— ¿No sabes de qué otra manera torturarme? - Preguntó Diane entre jadeos, mientras llegaba las últimas embestidas de Dominick. — Tengo mil maneras de torturarte, ¿quieres conocerlas? - Dominick había dejado escapar una pequeña sonrisa que se vislumbró en la comisura de sus labios. — Yo solamente lo decía definitivamente, no quiero conocer ninguna otra manera en la que puedas torturarme - Diane cerro los ojos al momento en que ambos al mismo tiempo encontraron su liberación. — Empecemos - Dominick salió del interior de ella y salió de la habitación, Diane había dejado estar un pequeño suspiro, su cuerpo aún no se había recuperado de las innumerables veces en la que ella y Dominick habían mantenido intimidad, pero antes de ser más holgazana se había metido en el cuarto de baño, las gotas de agua recorren su cuerpo, cuando salió envuelta en la toalla se había asustado de encontrar a Dominick sentado en la cama. — ¿Qué estás haciendo aquí? - Preguntó Diane. — Vamos a salir, te doy 3
Como era de esperarse, el típico movimiento de seguridad del hombre ya esperaba por él, Diane amaba la medicina, por ende quizás trabajar en el Sanatorio más prestigioso de Italia sería bueno, sus pacientes eran tan ricos como los ocupantes del Titanic, pero nunca había aspirado a un puesto en dicho Grupo de Medicina, de hecho ni siquiera Aylen le había mencionado absolutamente nada acerca de ello, pero allí estaba.Cuando el chófer del Vehículo había puesto en marcha el rodado el interior de la misma había caído en un completo silencio, Dominick no había vuelto a molestar a Diane, pero unos segundos después ella sintió algo frío, entrar en contacto con la piel de su brazo era una botella de agua la mujer lo había mirado con sorpresa. - Toma la pastilla - solo en ese momento Diane se había percatado de que estaba tomando las pastillas de manera continua, sabe de antemano que las pastillas del día después en ocasiones pueden presentar fallos - es un anticonceptivo y queda bajo tu resp
— No se me olvida que eres un maldito criminal que ha abusado de mi hermana y la mataste - Una furia indescriptible se había apoderado de Diane al recordarse de los resultados que había arrojado los estudios forenses. — Haces bien en recordar aquellos resultados, nunca olvides que tu hermana fue abusada y asesinada, y si no te comportas a la altura de mis exigencias quizás tengas el mismo final que tu hermana, no desobedezcas una orden mía Diane, y la primera orden es que te mantengas alejada de Franco Rizzi - Con aquellas palabras Dominick se alejó de Diane dejando a la mujer a solas en la Enfermería. Diane había terminado con la desinfección cuando al salir se había tropezado con otra doctora. — ¿Por qué no atiendes por tu jodido camino? - era una hermosa rubia que hizo que Diane retroceda un paso. — Tan solo fue un accidente - Diane la había mirado fijamente. — Pero mira nada más a quién tenemos aquí si es la hermana que se acostó con su cuñado el mismo día del funeral de la h
—¿Te acabo de hacer una pregunta? - Dominick la tomó de la barbilla y Diane no pudo evitar tener los ojos escarlata, sabe que había desafiado a un demonio. — Yo he cometido un error, pero fue el último, nunca más volverá a ocurrir - Diane tenía el rostro pálido. — No confío en ti, mucho menos en tus palabras - los labios de Dominick rozaron con fiereza los labios de Diane. — ¿Qué vas a hacerme? - Preguntó con la voz temblorosa Diane. — Hoy me has hecho muy infeliz al desobedecer mis órdenes - Sus ojos irradiando irá en su totalidad - ¿Cómo podría Dominick Mascherano dejarte ir fácilmente? - Su aliento tenía una leve fragancia a Menta y Licor, de un momento a otro sus ojos estaban brillando de lujuria y sus manos amasando el cuerpo de Diane, que no pondría resistencia en lo absoluto sabe que había cometido un error, además es consciente de que debe de mantenerse con vida para asegurarse de que su madre siga recibiendo el medicamento, manos calientes tocando cada centímetro de su pi
Cuando la luz del sol se infiltra por las cortinas, Diane sintió que alguien la observaba al momento de abrir sus ojos, se había encontrado con Dominick recostado por la ventana, la mujer se había asustado mientras parpadea para acostumbrarse a la luz del sol. — Baja a desayunar, no quiero que mueras por desnutrición - Dominick salió de la habitación dejando a Diane a solas, había mirado la hora eras las 7 de la mañana Lentamente arrastró su cuerpo fuera de la cama y unos 10 minutos después la mujer salió, el hombre estaba sentado con sus piernas largas dobladas leyendo un periódico, el aroma a café llegó a las fosas nasales de Diane. — Señora, ya está su desayuno - la mucama la guio hasta el comedor, por un momento había pensado que Dominick vendría a molestar y perturbar su tranquilidad, pero aquello no fue así. No obstante, la tranquilidad se vio interrumpida de todos modos por las sirenas de las camionetas policiales, Dominick tenía una mirada de total fastidio cuando uno de los
Dominick rasgo las prendas de Diane, la mujer quería protestar, pero sus protestas fueron silenciadas con besos demandantes que lastiman su labio, las manos de Dominick recorren el cuerpo de ella, Diane seguía temblando, pero unos segundos después su cuerpo reaccionaba a las caricias de Dominick, sus bolas de nieve habían sido liberadas y Dominick no dudo en brindarles atención, Diane había emitido un quejido ante el ataque de Dominick, sus pezones estaban erectos, su cuerpo tenía escalofríos. La emoción del hombre que la acaricia con vehemencia la había contagiado, Diane quiso resistirse, pero fue imposible mientras más la tocaba ella más lo quería. Nuevos besos habían caído en su cuerpo, mientras sentía la calidez de la piel masculina en contacto con su cuerpo, Dominick le había prestado atención a su clavícula, Diane ya estaba muy húmeda y aquello había logrado arrancar una sonrisa placentera de Dominick. — ¿Estás muy excitado por ir a la comisaría por unos minutos? - Preguntó D
— Sería una falta de respeto hacia mi persona si yo me siento con ustedes, sigan en lo suyo, yo disfrutaré de la noche de otra manera - Dominick salió de aquella habitación, los demás hombres no dijeron nada, estaban tan metidos en sus juegos, excepto uno de ellos que miraba con ira la puerta que se había cerrado, mientras Dominick y Diane salieron del lugar. — ¿Para qué vinimos aquí? - Preguntó la mujer cuyo rostro estaba rojo por la bebida ingerida. — Tenía algo que comprobar nada más y ya lo he comprobado— Diane no entendía en lo absoluto a Dominick - no hagas el intento de entenderme por qué será en vano. Con aquellas palabras el vehículo de Dominick había llegado por ellos, Diane se subió al momento en que las puertas del automóvil se cierran, la sombra de alguien se proyecta en una de las ventanas. Las manos de Dominick estaban por encima del muslo de Diane, que con las bebidas en su cuerpo se sentía abrumada ante el tacto del hombre. — Quiero hacértelo aquí en este preciso
— Franco - Murmuró nerviosa Diane, tanto que había agachado la cabeza para evitar que sus miradas se encuentren. — Tal parece que el destino nos quiere juntos Diane - Murmuró Franco acercándose a la mujer que quiso retroceder, pero no había a donde ir, Franco había llegado junto a ella, la tomo suavemente del brazo. Diane trago saliva, además de morderse los labios, la cercanía de Franco siempre será un tormento para ella. — Franco, no es recomendable que estés aquí - Diane quería llorar, quería abrazarlo, quería escuchar que él le diga que la ama, que todo estará bien, no obstante ya nada podrá está bien. El hombre la sacó de allí, la mujer no había puesto resistencia dejándose guiar por el hombre. — Tú y yo deberíamos estar así - Murmuró Franco en voz baja, se habían colocado en una esquina en dónde parece ser que no están en la vista de nadie más. — ¿Y tu prometida? - Preguntó Diane con timidez, olvidándose por completo de la orden de Dominick. — No importa ella, me importas