CAPÍTULO 107: OPORTUNIDADES. Apenas Lana abrió la puerta, se quedó congelada en el lugar. Sus ojos se abrieron como huevos fritos, mitad por la sorpresa, mitad por el miedo. Frente a ella estaban Enzo e Iván, ambos con bolsas de hielo en sus rostros, donde los golpes eran más que evidentes. Las marcas amoratadas y los cortes no dejaban lugar a dudas: se habían molido a golpes. —¡Santa mierd@! ¿Qué carajos...? —exclamó Cassio, llegando detrás de Lana—. ¿Qué pasó? ¿Decidieron resolver sus problemas como en una película de mafiosos de los años 80? ¿O simplemente les pareció buena idea probar cuál de los dos tiene la cabeza más dura? Svetlana, todavía sin comprender, dio unos pasos hacia ellos, con el rostro lleno de confusión. —¿Q-qué... qué está pasando? ¡Enzo! ¿Por qué...? —preguntó, mientras sus ojos se movían rápidamente entre las caras golpeadas de ambos hombres. Finalmente, no pudo contenerse—. ¡¿Qué coño?! ¿Ustedes... se molieron a golpes? —Yo diría que sí —intervino Cassio de
CAPITULO 108: LA GRAN PROTAGONISTA.Iván se pasó una mano por el cabello, un gesto que delataba su cansancio. Su voz sonó grave, como si las palabras le pesaran más de lo habitual.—Eso es todo lo que sé sobre Dima —dijo, mirando a Cassio y luego a Enzo, buscando un eco de comprensión en ellos—. Escapé para llegar a Lana y ponerla sobre aviso. Pero estoy seguro de que Dima no se quedará de brazos cruzados.Cassio resopló con un enfado que llenó la habitación. Se levantó del sillón con un movimiento brusco, ajustándose el reloj en la muñeca con un gesto tenso.—Si ese bastardo aparece —dijo con un tono cargado de desafío—, estaremos preparados para darle una buena bienvenida. Al estilo italiano.Por otro lado, Enzo no podía dejar de pensar en una única realidad: ahora él era un advenedizo. Aunque su padrino le hubiera dejado todo, sabía que el legítimo dueño de todo aquello era Iván. Y esa verdad lo atravesaba como una espina que no podía ignorar.Lana, que había permanecido en silenci
CAPÍTULO 109: NUNCA DEJO DE SER MÍO. La mansión Bianchi estaba repleta de invitados. Los hombres vestían trajes impecables, y las mujeres lucían vestidos de gala, sus joyas destellando con cada movimiento. Cassio conversaba animadamente con un grupo de políticos, gesticulando con su típico aire de confianza, mientras Iván, que había asistido a regañadientes, estaba apartado, observando a todos con una mirada perspicaz que no perdonaba detalle. Enzo, por su parte, atendía a unos amigos cercanos, su sonrisa ligera pero distante, como si su mente estuviera en otro lugar. De repente, el sonido de unos pasos resonó en la gran escalera de mármol, haciendo que las conversaciones se apagaran poco a poco. Los invitados alzaron la vista, y Enzo miró también. En el instante en que sus ojos se posaron en Svetlana, todo el aire escapó de sus pulmones. Ella bajaba las escaleras con una gracia que parecía casi irreal, sosteniendo a Matteo en sus brazos. Llevaba un vestido rojo impresionante, ajus
CAPITULO 110: TRAIDORA.Enzo permanece en silencio, su mirada fija en Greta.―Así que era cierto ―murmuró, negando con la cabeza. ―Boris era un perro rabioso, ¡y tú te arrastraste a su lado como una perra en celo!Greta se encogió ante la furia de Enzo, y antes de que pudiera hablar, él se abalanzó sobre ella, agarrándola del brazo con fuerza.―Enzo, por favor... ―logró decir, su voz apenas un susurro tembloroso. ―No entiendes, yo...―¡Cállate! ¡Maldita traidora! ―la cortó él, su mirada penetrante como un cuchillo. ―Me traicionaste. A mí, a la familia, a la memoria de mi padrino.La mención de Giuseppe la hizo estremecer y ella negó con la cabeza más asustada que nunca.―Pero yo te mostraré lo que pasa con los traidores ―siseó en su oído, antes de alejarse.Se giró hacia dos hombres corpulentos que habían aparecido en la puerta, sus rostros impasibles como estatuas.―Llévensela. ―ordenó ―A la bodega. Y que no le pase nada... todavía. Su castigo aun no lo he decidido.Greta sintió un e
CAPITULO 111: SOBREVIVR PARA COMPLETARLO.La bodega estaba impregnada de humedad y sangre. Y Greta respiraba con dificultad, sentada en el suelo frío, con la espalda apoyada contra una pared. Sus pies ahora eran un desastre: la carne viva palpitaba donde antes habían estado sus uñas, y cada movimiento enviaba una oleada de dolor ardiente por su cuerpo. Sus manos no estaban mejor, pero ella no dejaba que el sufrimiento nublara su juicio. Su mente seguía trabajando, calculando.«Tengo que salir de aquí» Pensó, mientras sus ojos recorrían la habitación en busca de cualquier ventaja.De repente, la cerradura giró interrumpiendo sus pensamientos. La puerta se abrió con un chirrido, y un hombre corpulento entró, su cara mostraba una sonrisa burlona, y llevaba un cigarro colgando de los labios. Detrás de él, un segundo guardia más joven se asomó, riendo entre dientes.—Mírala, ¿ya lista para pedir clemencia? —bromeó el primero, mientras daba una calada al cigarro y exhalaba el humo en direc
CAPÍTULO 112: CULPANDO AL HOMBRE EQUIVOCADO.Una semana había pasado, y aún no había noticias de Greta. La frustración pesaba sobre Enzo como un yunque.—¡Joder! —gritó, golpeando su escritorio. Era una rabia que no podía contener, que lo consumía poco a poco. Odiaba que Greta se saliera con la suya.De repente, el sonido de su celular rompió el silencio. Lo tomó y vio que era un mensaje de un número desconocido."¿Nunca te preguntaste si has estado culpando a la persona equivocada todo este tiempo? Qué pudiste haber sido un ingenuo, Enzo. Siempre tan seguro, siempre tan… ciego. Pero bueno, es entretenido verte atado a tus propios errores."El mundo de Enzo pareció detenerse por un momento. Su cuerpo entero quedó paralizado, y sus ojos releían el mensaje una y otra vez.«¿Es sobre mi madre?» pensó.Ese extraño mensaje encendió algo en su interior, pero no era solo furia.También dudas.«¿Y si…? No, no podía ser posible. ¿O sí?»Sin pensarlo dos veces, marcó el número. El tono apenas s
CAPÍTULO 113: NADIE PUEDE DETENERLO.Esa noche, Enzo entró en su habitación con el rostro cansado; las sombras bajo sus ojos delataban la batalla interna que libraba. Su mente seguía atrapada en la conversación con Dima.Justo en ese momento, Svetlana salió del baño, envuelta en un camisón de seda que se ajustaba a su figura con una sensualidad que dejaba poco a la imaginación. Al ver a su marido, su rostro se iluminó, pero al instante vio la preocupación en él.—Enzo —dijo, acercándose—. Te ves agotado. ¿Qué te preocupa tanto?Enzo se dejó caer en la cama y comenzó a quitarse la camisa, revelando su torso tonificado. Svetlana se subió detrás de él con una gracia felina, ayudándole a quitarse la prenda.—Déjame ayudarte a liberar esa tensión —susurró.Mientras sus manos comenzaban a masajear sus hombros, Enzo sintió cómo el estrés se deslizaba lentamente. Svetlana se acercó más, dejando suaves besos en su cuello, dejándolo sentir su aliento cálido y provocador.—Estás tan estresado, a
CAPITULO 114: PATÉTICA.Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Dima saboreaba su whisky con una satisfacción que le recorría las venas. La sensación de triunfo inminente vibraba en su interior como una melodía oscura y adictiva. Su plan estaba funcionando a la perfección, y pronto Enzo Bianchi estaría muerto. Después, sería el turno del estúpido de Iván. En cuanto a Svetlana, desde el momento en que la había visto, supo que la quería para él. No solo le atraía su belleza, sino lo que representaba: como hija del Pakham, tenerla a su lado consolidaría su liderazgo. Pensaba convertirla en su esposa, sin importar lo que ella quisiera. Y el niño… bueno, tendría una muerte rápida. Sonrió al imaginar el escenario, un cuadro perfecto de poder y victoria, y tomó otro sorbo de whisky, ansioso por llegar al desenlace de su obra maestra.De repente, uno de sus hombres apareció en la puerta, interrumpiendo su momento de gloria. —Señor… hay una mujer que desea verlo —informó el hombre con