más denso. Enzo arqueó una ceja, como si ya sospechara que algo importante se estaba cocinando.Sin soltarle la mirada a su amigo, extendió la mano hacia Svetlana y le tomó los dedos con delicadeza. Luego habló con firmeza.—Habla. Entre mi mujer y yo no hay secretos.Cassio asintió lentamente. Respiró hondo y se aclaró la garganta antes de hablar.—Recibí informes... —empezó —. Los Torriani han comenzado a atacar los negocios de l
CAPÍTULO 132: NADA VIENE SIN RIESGOS.Cassio se había ido temprano esa mañana, decidido a adelantar las cosas en Chicago. Enzo lo había acompañado hasta la puerta, prometiendo que lo seguiría pronto. Pero antes de irse, quería intentar una vez más arreglar las cosas con Svetlana. Ella, sin embargo, seguía firme, negándose a cambiar de opinión. La casa estaba en silencio salvo por los suaves quejidos de Matteo. El pequeño estaba sufriendo el dolor de la dentición, y Svetlana lo llevaba en brazos, tratando de calmarlo mientras paseaba de un lado a otro.—Shhh, mi amor, ya pasará... —susurró ella, besando su frente—. Sé que duele, pero mamá está aquí. Todo estará bien.Pero Matteo no se calmaba. Lana, aunque tranquila por fuera, sentía cómo la frustración y la tristeza se acumulaban en su interior. Entonces, Enzo apareció en la sala. Había estado observándolos desde la puerta, con las manos en los bolsillos y un gesto indeciso en el rostro.—Déjame intentarlo —dijo suavemente, extendiend
CAPÍTULO 133: LO QUE NUNCA DEBIÓ PERDER.Lana estaba sentada en el sofá, con Matteo jugando en el suelo frente a ella. La casa estaba en un silencio casi absoluto, salvo por los balbuceos suaves de su hijo y el eco lejano de las olas rompiendo contra la costa. Habían pasado días desde que Enzo se fue, pero para Lana, cada minuto se arrastraba con una lentitud insoportable. Su mirada se posaba una y otra vez en el teléfono sobre la mesa, como si esperara que sonara, aunque en el fondo sabía que no lo haría.Matteo gateó hasta ella, tirando de su vestido con sus pequeñas manos y balbuceó algo que sonaba como "pa-pa". Lana sintió cómo un nudo se formaba en su garganta. Lo levantó y lo abrazó con fuerza, como si con ese gesto pudiera ahogar el dolor que le quemaba el pecho.Pero no podía.El vacío que Enzo había dejado era demasiado grande, demasiado profundo.—No debería haberlo dejado ir —susurró para sí misma, con la voz quebrada.Miró a su hijo, que ahora agitaba sus manitas con entus