Júpiter Amato El vuelo se me hizo eterno, sabía que estaríamos en la madrugada en NY, pero jamás pensé que me pesaría tanto el viaje, apenas tocamos tierras, todo comenzó a complicarse, nuestro equipaje no estaba aún procesado y otro avión estaba aterrizando en la pista privada, medio personal salió a atenderlos, me di cuenta de que se trataba de Don Rogelio, él venía con más personas, pero cuando me di cuenta de quién se trataba, quise enterrarme vivo en ese minuto. No deje nada, baje la mirada y traté de poner algo en mis audífonos que justo se habían desconectado, solté un suspiro derrotado ¿Cómo podría nuestro encuentro ser tan inoportuno? Sabía muy bien que ella no quería verme, evitó en todo momento mis ojos, mi cuerpo, tan siquiera mi silueta, ella me odiaba, no había duda. Del brazo de nuestro socio venía Esmeralda, ella se veía más feliz de lo normal, su grupo de amigos la seguía, apenas entraron al edificio, su rostro cambió, todos se quedaron a un lado del lugar, mientras
Esmeralda – Nos vamos a casar – dijo mi hermano, mientras bebíamos café en Central Park – algo pequeño, incluso habíamos pensado en irnos por ahí, casarnos y disfrutar de un viaje para los dos – me hacía ilusión que estuviera tan bien, pero sabía que los médicos habían dicho que tendría una mejora antes de su último momento - ¿Qué piensas hermanita? Desde que llegamos te veo misteriosa. – Me gusta que seas feliz – tomé su mano y seguimos caminando de esa forma – si te hace feliz casarte, hazlo, si quieres viajar y tener una luna de miel, anda, vete de viaje, sé feliz – los dos reímos – creo que nos merecemos eso, tú te lo mereces. – Tú también mereces ser feliz – y esa frase se me quedó pegada en la cabeza todo el día. La tarde paso rápido, comimos juntos en el restaurante, pero luego nos fuimos a casa, Rubí junto a Zafiro fueron a sus respectivas universidades, Diamante estaba con mi hermano, ellos no se despegaban y los demás estaban en sus labores, no había nadie con quien poder
Júpiter Amato – No lo vuelvas a decir – implore – no digas eso jamás, nosotros no somos un error, en ningún momento – la cubrí con mis brazos, no la deje ir, aunque sabía que lo tendría que hacer ahora o en un rato más – por favor, solo hablemos. – Está bien, me quedo, solo al desayuno – respondió sin mirarme a los ojos – pero, por favor, suéltame. La dejé ir y mientras terminaba de vestirme, mi móvil sonó, conteste de inmediato y mi padre por primera vez en años estaba gritándome del otro lado de la línea, exigía mi presencia de inmediato, no sabía qué sucedía y hable firmemente con él. – Hijo, no estoy molesto, no es sobre nuestras empresas y lo que anoche hiciste - él ya lo sabía – Milenka está aquí, exige verte, viajó toda la noche desde Italia hasta aquí – maldición, maldición, maldición, mi mente gritaba. – Dile que estoy en mi casa, que llegaré en un par de horas, inventale algo sobre el desfase horario o solo dile que recién estoy despertando – susurro un sí y escuche la v
Esmeralda Maneje directo al restaurante, allí me encontré solo con Diamante, ella se me quedó viendo, bien sabía dónde estaba, pero no diría nada, solo se limitaría a pedirme que me cuidara, solté un suspiró y pedí un café, estaba algo confundida no lo podía negar, Júpiter me había pedido tiempo, pero ¿para qué? Entre los dos todo estaba claro, él sería padre de un bebe que tendría junto a Milenka, un escalofrío recorrió mi espalda. Mi hermano llegó a la mesa con una bandeja con dulces, eso me gustaba, lo saludo y comencé a comer junto a ellos, sinceramente no me podía quitar la noche anterior de la cabeza, me pasaba lo mismo, pero ¿Por qué? Yo debería odiarlo, debería estar molesta, pero no logro encontrar un motivo para molestarme con Júpiter. Nos casamos, él lo hizo, pero no me molesto, no lo justifico, sus actos fueron egoístas, pero el tiempo que se dio para hacerme confiar en él, me logro demostrar que sus sentimientos hacia mí eran sinceros, lo que sucedió con Milenka fue ant
Júpiter Amato La canción comenzó y el novio avanzó hasta el altar, luego de eso fue ella, feliz, observando fijamente a su hermano, casi pude ver el brillo de la emoción en sus ojos, es que nadie me podía decir que esto no era algo perfecto en la mente de mi preciosa Esmeralda. Luce preciosa, me había encantado el detalle que tuvo conmigo, pensé que jamás volveríamos a tener un momento para nosotros, pero estas cosas son las que no me dejan perder la esperanza de que podemos seguir con nuestros planes como pareja, ¿y por qué no? Lograr en algún momento tener nuestra propia familia, porque ese era mi anhelo, vivir con ella esa experiencia. A mi mente vino nuestra boda, ella luce preciosa, aunque no sabía que se estaba casando conmigo, dijimos que, sí y ella bromeó con que todo esto fuera real, una triste realidad, porque el día en que ella acepte volver conmigo celebraré una boda, una de las bodas más grandes que pueda haberse visto, será un evento desde la iglesia, hasta la luna de
Esmeralda Somnolienta, con un dolor de cabeza que amenazaba con matarme y mucha sed, desperté, extrañamente cómoda entre los brazos de mi esposo, cerré los ojos analizando la situación, sonreí al recordar que fui yo quien le pidió que se quedara, luego de reprenderme mentalmente, tome fuerzas y me levanté sin hacer ruido, me metí en el baño a darme una corta ducha y asearme, sentía que el aroma a alcohol estaba en todo mi ser. Apenas salí del baño me volví a acostar a su lado, su móvil estaba sobre la mesa de noche, lo tomé y lo encendí, dejándolo en el mismo lugar, debía haberlo apagado cuando llegamos para que no nos molestaran, bien sabía yo que ese móvil debe estar lleno de llamadas, y no me equivoque. En el silencio de la habitación se lograba escuchar, me volví a poner de pie y caminé hasta el sillón en donde había dejado sus cosas, en la pantalla figuraba el nombre de la rubia oxigenada rusa, todo mi buen humor se esfumó y desperté a Júpiter. – Ten – ofrecí su móvil – toma,
Júpiter Amato Me sentía bien, estaba feliz, había podido hablar, disfrutar y dormir al lado de mi pequeña hechicera, me sentía animado, mi noche y mañana habían sido inigualables, sonreía como un estúpido recordando como me había pedido que me quedara, como me había contado su aventura por México, había maldecido internamente al saber que ella me quería allí y yo fui tan estúpido de no poder hacerlo, me hice una promesa, la próxima vez que ella vaya a su tierra, yo iría con ella, aún debía presentarles mis respetos a su madre. Tampoco podía creer que Rogelio fuera su padre, creo que había sido un secreto a voces, ahora que lo pienso, desde que la conoció estuvo al pendiente de ella, la investigación sobre su hijo biológico quedó de lado y simplemente le bastó una muestra de ADN para confirmar sus sospechas, dicen que la sangre tira, pero esta vez fue un golpe de realidad para ambos, solo espero que mi pequeña se tome este tema con la misma tranquilidad que me lo había contado. Pase
Esmeralda Habían pasado dos días desde que mi hermano se había ido de viaje, estábamos full entre el trabajo de la pastelería y el restaurante, sin Diamante, Rubí era quien se encargaba de la administración, por lo que la organización estaba a la orden del día, por lo menos habíamos llegado a un acuerdo y podríamos tomarnos uno o dos días libre a la semana, sonreí cuando vi a Apolo entrar al restaurante, enseguida se sentó en la barra y su novia lo salió a recibir. Rubí y Apolo, eran oficialmente novios, no todos estaban contentos con esta relación, pero nada se podía hacer, era la primera vez que la veía cómoda al lado de un hombre que nos fuera Vodka, Darío o mi hermano, por a Rogelio lo toleraba, incluso se llevaban bien, pero no le gustaba que la tocaran y mi padre era un hombre muy cariñoso. De pronto los tortolitos se me quedaron viendo, para mi sorpresa Apolo venía en su papel de abogado y a notificarme sobre la demanda de divorcio que había puesto Júpiter, solté un suspiro –