Prólogo.
Un golpe me despertó, su sonido hizo eco en nuestra casa, escuché a mi padre gritar y por la ventana me di cuenta de que había algunos hombres de traje parados en la entrada de nuestra finca, podía adivinar que eran del banco, este año la cosecha se había echado a perder, por lo que habíamos acarreado algunas deudas que amenazaban con quitarnos lo único que conocíamos.
Samuel, mi hermano mayor trajo a Simona, ella aun pequeña no entendía muy bien y trataba de esconderse entre nosotros por los fuertes golpes en nuestra puerta, mi padre salió a atenderlos, mientras escuchábamos los sollozos de mi madre, ese día en particular lo recuerdo por completo.
Ese mismo día por la tarde, mi padre nos ordenó empacar lo más esencial, una vieja maleta y un pequeño bolso de mano de mi hermano fueron lo único que teníamos, y junto a un par de bendiciones de los ojos llorosos de nuestra madre, no fueron entregados 3 tiquetes para el tren de la 4 de la tarde.
A
Capítulo I Al cabo de una semana tuvimos noticias de nuestros padres, habían conseguido un aplazamiento de la deuda, Samuel quería que nos devolviéramos, pero mi padre tenía otros planes, mientras que nuestro tío lo apoyaba, de hecho, ese mismo día habíamos comenzado. Simona fue enviada a un colegio para señoritas, gracias a que mi madre también había estudiado en aquel lugar, y a la buena relación que tenía el padre Arminio con la madre superiora y directora del establecimiento, mi hermana recibiría el resto de sus estudios en aquel lugar, y aun que a ella no le había gustado mucho la noticia, las cosas debían ser de ese modo. En lo que a mi hermano y a mí nos concernía debíamos elegir algo que hacer, por mi parte siempre había querido estudiar algo que tuviera que ver con la medicina, porque a pesar de tener una educación básica, no era precaria y se me daba muy bien las materias, Samuel era algo más físico, tío Arminio nos invitó a desayunar para hablar de
Capítulo II El avión aterrizó y a penas toque tierra brasileña pude ver a mi hermana de pie esperándome en las puertas del lugar, escuche cuando grito mi nombre y se arrojó a mis brazos, Simona estaba preciosa, toda una señorita, no era tan alta como mi hermano y yo, pero tenía sus formas espectaculares, cosa que me hacía recordar en como mi hermano se quejaba por los pretendientes que se aparecían. – Te he echado de menos ¿sabes? – dijo apenas la bajé – todo ha sido algo complicado sin ti – asentí, no quería que la emoción me embarga justo en ese momento – ¡Vamos! – tomo mi mano y me guio hasta su carro. – ¿Cómo sigue mamá? – pregunte una vez dentro del carro – por Samuel sé que no le ha hecho muy bien su tratamiento, pidió estar en casa … – Esperamos lo peor, ella pidió estar en casa, Samuel no pudo negarse, nuestro tío ha permanecido a su lado, igual un médico – entendí que nuestro hermano no había reparado en gastos. Desde la muerte de nue
Capitulo III Aún estaba amaneciendo cuando llegamos a Butimerin. El carro de Simona estaba frente a la plaza cuando bajé del autobús, pero antes de caminar hacia él, ayudé a Idara, a bajar, incluso, le ofrecí un aventón, pero ella me dijo que no podía. Antes de despedirme de ella, me di valor y le pedí su número de móvil. Sonrió y sin ningún inconveniente me lo ofreció. ―Adiós, Joel. Dijo y se acercó para dejar un beso en mi mejilla. – Adiós, Idara, Dije casi en un susurro. La vi caminar hasta que dio la vuelta justo en la esquina. Caminé hasta el carro de mi hermana y me di cuenta de que a pesar de ser temprano había varios ojos mirándonos. Ignoré lo obvio y me subí al vehículo, estaba relajado y algo feliz. Simona me recibió con un abrazo y así nos fuimos hasta la casa que mi hermano estaba terminando. Me informó lo que había descubierto. Respiré hondo al escuchar como el pueblo había crecido y que habían llegado nuevos hacendados, p
Capítulo IV Tres meses habían pasado, tres meses desde que cuento las semanas para que el final de mi castigo llegue, era lunes y aún daba vueltas en mi cama, la iglesia ese día se mantenía cerrada, como la mayoría del pueblo. Los lunes para un pueblo como Buturrumin, era un día muerto, los negocios raras veces abrían, las tiendas se mantenían cerradas y la poca gente que transitaba, seguramente salían de sus casas por emergencia o trabajo. Aún estaba en la cama, hablaba por W******p con Idara, ella estaba visitando a su madrina en la finca Sousa, suspire al recordar las veces que nos hemos visto, ella trabaja con mi hermana en su tienda de martes a sábados, los domingos estaba conmigo en la iglesia y los lunes iba donde su madrina, por ellos todos los lunes me ponía nervioso, ella sabía de mi historia con Luciana, pero Luciana no sabía de lo que había entre nosotros. Pero, sinceramente ¿Qué había entre Idara y yo? Ella era una chica joven, con muchas posibil
Capítulo V Desperté, amanecía, el aroma a café era embriagador, ese día hacía frío, pero la casa estaba temperada, anoche no pude articular palabra y me dejé hacer por ella, pero sé que ella tiene preguntas, me di valor y me puse de pie, quería sacar todo lo que tenía dentro, pero cuando abrí la puerta para salir de mi habitación, vi a mi hermano y hermano, sentados junto a Idara, ella me sonrió tímidamente y luego volteo los ojos hacia mis hermanos. Saludé y me senté junto a ellos, nos quedamos en silencio, un nervioso e incómodo silencio, pronto el móvil de mi bella morena sonó, era su alarma, debía irse, debía dejarme solo con mis hermanos, ella observó y sonrió, yo mantenía la mirada en sus movimientos. – Señores – dijo, por primera vez desde que me senté a su lado - ¿llega a abrir? – preguntó directamente a Simona quien negó con la cabeza y le paso un manojo de llaves – puntualmente a las 9 – mi hermana volvió a asentir – un gusto verlo, como siempre – e
Capítulo VI Una semana había pasado desde la muerte de la señora Clara, 7 días en los que no había sabido nada de Luciana, de abogados, ni siquiera del pueblo, había pasado en la finca ayudando a mi hermano y haciendo los trámites para validar mi título en medicina, aunque ya no me dedicaría a ello. Por mi hermana me había enterado de que todo el pueblo, sabía sobre lo mío con Idara, mi morena había tenido problemas con su madrina, pero eso no dejaba que le afectara. Todos los días iba a dejarla al local de Simona y luego por la tarde iba a buscarla, habíamos hablado mucho sobre nuestras metas, yo ya no era un veinteañero, quería hacer algo con mi vida, algo que yo quisiera sin depender del permiso de nadie. Aunque yo había elegido el sacerdocio, todos sabían que lo había hecho por mi familia, por el bien de mis dos hermanos, yo no hubiese sido capaz de manejar todo lo que pasó Samuel, mientras yo estaba en el seminario. Menos hubiese podido guiar a Simona, e
Capítulo VIIParpadee un par de veces mi cabeza dolía y las paredes blancas con una fuerte luz no ayudaban mucho, trate de moverme, pero mi espalda era un asco, esto me hizo recordar las habitaciones en el primer seminario al que asistí, me reí y de pronto vi a mis hermanos delante de mí, los dos tenían caras de pocos amigos, se veían trasnochados, algo cansados, pero luego recordé todo.– Idara – dije y ellos se apresuraron a mí - ¿Cómo está Idara? – los dos se miraron y Samuel negó con la cabeza - ¡¿Dónde está Idara?! – un dolor a la altura de mis costillas me obligo a doblarme y poco a poco todo volvió a ser negro.Cuando volví a despertar todo estaba oscuro, Simona dormía a mi lado, sentada sobre un sillón, me estire y comprobé por mí mismo que el dolor de la espalda ya no era
Capítulo VIIIUna semana más tuvo que pasar para que mi morena saliera del hospital, pero allí pase con ella todos los días, con buenas visitas, otras algo inesperadas, familiares y uno que otro amigo.Habíamos hablado mucho y nuestro siguiente paso era ir por Emilio, él no merecía estar de casa en casa, si tenía a su familia, pero esta vez decidimos hacerlo tomando un avión a São Paulo, quedándonos en la casa familiar, y partiendo por él al día siguiente, quería ver que necesitaba, comprarle sus cosas.Y así fue como todo sucedió, salimos un lunes por la mañana, Samuel nos llevó hasta el aeropuerto, él me entregó un manojo de llaves que eran de la casa en la ciudad, allí llegamos un par de horas después, nos instalamos y luego de un baño y un cambio de ropa, tomamos el carro y emprendimos camino hasta l