CAPITULO 102: MI LEALTAD ESTÁ CONTIGO.En la casa de Madison, Ivan le entregó el vaso de agua a Svetlana con cuidado, pero sus manos temblaban ligeramente. Ella lo tomó, pero no bebió. Sus ojos estaban rojos, hinchados por el llanto, y su voz tembló cuando habló.—Algo... algo dentro de mí lo imaginaba. Él no había llamado, traté de comunicarme con él... —Svetlana levantó la mirada hacia Ivan, y sus ojos estaban llenos de dolor y confusión—. ¿Por qué no me dijiste nada, Ivan? ¿Por qué no le dijiste a Enzo? ¿Por qué lo atacaste? ¡¿Qué carajos pasa?! —Su voz se quebró al final, y dejo el vaso sobre la mesa incapaz de contener la impotencia.Ivan por su parte, apretó el vaso que sostenía, sus nudillos poniéndose blancos. Suspiró profundamente, como si estuviera buscando las palabras adecuadas, aunque sabía que ninguna sería suficiente.—Lana... cuando Enzo fue a buscar al Pahkán... yo no sabía la verdad.Ella frunció el ceño, su confusión creciendo con cada palabra.—¿Verdad? ¿De qué ver
CAPÍTULO 103: CARA A CARA.—Bueno, bueno… —dijo Enzo, con una sonrisa torcida que no alcanzaba sus ojos. Su voz era baja, casi un susurro, pero cargada de veneno—. Mira nada más lo que tenemos aquí. Mi esposa… y su amante. Qué escena tan conmovedora.—Enzo… —Svetlana se puso de pie y trató de acercarse a él—. ¡No es lo que piensas, Enzo! Déjame explicarte…Él levantó una mano, deteniéndola en seco.—¿Explicarme? —repitió, con una risa amarga que heló el aire—. ¿Qué vas a decirme, Svetlana? ¿Que dejaste a nuestro hijo para venir a reunirte con este infeliz? —Su mirada se deslizó hacia Iván, quien apretó los puños, pero no dijo nada todavía—. ¿Qué clase de madre hace algo así? ¿Qué clase de mujer?—¡No digas eso! —exclamó Svetlana, su voz quebrándose mientras intentaba mantener la calma—. ¡No tienes idea de lo que está pasando aquí!—¡No tengo idea! —Enzo estalló, su voz retumbando en la habitación y dio un paso hacia ella—. Lo único que sé es que llegué a casa, pregunté por ti y tú est
CAPITULO 104: MANUAL PARA ENTENDERME.El aire dentro del auto era denso, pesado. La carretera avanzaba sin que nadie se atreviera a romper el silencio, hasta que Lana no pudo más. Había algo que la estaba atormentando, y aunque sabía que no era el momento, lo soltó de todos modos.—¿Quién te dijo? —preguntó, la voz baja pero directa.Enzo apretó las manos sobre el volante, la mirada fija en la carretera, como si las respuestas pudieran estar allí, en algún punto del horizonte. Sin embargo, el silencio de él hizo que Lana se enfureciera aún más. Y su frustración comenzó a aumentar.—No te preocupes, no hace falta que me digas —añadió, con la voz cargada de enojo—. Estoy segura de que fue la infeliz de Greta, ¿verdad?El no dijo nada y siguió mirando hacia delante, apretando los dientes.—Maldita serpiente... ―gruño Lana por lo bajo.Cuando llegaron a casa, Svetlana salió del auto con la rapidez de un vendaval, apenas mirando a Enzo y dejándolo atrás. Llegó a su habitación y abrió la p
CAPÍTULO 105: ROMPECABEZAS.Enzo estaba en la oficina del club, rodeado de sus empleados. La actividad del día era frenética, pero él siempre se aseguraba de que todo estuviera bajo control. Dio algunas órdenes sobre la seguridad del lugar y los problemas con ciertos clientes conflictivos.—Quiero que mantengan a esos tipos lejos del VIP. No quiero problemas esta noche. Y, por favor, que los de seguridad estén atentos a cualquier movimiento sospechoso. ¡Nada de sorpresas!Las órdenes salían de su boca con frialdad y sus empleados lo miraban con respeto; sabían lo que sucedía cuando no cumplían con sus instrucciones.En ese momento, uno de sus guardaespaldas personales se acercó a él sigilosamente, se inclinó y le susurró algo al oído.Enzo se quedó en silencio por un segundo, pero en ese breve lapso, su rostro cambió completamente. La expresión de sus ojos se tornó feroz, como si una rabia contenida estuviera a punto de estallar. —Llevalo al sotano —ordenó.El guardaespaldas asintió
CAPÍTULO 106: COOPERAR O BALAS...—¿Qué estás diciendo? —preguntó Enzo, con dureza.Avanzó hacia Iván, sus ojos ardían con una mezcla de rabia, duda y una confusión que lo consumía por dentro. Se detuvo tan cerca de él que apenas quedaba espacio para respirar entre ambos. Su voz salió como un gruñido bajo, cargado de amenaza.—Vas a explicarme lo que acabas de decir, Iván —exigió, su mandíbula tensándose—. O te lo saco a golpes.Iván sostuvo la mirada de Enzo, enfrentando el peso de su furia. Finalmente, dejó escapar un largo suspiro antes de hablar.—Después de que fui herido... quedé inconsciente por un tiempo. Cuando desperté, estaba en recuperación, y fue ahí cuando lo escuché. —Hizo una pausa, midiendo cada palabra—. Dima estaba hablando con uno de sus hombres de confianza. Este le preguntó si necesitarían a otro para culparlo, como lo hicieron con la muerte del Pahkam.La expresión de Enzo cambió al instante. Sus ojos se abrieron, y la rabia que lo dominaba dio paso a la sorpres
CAPÍTULO 107: OPORTUNIDADES. Apenas Lana abrió la puerta, se quedó congelada en el lugar. Sus ojos se abrieron como huevos fritos, mitad por la sorpresa, mitad por el miedo. Frente a ella estaban Enzo e Iván, ambos con bolsas de hielo en sus rostros, donde los golpes eran más que evidentes. Las marcas amoratadas y los cortes no dejaban lugar a dudas: se habían molido a golpes. —¡Santa mierd@! ¿Qué carajos...? —exclamó Cassio, llegando detrás de Lana—. ¿Qué pasó? ¿Decidieron resolver sus problemas como en una película de mafiosos de los años 80? ¿O simplemente les pareció buena idea probar cuál de los dos tiene la cabeza más dura? Svetlana, todavía sin comprender, dio unos pasos hacia ellos, con el rostro lleno de confusión. —¿Q-qué... qué está pasando? ¡Enzo! ¿Por qué...? —preguntó, mientras sus ojos se movían rápidamente entre las caras golpeadas de ambos hombres. Finalmente, no pudo contenerse—. ¡¿Qué coño?! ¿Ustedes... se molieron a golpes? —Yo diría que sí —intervino Cassio de
CAPITULO 108: LA GRAN PROTAGONISTA.Iván se pasó una mano por el cabello, un gesto que delataba su cansancio. Su voz sonó grave, como si las palabras le pesaran más de lo habitual.—Eso es todo lo que sé sobre Dima —dijo, mirando a Cassio y luego a Enzo, buscando un eco de comprensión en ellos—. Escapé para llegar a Lana y ponerla sobre aviso. Pero estoy seguro de que Dima no se quedará de brazos cruzados.Cassio resopló con un enfado que llenó la habitación. Se levantó del sillón con un movimiento brusco, ajustándose el reloj en la muñeca con un gesto tenso.—Si ese bastardo aparece —dijo con un tono cargado de desafío—, estaremos preparados para darle una buena bienvenida. Al estilo italiano.Por otro lado, Enzo no podía dejar de pensar en una única realidad: ahora él era un advenedizo. Aunque su padrino le hubiera dejado todo, sabía que el legítimo dueño de todo aquello era Iván. Y esa verdad lo atravesaba como una espina que no podía ignorar.Lana, que había permanecido en silenci
CAPÍTULO 109: NUNCA DEJO DE SER MÍO. La mansión Bianchi estaba repleta de invitados. Los hombres vestían trajes impecables, y las mujeres lucían vestidos de gala, sus joyas destellando con cada movimiento. Cassio conversaba animadamente con un grupo de políticos, gesticulando con su típico aire de confianza, mientras Iván, que había asistido a regañadientes, estaba apartado, observando a todos con una mirada perspicaz que no perdonaba detalle. Enzo, por su parte, atendía a unos amigos cercanos, su sonrisa ligera pero distante, como si su mente estuviera en otro lugar. De repente, el sonido de unos pasos resonó en la gran escalera de mármol, haciendo que las conversaciones se apagaran poco a poco. Los invitados alzaron la vista, y Enzo miró también. En el instante en que sus ojos se posaron en Svetlana, todo el aire escapó de sus pulmones. Ella bajaba las escaleras con una gracia que parecía casi irreal, sosteniendo a Matteo en sus brazos. Llevaba un vestido rojo impresionante, ajus