Capítulo 5.

ACACIA LUNA.

Agg, mi cuello.

¿Por qué tengo que dormir en una posición tan incómoda?

Hace mucho calor.

¿Apague el aire acondicionado?

No, espera, solo lo apago cuando tengo que salir a algún lado.

A lo mejor fue Cameron.

Pero él esta de viaje de nuevo.

¿Se habrá ido la luz?

Mejor sigo durmiendo.

Espera un momento...

¿Cuándo me dormí?

¿Cuándo llegue al departamento?

¡Los locos!

Abro los ojos, pero cuando lo hago, todo parece estar moviéndose.

Rayos,esto me está provocando dolor de cabeza.

—Al fin despiertas —me dice alguien.

Me siento en la cama rápidamente y veo como hay un hombre enfrente mío sentado en un sofá.

¿Quién es el?

—¿Quién eres? —le pregunto mientras me arrepiento de haberme sentando tan bruscamente.

Tonto dolor de cabeza.

—Dormiste mucho —me dice—. Ya anocheció, ¿tienes hambre?.

—¿Quién eres? —le vuelvo a preguntar.

—Supongo que eso es un no —me dice—. Te ves mal, ¿te duele la cabeza, verdad?

— ¿Quién eres? —vuelvo a preguntar.

—Pareces disco rayado, preciosa.

—No me digas preciosa y responde la pregunta.

—Que humor —se ríe y se acerca a mi e intenta acariciar mi mejilla, pero le doy un manotazo para que se aleje.

—¿Quién eres? —vuelvo a cuestionar.

—Soy tu mate —me responde.

¿Mi mate?

Espera, ya entendí.

—No hagas bromas y responde.

—Ya te respondí.

—Entonces dame una respuesta creíble —le digo— ¿En serio crees que voy a creer que soy tu mate?

—Lo eres, aunque no lo creas.

Sí, claro, como no.

—Si soy tu "mate" —le digo haciendo comillas con mis dedos— ¿En dónde están tu español, tu química, tu ingles y las demás?

-Debí de suponer que no lo entenderías —me dice mientras se ríe por mi pregunta.

¿Qué es tan gracioso?

—¿Por qué estoy aquí? —le pregunto.

—Porque tienes que estar a mi lado.

—Mira —me levanto de la cama y me acerco a él—. Si me dejas en libertad, juro que no le voy a decir nada a nadie sobre el secuestro, si quieres te puedo dar una cierta cantidad de dinero mensualmente.

—¡Tú no te vas a ir! —me grita agarrándome fuerte de los hombros.

Este loco está

más loco.

—Por favor, déjame ir —le pido.

—Lo siento —me suelta de los hombros—.No quise alterarme, pero tienes que comprender que no te vas a ir de aquí.

¿Qué le pasa?

—Entonces vas a ir a la cárcel.

—Para eso, tendría que haber una denuncia en mi contra y eso lo tendrías que hacer tú, cosa que no va a pasar por que no vas a escapar, y si lo haces, te juro que no duraras ni dos minutos libre.

Está demente.

—Estás loco.

—Me puedes decir como quieras, pero en algún momento me amarás tanto como yo te amo a ti.

Necesita un psicólogo.

No, un psicólogo no.

Lo que necesita es un psiquiatra.

—Ni que me fuera dar el síndrome de estocolmo.

—Para eso tendrías que estar secuestrada.

—¿Y acaso no lo estoy? —le pregunto sarcástica.

—Lo único que hice fue traerte a mi lado.

—Mejor conocido como secuestro.

—Más adelante entenderás que no es así.

—Tengo una idea —le comento—. Tú me dejas libre, sigo con mi vida normal y hago como si esto jamás hubiera ocurrido, mientras tú y los demás locos van a un psiquiatra para que los cure y para que también puedan tener una vida normal.

Que funcione, que funcione, que funcione.

—Sé que eras valiente —me dice—. Pero no sabia que eras tan valiente, definitivamente vas a ser una muy buena luna.

¿Buena luna?

¿Se refiere a mi apellido o está insinuando que estoy gorda?

—¿Y qué esperabas? —le preguntó cruzándome de brazos— ¿Acaso querías que llorara mientras te suplicaba a gritos que me dejaras ir? Por que si con eso me dejas libre, solo dímelo y lo hago.

—Otra persona en tu lugar si haría eso.

—Como tú lo dijiste —le señalo—. Otra persona en mi lugar si haría eso, pero para tu mala suerte, yo no soy otra persona, además se controlar mis emociones.

—Eso me queda claro, lo aprendiste hace algunos años, ¿no?

¿Cómo sabe eso?

—Eso no te incumbe, mejor dejemos de perder el tiempo y lleguemos a un acuerdo para que me pueda ir de una buena vez.

—Que agallas —me dice—. Este es el trato —se acerca más a mi—. Tú te quedas conmigo para siempre y olvidas la idea de escapar.

No bajes la guardia.

—Te juro que en cuanto logre salir de aquí, me voy a encargar de que termines en la cárcel o en un hospital psiquiátrico.

—Eso ya lo veremos —me reta—. Por cierto, mi nombre es Nicolás.

¿Nicolás?

¿En dónde lo he escuchado?

Cierto, ¡uno de los locos me dijo que le podía reclamar todo a Nicolás!

¡Él es Nicolás!

—Uno de los chicos locos me dijo que le podía reclamar todo a un tal Nicolás, ¿tú eres él, verdad?

—Sí, mi melodía.

¿Mi melodía?

—¿Por que me dices así?

—Deberías de comer, no es bueno para tu salud.

—No respondiste mi pregunta.

—Te hice un sándwich de tomate y queso, tu favorito.

Que rayos...

—¿Cómo sabes eso?

—Se mucho sobre ti, cariño.

Mantén la calma, no te alteres.

—¿Por que dices eso? —le pregunto intentando ser firme, sin embargo, mi voz tiembla un poco.

Tranquilízate.

—He estado cuidándote desde hace tiempo —me responde.

—¿¡Me estabas acosando!? —le cuestiono sorprendida.

—Yo diría que estaba protegiendo lo que es mío.

A la m****a todo, esto está

más lejos de mis alcances.

—No sé que quieres, pero si tu plan es matarme, venderme o tenerme prisionera para siempre, te juro que te doy todo lo que quieras, pero déjame libre, por favor.

—Todavía no lo entiendes —me dice tocándose la punta de la nariz.

Aprovecho que no me ve y corro e intento abrir la puerta de la recámara, pero termino en la cama con el encima mío agarrándome las manos.

—¡QUÍTATE! —le gritó mientras me muevo como loca debajo de él.

—Tranquilízate, no te va a pasar nada.

—¡QUE TE QUITES!

—¡Cariño, tranquilízate!

—¡NO ME LLAMES ASÍ!

-¡TRANQUILÍZATE O LE VA A PASAR ALGO A TU HERMANO!.

Al escuchar eso, me quedo quieta.

No, Cameron no.

—¡Por favor, déjame ir! —le suplico.

-—No lo puedo hacer, tienes que estar a mi lado.

Él esta demente.

—Eso no es verdad —lo contradigo—. Hay más mujeres en el mundo, alguna de ellas querrá estar contigo sin necesidad de que la obligues.

—El detalle es que esa mujer eres tú.

—¡Suéltame, ni siquiera me conoces! —le grito y vuelvo a moverme como loca.

—¡Te conozco mejor que nadie!

—¡Eso no es cierto!

—¡Es verdad, conozco cada pequeño detalle de tu vida!

—¡Conocer ciertas cosas no te hace un experto en saber todo sobre mi!

—¿¡Quieres que te lo pruebe!? ¡Por que te lo puedo probar! —me dice y como respuesta, le escupo en al cara.

—Estás loco —le digo cuando veo su expresión de enojo.

—Te voy a contar una historia —me dice y aprieta más su agarre—. Hace algunos años, nació una niña, ella era muy hermosa y probablemente fue la más buena de todas.

Ella nació siendo la segunda bebé de la familia, tenía un hermano mayor, que en el momento que ella nació, tenia cuatro años.

Desde el primer momento en que ambos hermanos se encontraron por primera vez, se creo un vínculo especial, un vínculo que a pesar de todo, jamás se rompió.

Después de algunos años, la familia empezó a crecer, pasaron de ser una familia de cuatro integrantes a una familia de siete integrantes.

Todo era normal en esta familia, pero cuando el hermano mayor estaba por terminar su carrera universitaria, murió en una trágico accidente y no mucho después, a su hermana se le detectó una enfermedad, la cual la termino matando poco después de ser detectada.

¿Qué rayos?

—¿Por qué me cuentas esa historia? —le pregunto y él solo se ríe.

—¿Te suena conocida la historia?

—No.

—El apellido de la familia era Stone.

—¿Por qué me dices eso?

—El nombre del hermano era Ian y el de su hermana era Melody.

¿Qué m****a está diciendo?

—¿Por qué me sigues contando cosas de esa historia?

—¿Hasta cuándo vas a fingir?

¿Fingir?

—No sé de qué me hablas, yo no estoy fingiendo.

—¿Sabes cuál es mi opinión de esta historia? —me pregunta y yo niego—. Creo que ambos hermanos no están muertos.

—¿Por qué lo dices?

—Porque estoy viendo a la hermana ahora mismo —me responde—. Ahora dime, ¿cómo prefieres que te llame, Acacia Luna o Melody Stone?

Lo veo muy sorprendida.

¿Cómo lo sabe?

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