— Sería una falta de respeto hacia mi persona si yo me siento con ustedes, sigan en lo suyo, yo disfrutaré de la noche de otra manera - Dominick salió de aquella habitación, los demás hombres no dijeron nada, estaban tan metidos en sus juegos, excepto uno de ellos que miraba con ira la puerta que se había cerrado, mientras Dominick y Diane salieron del lugar. — ¿Para qué vinimos aquí? - Preguntó la mujer cuyo rostro estaba rojo por la bebida ingerida. — Tenía algo que comprobar nada más y ya lo he comprobado— Diane no entendía en lo absoluto a Dominick - no hagas el intento de entenderme por qué será en vano. Con aquellas palabras el vehículo de Dominick había llegado por ellos, Diane se subió al momento en que las puertas del automóvil se cierran, la sombra de alguien se proyecta en una de las ventanas. Las manos de Dominick estaban por encima del muslo de Diane, que con las bebidas en su cuerpo se sentía abrumada ante el tacto del hombre. — Quiero hacértelo aquí en este preciso
— Franco - Murmuró nerviosa Diane, tanto que había agachado la cabeza para evitar que sus miradas se encuentren. — Tal parece que el destino nos quiere juntos Diane - Murmuró Franco acercándose a la mujer que quiso retroceder, pero no había a donde ir, Franco había llegado junto a ella, la tomo suavemente del brazo. Diane trago saliva, además de morderse los labios, la cercanía de Franco siempre será un tormento para ella. — Franco, no es recomendable que estés aquí - Diane quería llorar, quería abrazarlo, quería escuchar que él le diga que la ama, que todo estará bien, no obstante ya nada podrá está bien. El hombre la sacó de allí, la mujer no había puesto resistencia dejándose guiar por el hombre. — Tú y yo deberíamos estar así - Murmuró Franco en voz baja, se habían colocado en una esquina en dónde parece ser que no están en la vista de nadie más. — ¿Y tu prometida? - Preguntó Diane con timidez, olvidándose por completo de la orden de Dominick. — No importa ella, me importas
Diane no supo en qué momento se había puesto nerviosa era la primera vez que sentía los latidos de su corazón desenfrenadamente, pero los besos de Dominick eran intensos, las manos del hombre acariciando cada parte de ella, de sus labios a su cuello y su clavícula, segundos después se escuchó el siseo de la prenda desgarrada, cada célula del cuerpo masculino reclamando por ella, su sangre hierve ante cada caricia, Dominick llevó su mano hasta la feminidad de ella iniciando un jugueteo con aquella zona del cuerpo de ella, Diane había respirado con dificultad mientras el movimiento del hombre se intensificaba, la mujer dejó escapar un gemido, Dominick Mascherano era un buen amante.Posteriormente, el hombre se había desvestido de manera rápida sin mucho tiempo que perder, inmovilizo el pequeño cuerpo de Diane en el sofá de su despacho, parecía inhalar la fragancia de ella, sus ojos derrochan lujuria y la desesperación de poseer el pequeño cuerpo que lo atormenta y ya con la reacción del
Ella mantenía los puños cerrados cuando sintió que ya fue suficiente, la mujer se había puesto de pie, Diane envolvió su cuerpo en la toalla, pero al salir del baño se encontró con el mismo demonio encantador observándola fijamente, por supuesto que la presencia de Dominick en su habitación la tomó por sorpresa.— No podré soportar que sigas manteniendo intimidad una vez más de lo que va de la noche hoy - Diane se defendió y efectivamente ella sabe que hacerlo una vez más la dejaría aún más peor.— No te creas muy adictiva como para que volvamos a hacerlo esta noche - Lo expresado por Dominick había generado descontento en Diane que miró de mala manera al hombre - No me mires así, acuéstate vamos a dormir.— Puedes ir a dormir en tu habitación - Diane lo miraba de una manera dominante, no quería estar cerca del hombre.— Ya te he dicho que te acuestes que vamos a dormir - Dominick se acomodó en la cama de la mujer que de inmediato le arrebató la almohada.— Vete a tu habitación o si t
En el Restaurante se había quedado en completo silencio, los Médicos y los enfermeros se sorprendieron gratamente de la presencia del hombre que avanzaba a pasos seguros hasta cierta mesa en dónde una hermosa castaña se encontraba muy sonriente, las manos de Dominick se posan por encima de la mesa, Diane levantó la vista encontrándose con aquellos ojos negros majestuosos y asesinos, Dominick tenía un aura terrible.— Doctor Mascherano - Fernando James se había colocado de pie.— No me dirijas la palabra y pasa por recursos humanos por tu liquidación - Diane se había puesto de pie al escuchar las palabras de Dominick.— ¿Estás mal? - Murmuró Diane - No puedes hacer eso.— No estoy hablando contigo y tú ya me escuchaste - aquello fue expresado a Fernando que no había mostrado ninguna emoción, de hecho tal parece que ni siguiera le importaba lo dicho por Dominick.— Diane, fue un placer compartir contigo, nos volveremos a ver - Diane se había sonrojado ante las palabras de Fernando James
— Dominick - Murmuró la Doctora. — Doctor Mascherano para ti y para el resto - El hombre se acercó a las mujeres - Dominick solamente para mi mujer, mi esposa, la única entre tantas que posee un nivel al que nadie va a llegar - lo expresado por Dominick y por la manera en que lo dijo ambas mujeres sintieron escalofríos.— Yo - la Doctora se había puesto blanca como el papel, no se imaginaba que Dominick llegaría junto a ellas, de aquella manera, mucho menos esperaba que la mujer que estaba a su lado fuera defendida por el hombre.— ¿Usted y yo tenemos algo que ver juntos? - Diane sintió que las piernas le temblaban mientras su marido estaba a escasos centímetros de ellas, por supuesto que la pregunta de Dominick fue dirigida a la Doctora.— No - la mujer lo dijo en un susurro de hecho quién tenía un enamoramiento prematuro de Dominick era ella, pero el hombre nunca le había dado ni siquiera la hora, incluso ella hubiera dado hasta el último centavo de su dinero para ocupar el puesto
Diane salió del Sanatorio en el vehículo de Dominick guiado por su propio chofer, por detrás del vehículo, aunque de manera muy discreta venía otro vehículo, cuando la mujer llegó al hotel se dirigió directamente al ascensor y marco el piso en el que se encontraba su hermana, pero antes de que las puertas de esta se cierren alguien más se había adentrado en el interior.— ¿Por qué no contestabas mis llamadas? - el hecho de que Franco irrumpa de aquella manera al lugar había tomado por sorpresa a Diane, la respiración de la mujer se había acelerado, pero no dio su brazo a torcer.— No tenía por qué responderte las llamadas, Franco entre tú y yo todo había quedado muy claro - Diane se armó de valor para expresar aquello, pero segundos después de haberlo dicho se arrepintió al observar que los ojos del hombre se habían enrojecido.— ¿Por qué lo haces todo más complicado Diane? Amarte es una maldita tortura, saber que te entregaste a otro, que otro es el dueño de tus besos, de tus caricia
— ¿Qué estás diciendo Franco? - Diana tomó el rostro del hombre entre sus manos, estuvo tentada a besarle, pero las ganas no estaban allí, lo amaba, pero el deseo no estaba en el hombre y aquello también la hace sentirse mal, Franco era la víctima aquí amar a una mujer que no tuvo otra opción que terminar casada con su cuñado - No podemos, ya no podemos es mejor que.— No Diane, ya no insistas, tú eres mía, siempre fuiste mía— Franco se llevó el rostro entre las manos.— Ya no soy tuya, porque yo me he casado con Dominick - y al momento de que Diane había expresado aquellas palabras, Franco levantó el rostro y la miró profundamente una mirada que hizo que Diane se arrepienta de haber hablado.— ¿Que acabas de decir? - La mirada de Franco era mortalmente fría, Diane por primera vez sentía que no lo conocía, por primera vez el temor de lo que Franco pudiera hacerle se apoderó de ella - Repite esas malditas palabras Diane.— Franco, tranquilízate - Diane trato de calmarlo, pero el hombre