MAIA CARRIZALES.Veo el techo fijamente mientras intento procesar lo que ha ocurrido.Mi mente repite una y otra vez que lo que ocurrió en realidad no sucedio y que todo esto se trata de una pesadilla, una muy mala y horrible pesadilla, pero, para mí mala suerte, sé perfectamente que mi mente se equivoca y que lo que quiero negar que sucedió si ocurrió y que no pude hacer nada para evitarlo más que dejar que utilizarán mi cuerpo a su antojo todas las veces que quiso.Y, aunque intento engañarme a mí misma e intento darle toda la razón a mis pensamientos para ignorar la realidad, la verdad es que no puedo y mucho menos con el monstruo durmiendo a lado mío tranquilamente con uno de sus brazos encima de mi estómago, siendo está una forma de abrazo o agarre para que no me mueva, lo cual ya intenté, pero solo conseguí que me sujetara más fuerte y me ordenara no moverme al menos que quisiera que Camila muriera.Siento como Nicolás se mueve un poco y mi cuerpo inmediatamente se tensa todo.—
MAURICIO CASTRO.—¡Maia! —exclamo tocando su puerta nuevamente— ¿¡Estás ahí!? ¡Despierta, floja! ¡Ya es de día!Vuelvo a tocar la puerta y al no recibir respuesta, vuelvo a llamarla por teléfono.Suspiro y regreso a mi departamento para así teletransportarme a su departamento sin ser visto.Aparezco en la sala y veo todo normal.Voy a su habitación, pero no la encuentro ahí, así que tocó la puerta del baño y como no recibo respuesta, abro la puerta para encontrarme que tampoco está ahí.¿En dónde rayos está?Vuelvo a llamarla a su celular, pero está vez, escucho el sonido de este en una parte de su muy desordenada habitación.—Con razón no me contestaba —murmuro colgando la llamada desde su celular— ¿Cómo rayos salió sin el celu...? —una idea viene a mi mente—. Deja de pensar estupideces, eso es imposible.Lanzó su celular a su cama antes de teletransportarme a mi departamento, lo cual me deja un poco más mareado y débil, pero después de descansar un rato, el malestar desaparece y vo
MAIA CARRIZALES.Voy abriendo los ojos y lo primero que veo, es algo totalmente blanco.Giro un poco la cabeza y veo una puerta, una pared y el piso.¿En dónde estoy?Intento recordar cómo llegue aquí, pero lo último que recuerdo es estar en mi habitación con Nicolás encima mío haciéndome daño nuevamente.Me empiezo a sentar lentamente en el colchón que estoy encima y después que lo logro y de que se pasa el pequeño mareo que eso me provoca, intento levantarme del colchón y caminar hacia la puerta, pero algo me lo impide y cuando volteo para ver de qué se trata, me encuentro con una de mis muñecas y uno de mis tobillos encadenados a la pared.Jalo las cadenas e intento liberarme de ellas, pero solo consigo desesperarme cuando no lo logro.Escucho algo y al voltear, veo a Nicolás entrar a la pequeña habitación.—Ya has despertado —comenta cerrando la puerta y posteriormente apoyándose en ella— ¿Has descansado bien?—¿Por qué estoy encadenada? —le digo mientras sigo jalando las cadenas
MAIA CARRIZALES.No estas aquí, no estas aquí.Siento como Nicolás me muerde en el cuello y me quejo de dolor por eso antes de empezar a sentirme un poco mareada.¡Deja de poner resis...!Bloqueo a mi molesta loba y después me concentro en mis pensamientos en un intento de evadir lo que esta ocurriendo ahora mismo y así evitar sentir placer por la mordida que me ha dado, ya que esa es una de sus formas para drogarme.—Estoy cansado —siento como sale de mí y se acuesta a mi lado viéndome a los ojos— ¿Qué esperas? No le digo nada y simplemente me coloco encima suyo.—Mucho mejor —me dice mientras yo me meto eso al cuerpo, haciendo que él suelte un gemido de placer—. Hazlo lento, ¿entendido?Asiento y empiezo a moverme sobre él como me lo ordeno mientras veo hacia la pared para no verlo a él.Aguanta, aguanta, esto terminara pronto.Siento como me toma de las caderas y hace que vaya más rápido, hasta que se detiene y siento una desagradable y, desafortunadamente, conocida sensación húme
MAIA CARRIZALES.—¿Amaris? —le cuestiono sorprendida.¿Qué hace ella aquí?—Ah, hola, Acacia —me saluda y después voltea a ver a Nicolás—. La ginecóloga ya los está esperando.—Ok.Amaris se hace un lado para que Nicolás y yo sigamos, o mejor dicho, para que Nicolás me siga arrastrando por las escaleras.—No estés tan sorprendida —me dice Nicolás mientras seguimos subiendo las escaleras—. Amaris es mi hermana.Lo veo sorprendida.—¿Qué? —le pregunto sorprendida.—Que es mi hermana —me vuelve a repetir—. Espero que me hayas escuchado, que no te lo voy a volver a repetir.Sigue arrastrandome por las escaleras mientras solo me pregunta una cosa.¿Cómo es que son "hermanos"?🌗🌗🌗🌗🌗—Muy bien —mueve un aparato—. Acuéstate, por favor.La obedezco y me acuesto en la camilla.—Hazte un poco más para abajo y pon tus pies encima de aquí, por favor —la obedezco—. Muy bien —la veo moverse hasta que después de un rato, se sienta en una silla que está en una esquina de dónde estoy acostada—. Va
MAIA CARRIZALES.—¿Vas a comer? —niego sin verlo—. Bueno, más para mí.Veo como mi plato desaparece y escucho como él empieza a comerse mi desayuno.—¿Tú en serio quieres que me embarace? —le cuestiono.—Claro que sí, ¿acaso no es obvio?—¿Y si te doy un bebé y me dejas en paz?Escucho como se le cae el cubierto encima del plato.—¿Qué? —suena sorprendido— ¿Qué acabas de decir?—Tú quieres un bebé, yo quiero mi libertad y olvidarme de todo esto —empiezo a explicar—. Así que lo he estado pensando, y, bueno, creo que lo mejor es que te dé al bebé que tanto quieres, pero no lo quiero cargar yo, yo solo te daría mi óvulo y por un...—Deja de decir tonterías —me interrumpe—. Y sobre lo del embarazo, eso no está en discusión.—No quiero embarazarme.—Eso no me importa, tienes que darme hijos o hijas sí o sí —me dice—. Y, por cierto, te estás tardando.Ninguno de los dos vuelve a decir nada y solo escucho como desayuna.—Quiero ir a verlos —le informo.—No.Levanto la cabeza y lo veo por pri
MAIA CARRIZALES.—¿Recuerdas el trato?—Sí —le respondo.—Muy bien —me dice—. En cuanto acaben de conversar, gritas avisándolo, ¿entendido?Asiento con la cabeza antes de que Nicolás salga de la oficina y que la puerta de esta, unos minutos después, vuelva a ser abierta, solo que está vez entran dos guardias custodiando a Cameron.Me levanto de la silla y espero a que le quiten las esposas para que Cameron venga a abrazarme rápidamente y yo le devuelva el abrazo.—¿Estás bien? —me pregunta preocupado una vez que nos separamos.—Eso debería de preguntártelo yo a ti —le digo y lo escaneo con la mirada—. Te ves bien.—Eso no importa —me dice— ¿Te encuentras bien? ¿Él te ha...?—Eso no importa ahora —lo interrumpo— ¿Cómo están los demás?—Bien —me responde.—Me alegro —le digo—. Yo... Me entere de que Sarah está embarazada, felicidades.—Gracias —me dice—. Felicidades también a ti, futura tía.—¿Y cuánto tiene de embarazo? —le pregunto.—Seis meses, casi siete —me revela—. Estamos esperan
MAIA COOPER.Juego con la comida en el plato muy aburrida.—Nicolás llega hoy en la noche.—¿Ah, sí? —hago que la albóndiga ruede un poco por el plato—. Que mal.Escucho como Amaris suelta un suspiro.—¿Te encuentras bien? —me pregunta.—No preguntes cosas que no te interesan —le digo.—Realmente me interesas —suelto un "sí, claro" sarcástico—. Eres mi cuñada.—Desgraciadamente —le digo—. Y aunque seamos cuñadas, eso no significa que te tenga que importar, al igual que tú no me importas en lo más mínimo.—Maia...—Maia, nada —la interrumpo y alejo un poco mi plato—. Se me quitó el apetito, provecho.Me levanto de la silla y salgo del comedor azotando lo más fuerte posible la maldita puerta.—¿Por qué estás tan enojada? —ruedo los ojos con molestia cuando escucho que me sigue—. Maia, te estoy hablando.—Y yo te estoy ignorando —le digo—. Mejor no pierdas tu tiempo y vete a otro lado.—Sabes que puedes confiar en mi —suelto una risa sarcástica—. Somos amigas.Me detengo en las escaleras