Cuando la luz del sol se infiltra por las cortinas, Diane sintió que alguien la observaba al momento de abrir sus ojos, se había encontrado con Dominick recostado por la ventana, la mujer se había asustado mientras parpadea para acostumbrarse a la luz del sol. — Baja a desayunar, no quiero que mueras por desnutrición - Dominick salió de la habitación dejando a Diane a solas, había mirado la hora eras las 7 de la mañana Lentamente arrastró su cuerpo fuera de la cama y unos 10 minutos después la mujer salió, el hombre estaba sentado con sus piernas largas dobladas leyendo un periódico, el aroma a café llegó a las fosas nasales de Diane. — Señora, ya está su desayuno - la mucama la guio hasta el comedor, por un momento había pensado que Dominick vendría a molestar y perturbar su tranquilidad, pero aquello no fue así. No obstante, la tranquilidad se vio interrumpida de todos modos por las sirenas de las camionetas policiales, Dominick tenía una mirada de total fastidio cuando uno de los
Dominick rasgo las prendas de Diane, la mujer quería protestar, pero sus protestas fueron silenciadas con besos demandantes que lastiman su labio, las manos de Dominick recorren el cuerpo de ella, Diane seguía temblando, pero unos segundos después su cuerpo reaccionaba a las caricias de Dominick, sus bolas de nieve habían sido liberadas y Dominick no dudo en brindarles atención, Diane había emitido un quejido ante el ataque de Dominick, sus pezones estaban erectos, su cuerpo tenía escalofríos. La emoción del hombre que la acaricia con vehemencia la había contagiado, Diane quiso resistirse, pero fue imposible mientras más la tocaba ella más lo quería. Nuevos besos habían caído en su cuerpo, mientras sentía la calidez de la piel masculina en contacto con su cuerpo, Dominick le había prestado atención a su clavícula, Diane ya estaba muy húmeda y aquello había logrado arrancar una sonrisa placentera de Dominick. — ¿Estás muy excitado por ir a la comisaría por unos minutos? - Preguntó D
— Sería una falta de respeto hacia mi persona si yo me siento con ustedes, sigan en lo suyo, yo disfrutaré de la noche de otra manera - Dominick salió de aquella habitación, los demás hombres no dijeron nada, estaban tan metidos en sus juegos, excepto uno de ellos que miraba con ira la puerta que se había cerrado, mientras Dominick y Diane salieron del lugar. — ¿Para qué vinimos aquí? - Preguntó la mujer cuyo rostro estaba rojo por la bebida ingerida. — Tenía algo que comprobar nada más y ya lo he comprobado— Diane no entendía en lo absoluto a Dominick - no hagas el intento de entenderme por qué será en vano. Con aquellas palabras el vehículo de Dominick había llegado por ellos, Diane se subió al momento en que las puertas del automóvil se cierran, la sombra de alguien se proyecta en una de las ventanas. Las manos de Dominick estaban por encima del muslo de Diane, que con las bebidas en su cuerpo se sentía abrumada ante el tacto del hombre. — Quiero hacértelo aquí en este preciso
— Franco - Murmuró nerviosa Diane, tanto que había agachado la cabeza para evitar que sus miradas se encuentren. — Tal parece que el destino nos quiere juntos Diane - Murmuró Franco acercándose a la mujer que quiso retroceder, pero no había a donde ir, Franco había llegado junto a ella, la tomo suavemente del brazo. Diane trago saliva, además de morderse los labios, la cercanía de Franco siempre será un tormento para ella. — Franco, no es recomendable que estés aquí - Diane quería llorar, quería abrazarlo, quería escuchar que él le diga que la ama, que todo estará bien, no obstante ya nada podrá está bien. El hombre la sacó de allí, la mujer no había puesto resistencia dejándose guiar por el hombre. — Tú y yo deberíamos estar así - Murmuró Franco en voz baja, se habían colocado en una esquina en dónde parece ser que no están en la vista de nadie más. — ¿Y tu prometida? - Preguntó Diane con timidez, olvidándose por completo de la orden de Dominick. — No importa ella, me importas
Diane no supo en qué momento se había puesto nerviosa era la primera vez que sentía los latidos de su corazón desenfrenadamente, pero los besos de Dominick eran intensos, las manos del hombre acariciando cada parte de ella, de sus labios a su cuello y su clavícula, segundos después se escuchó el siseo de la prenda desgarrada, cada célula del cuerpo masculino reclamando por ella, su sangre hierve ante cada caricia, Dominick llevó su mano hasta la feminidad de ella iniciando un jugueteo con aquella zona del cuerpo de ella, Diane había respirado con dificultad mientras el movimiento del hombre se intensificaba, la mujer dejó escapar un gemido, Dominick Mascherano era un buen amante.Posteriormente, el hombre se había desvestido de manera rápida sin mucho tiempo que perder, inmovilizo el pequeño cuerpo de Diane en el sofá de su despacho, parecía inhalar la fragancia de ella, sus ojos derrochan lujuria y la desesperación de poseer el pequeño cuerpo que lo atormenta y ya con la reacción del
Ella mantenía los puños cerrados cuando sintió que ya fue suficiente, la mujer se había puesto de pie, Diane envolvió su cuerpo en la toalla, pero al salir del baño se encontró con el mismo demonio encantador observándola fijamente, por supuesto que la presencia de Dominick en su habitación la tomó por sorpresa.— No podré soportar que sigas manteniendo intimidad una vez más de lo que va de la noche hoy - Diane se defendió y efectivamente ella sabe que hacerlo una vez más la dejaría aún más peor.— No te creas muy adictiva como para que volvamos a hacerlo esta noche - Lo expresado por Dominick había generado descontento en Diane que miró de mala manera al hombre - No me mires así, acuéstate vamos a dormir.— Puedes ir a dormir en tu habitación - Diane lo miraba de una manera dominante, no quería estar cerca del hombre.— Ya te he dicho que te acuestes que vamos a dormir - Dominick se acomodó en la cama de la mujer que de inmediato le arrebató la almohada.— Vete a tu habitación o si t
En el Restaurante se había quedado en completo silencio, los Médicos y los enfermeros se sorprendieron gratamente de la presencia del hombre que avanzaba a pasos seguros hasta cierta mesa en dónde una hermosa castaña se encontraba muy sonriente, las manos de Dominick se posan por encima de la mesa, Diane levantó la vista encontrándose con aquellos ojos negros majestuosos y asesinos, Dominick tenía un aura terrible.— Doctor Mascherano - Fernando James se había colocado de pie.— No me dirijas la palabra y pasa por recursos humanos por tu liquidación - Diane se había puesto de pie al escuchar las palabras de Dominick.— ¿Estás mal? - Murmuró Diane - No puedes hacer eso.— No estoy hablando contigo y tú ya me escuchaste - aquello fue expresado a Fernando que no había mostrado ninguna emoción, de hecho tal parece que ni siguiera le importaba lo dicho por Dominick.— Diane, fue un placer compartir contigo, nos volveremos a ver - Diane se había sonrojado ante las palabras de Fernando James
— Dominick - Murmuró la Doctora. — Doctor Mascherano para ti y para el resto - El hombre se acercó a las mujeres - Dominick solamente para mi mujer, mi esposa, la única entre tantas que posee un nivel al que nadie va a llegar - lo expresado por Dominick y por la manera en que lo dijo ambas mujeres sintieron escalofríos.— Yo - la Doctora se había puesto blanca como el papel, no se imaginaba que Dominick llegaría junto a ellas, de aquella manera, mucho menos esperaba que la mujer que estaba a su lado fuera defendida por el hombre.— ¿Usted y yo tenemos algo que ver juntos? - Diane sintió que las piernas le temblaban mientras su marido estaba a escasos centímetros de ellas, por supuesto que la pregunta de Dominick fue dirigida a la Doctora.— No - la mujer lo dijo en un susurro de hecho quién tenía un enamoramiento prematuro de Dominick era ella, pero el hombre nunca le había dado ni siquiera la hora, incluso ella hubiera dado hasta el último centavo de su dinero para ocupar el puesto