» ¡Mire ya estamos llegando! — Fue en ese momento que Rosse olvido cualquier pregunta que rondaba sobre su cabeza, no había un pasado o un futuro, era ese hombre que lo esperaba tan o más nerviosa que ella.
—¿Lista amiga? — Tomando su mano tratando de calmarla y Rosse puso su mano sobre la de ella.
—Más que lista, estoy ansiosa finalmente seré su esposa y siento que estoy en un sueño. —Cuando bajo del vehículo estaba ahí Martin esperándola para llevarla al altar algo que le había pedido hace varios días, es que la verdad Martin era como un hermano para Domenico y para ella era un gran apoyo, sabía que era buena persona y confiaba en lo o que podía confiar.
—Gracias por el honor futura señora Barbieri , sé que serán
Subieron a la limusina junto con Fernando quien no se despegaba del regazo de Rosse y la abrazaba con esos pequeños bracitos llenos de ternura. —Mamá, yo no me quiero quedar solito, mejor me llevan a su luna de ese ese ¿Cómo era? — Golpeando con su diminuto dedo meñique sobre su mentón tratando de recordar la palabra. —Luna de miel, pero campeón no puedes ir con nosotros — Fernando arrugo él entre cejo no le gustaba que le dijeran eso, pero como siempre estaba Rosse al rescate. —Cuando regresemos, haremos lo posible para hacer un viaje juntos, además en estos días te vendrán a buscar para que te quedes con los mellizos unos días ¿Qué te parece? ¿Te gusta la idea mi cielo? —Sin dejar de acariciar su cabello y llenarlo de besos, Fernando no podía creerlo y aplaudió tan frenético a lo que Rosse empezó a hacerle cosquillas hasta que sintió algo raro en su estómago tal vez era gastritis, ya que había comido comida con mucha grasa en el almuerzo. —Ahora si campeón ¿Me de
—¿Por qué me odias tanto? — Las lágrimas amenazan con empezar a caer como cataratas, no podía creer lo ilusa que fue, el pensar que él no podría regresar del infierno de donde nunca debió salir, pensar que se rendiría tan fácil fue estúpido, bajo la guardia y ahora está atada y obligada a ver el rostro del hombre que pensó se estaba quemando en las llamas del mismo infierno.—Nacer eso hiciste hermanita, ¿Vas a llorar? Anda llora para tu hermanito, llora si por favor, quiero verte sufrir y retorcerte del dolor hasta suplicar por tu vida, tú arruinaste mi vida y al de mi madre, tú arruinaste mi existencia, te robaste el cariño de mi padre, tú y tu estúpida madre —No quería, pero no podía evitar aun ese momento dejar que el nombre de su madre fuera mancillado.—Si mi padre se
Él quiere encontrar a la mujer de su vida. La busca con desesperación hasta casi sentir angustia por saber dónde está, al punto de sentir que las posibilidades de hallarla se hacen casi nulas, las esperanzas se le terminan con cada fracaso en su búsqueda.La necesita más bien los necesita, sabe que dentro de ella está el fruto de ese intenso amor que se tienen, solo los quiere de vuelta. No le importa hermana de quien sea, no le interesa si su sangre es la misma de aquel hombre que le destruyo la vida una vez. Nada de eso significa nada para él. Solo se aferra a que ella es la mujer con quien quiere pasar el resto de sus días y la quiere de vuelta. No importa si tiene que seguir siendo aparte de ese mundo que siempre odió. Por ella iría al mismo infierno si eso fuese necesario.Ella no quiere que la encuentren. No quiere que nadie corra el peligro que implica ser parte de su familia. Aquel apellido maldito que la condeno a tanto dolor y al exilio finalmente. No quiere que los que ama
Cuando Doménico llegaba a cualquier lugar, su gran altura, su ancha espalda seguido de esos músculos que se amoldaba a su cuerpo como un uniforme de algún superhéroe, todo ese paquete hacía que más de una girara a admirarlo como si de mister universo pasara por su lado. No pregunto, no toco la puerta solo ingreso al consultorio del médico, sin ningún gesto de haber cometido algún error—Te aprecio mucho Apolinaria como si fueras de la familia, pero no entiendo a que me has hecho venir si sabes que mi tiempo debo emplearlo en otras cosas, si tu bebé está bien no hay otra por lo que deba yo estar aquí — Él preferiría mil veces estar haciendo llamadas, hablando con los detectives privados, con los policías que había comprado para acelerar las investigaciones, todo menos estar en ese lugar que le traía tan malos recuerdos, ya que cuando despertó estaba en un hospital logro ser consciente de la pesadilla que sería su vida.—Señor, si no fuera algo importante no lo hubiera citado, el doctor
HACE TRES MESES—Cuando nos casemos me gustaría que tengamos hijos pronto, me ilusiona mucho la idea que dentro tuyo crezca un pedacito nuestro, sé que amas a Fernando como si fuera tu hijo, pero de verdad que pensar que dentro tuyo crezca algo que tuviera de los dos, me llenaría de alegría, pero no te voy a presionar, porque sé que es una decisión muy importante que no se tiene que tomar a la ligera, no es lo mismo que yo quiera a que tú lo lleves — La mirada sorprendida de Rosse era un poema, entre sorprenda y angustia, la palabra hijos no era una que le causaba en ella lo que la mayoría de mujeres sentía normalmente, adoraba a Fernando como si lo fuera, pero traer un hijo al mundo es otra cosa, sentía pavor hasta casi entrar en pánico.—Doménico yo ahora no quiero hijos, más adelante hablemos de este tema — Tratando de dar por sentado el tema.—Pero yo quiero una niña jugando por ahí, una que se parezca a ti, pero mejor no porque voy a andar espantando a los imbéciles, vamos cariño
—¡Esto es imposible! No entiendo ni una mierda ¿Qué significa esto Rosse? Ya ni siquiera sé quién eres, ¿Por qué mentirme como lo hiciste?MINUTOS ANTES—Necesito una explicación, necesito algo que me diga dónde está, ni con todo el dinero del mundo puedo tener una explicación. — Estaba cansando de no tener respuestas y ahora más que nunca sabiendo que su hijo estaba en su vientre, quería recuperarla a cualquier costo.—Señor Barbieri tengo nueva información y no sé cómo lo va a tomar —Uno de los tantos investigadores que buscaban a Rosse encontró nueva información, pero no estaba seguro de que hacer con ello, era muy delicado y con el carácter explosivo de Doménico tema por su vida.—¡Habla de una vez carajo! No vez lo delicado de la situación, no vez que mi mujer desapareció hace casi diez días y lo único que has sabido decirme tus ineptos investigadores es que no hay rastro, son tan imbéciles que no saben hacer nada — La sangre le empezaba a hervir como lava, tenía ganas de desquit
Cada espacio que daba era caminar o un lugar que gritaba su nombre, cada rincón gritaba el de Rosse por donde fuera. Esas sabanas traían tantos recuerdos por un momento se quedó en silencio y solo se sentó sobre la cama, en completo silencio, sin dejar de observar como la luz entraba por la ventana, trataba de calmarse, trataba de poder guardar la calma y pensar con la cabeza fría, pero era tan difícil aceptar que tal vez se hayan reído de él, pero era imposible él sabía que ella lo amaba, de eso no había duda, era la manera en lo que miraba, era como su cuerpo reaccionaba cuando estaban juntos, nadie podía fingir hasta amar a niño que no era suyo, pero necesitaba respuestas, necesitaba calmar su alma y su corazón, necesitaba hallar aquello que le regresara un poco de paz, aquella que no tenía desde que ante sus ojos le arrancaron la felicidad de sus manos, desde el momento en que ella vestida de blanco fue arrebatada de su lado y al día de hoy no tenía idea donde estaba, no era el mi
—Abuela necesitas tranquilizarte, no llevas ni una semana consciente y ya te quieres levantar, tienes que entender que has estado en coma casi tres años, eres un milagro ándate, pero no fuerces a tu suerte. No queremos volver a sufrir lo que sufrimos, no sabes lo que fue verte como dormida tanto tiempo, muchas veces pensamos que no lo lograrías — Mientras tomaba la mano de la mujer con el cabello cenizo y media sonrisa para tratar de calmarla, ella no tenía idea lo que había sido mantenerla en pie, no tenía idea que había tenido que recurrir a la justicia para que ella hoy puede estar con él, su madre había intentado desconectarla hace un año ya cansada y agotada por todo lo que significaba una anciana en coma sin muchas esperanzas de salir de esa situación.—Mi niño hermoso, te entiendo, pero entiéndeme a mí, tengo que encontrar mi Alfonsina, no sé dé ella, esta vieja se llena de angustia de saber que puede haber sido de ella, de mi niña, ella está sola solo me tenía a mí, me entiend