CAPITULO 12

— Sarah, entra al coche.

—¿Sarah?

— Cariño, entra al coche. No estás bien. — su hermana volvió a llamarle y Sarah se secó las lágrimas que bajaban ilusionadas por sus mejillas, creyendo que podían conseguir un mejor futuro fuera de sus ojos.

El paraíso prometido.

Sin embargo ya no habia nada similar para Sarah, y ella lo sabía.

Al igual como supo que ese hombre era un problema.

—Sarah, Tony ya viene, él dijo que te quedaras...

— ¿Estás bien? Te veo muy palida.—Le dijo el hombre que estaba interesado en quedarse con su empleo.

Sin embargo, el que le dio la oportunidad de quitárselo fue Prietto en primer lugar.

Él era quien creía que ella necesitaba un reemplazo con tan solo tres meses de embarazo.

Estaba disociando.

Pensando en mil cosas más antes que en lo más importante.

Pero siempre había alguien para recordarlo.

—¡Sarah! — escuchó ella la voz de la Sra. Murriel. La misma que la había cuidado a ellas de pequeñas y que su hija Linda había llevado lejos del pueblo para pod
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