Capítulo 8.

NICOLÁS COOPER.

Observo como mi luna se mueve en la cama y abraza a una almohada para seguir durmiendo.

Algo adentro de mi se mueve y me dice que está mal tenerla aquí a la fuerza, pero decido ignorarlo.

He planeado esto desde que la encontré y no voy a retroceder.

Me acerco a la cama y la cobijó hasta los hombros, está lloviendo afuera y eso hace que la temperatura baje y no quiero que se enferme.

Al verla tan calmada, me dan ganas de acostarme de nuevo con ella y seguir abrazándola hasta que se despierte, aunque ella no me quiera.

La veo por última vez y salgo de la habitación rumbo a la cocina, en donde empiezo a buscar lo necesario para preparar el desayuno.

—¡Hola! —dice Michael entrando a la casa, detrás de él entran Leon y Roberto.

¿Por qué están aquí?

—Trajimos pollo asado —informa Leon dejando cuatro bolsas en el mesa— ¿Cómo esta la pequeña fiera? —me pregunta riendo y le gruño.

—No le digan así —les digo a los tres—. Y sigue dormida.

—Pobre chama —suspira Michael—. De seguro
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