AxelLa noticia de las pruebas reunidas y presentadas a la policía no había caído en saco roto. Axel y su mejor amigo habían pasado incontables horas revisando y organizando cada detalle del desfalco, lavado de dinero y deudas de juego que implicaban tanto a Dolores como a su padre. Las autoridades ya estaban moviéndose rápidamente, pero había un detalle que Axel no pudo prever: la desesperación de Dolores.Dolores había escapado de la custodia policial con la ayuda de un contacto criminal, uno de los tipos que eran parte del grupo al que les debían dinero por las apuestas, del que Axel apenas sabía. En cuanto se enteró de la fuga, un mal presentimiento se instaló en su pecho. La única persona que aún podía representar un peligro para su mujer era Dolores, y ahora estaba libre.Axel estaba en su oficina, tratando de concentrarse en los planes para atrapar a Dolores antes de que se le ocurriera ir tras Ambar, cuando había terminado ya era de noche así que bajó al estacionamiento para
Ambar Han pasado varios días desde que Ámbar dejó atrás su antigua vida. Su vientre había crecido, y el bebé que esperaba estaba fuerte y sano. Había encontrado trabajo como secretaria en una pequeña pero prometedora empresa. Su jefe, un apuesto joven soltero, era muy coqueto y gracioso, lo que hacía sus días un poco más llevaderos. A pesar de la atención que recibía, Ámbar se mantenía reservada, enfocada en su trabajo y en el bienestar de su hijo.Había cortado todo tipo de conexión con el mundo de Axel. Desde que se mudó, no supo nada de él. Jamás supo si se había casado o no, y tampoco había hablado con Tomás. Tomás le había mencionado que se iría de viaje, así que ella pensó que por eso no habían hablado. Aunque estaba contenta con su nueva vida, a veces sentía una punzada de tristeza al recordar lo que había perdido.Su amiga y vecina, Kate Larson, era un gran apoyo. Kate, una madre soltera con un niño pequeño, le ofrecía consejos de maternidad y un hombro sobre el cual llorar c
El zumbido del aire acondicionado resonaba en la sala de conferencias mientras Ambar Herdenson repasaba mentalmente los puntos clave de la presentación. Las palabras flotaban en su mente, pero su concentración se desvanecía por el sutil malestar que sentía en su estómago. Acarició suavemente su vientre, tratando de calmar la inquietud. Cuatro meses de embarazo y ya estaba sintiendo los estragos del cansancio, aunque no permitiría que eso la detuviera.—¿Lista para impresionar? —La voz profunda de Dave Simons resonó a sus espaldas, y Ambar se giró para encontrar la mirada verde de su jefe, tan intensa y cálida como siempre.—Por supuesto, jefe —respondió con una sonrisa, aunque su tono era más para animarse a sí misma que para convencerlo.Dave le devolvió la sonrisa, esa sonrisa que hacía que más de una de sus compañeras suspirara cuando él pasaba. Era el tipo de hombre que parecía salido de una revista, con su mandíbula marcada, su cabello negro perfectamente peinado, y esos ojos ver
AmbarSentada en mi escritorio, me aseguré de que todos los archivos estuvieran listos para la presentación. Sabía que la presión estaba sobre nosotros; los inversionistas no se impresionan fácilmente, y cada pequeño detalle cuenta. Mientras revisaba por quinta vez mis notas, escuché el sonido familiar de pasos acercándose.—¿Ambar, sigues viva por ahí? —La voz bromista de Juan, uno de los diseñadores gráficos del equipo, me sacó de mis pensamientos.Levanté la mirada, sonriendo. —Si por “viva” te refieres a estar ahogándome en esta montaña de papeles, entonces sí.—Es increíble cómo puedes mantener la calma —dijo Juan, apoyándose en el borde de mi escritorio—. Y más increíble aún es que el jefe esté tan pendiente de ti.Solté una risa. —¿Pendiente?—Vamos, todos lo hemos notado. Dave está siempre cuidándote, como si fueras una pieza clave del rompecabezas. No digo que no lo seas, pero… bueno, es curioso. —Juan alzó las cejas de manera cómplice, esperando alguna reacción.Me encogí de
AmbarLa mañana comenzaba igual que cualquier otra, pero el aire en la oficina tenía algo distinto ese día. La energía era eléctrica, casi palpable. Los murmullos de los compañeros de trabajo flotaban por toda la planta, llenos de ansiedad y anticipación.Era el día de la presentación ante los inversionistas.Sabía que Dave había estado trabajando sin descanso en los últimos detalles de la propuesta, y cada uno de nosotros tenía asignado un papel en esa reunión. Como asistente, mi trabajo era preparar todos los materiales, asegurarme de que las presentaciones estuvieran en perfecto estado y que todo fluyera sin contratiempos. Pero había algo más que me inquietaba.Los mensajes de Axel.Casi podía escuchar la notificación que había recibido anoche. Uno más en la larga lista de súplicas que me había enviado durante las últimas semanas. Este en particular me había dejado con una mezcla de desconcierto y tensión, porque al final de su mensaje había escrito una frase que aún retumbaba en mi
Narrador OmniscienteAmbar llegó a casa con el cuerpo pesado y la mente cargada de emociones contradictorias. Había sido un día agotador, y el inesperado reencuentro con Axel durante la presentación solo había añadido más caos a su mundo ya revuelto. Se dejó caer en el sofá de su pequeño pero acogedor apartamento, cerrando los ojos por un momento, tratando de calmar su respiración.Todo lo que había logrado en los últimos meses parecía desmoronarse con su sola presencia. "No voy a caer de nuevo", se dijo a sí misma, aunque sabía que en lo más profundo de su corazón, aún había emociones sin resolver. Axel había tenido ese efecto sobre ella desde el principio, y ahora, con todo lo que había sucedido, era difícil simplemente ignorarlo. Se llevó la mano al vientre y acarició suavemente su barriga, como si eso la ayudara a mantenerse conectada a la realidad. "Esto es lo que importa", murmuró.Justo cuando intentaba poner en orden sus pensamientos, su teléfono vibró. Era un mensaje de Kate.
Narrador OmniscienteAmbar caminaba de regreso a casa, su mente aún enredada en los eventos del día. La presentación había sido agotadora, y aunque su desempeño fue profesional y firme, no podía quitarse la sensación de incomodidad que le había dejado Axel. Sabía que en algún momento lo vería de nuevo, pero no esperaba que fuera tan pronto ni en un contexto tan crucial para su carrera.Apretó los labios, recordando la mirada de Axel durante la reunión. ¿Qué estaba buscando realmente? ¿Era su presencia una coincidencia, o había algo más detrás de todo esto? Sabía cómo funcionaba el mundo de los negocios, pero con Axel, las cosas nunca eran tan simples.El sol se estaba poniendo cuando finalmente llegó al edificio, y el familiar zumbido del portero no se escuchaba. “¿Dónde estará?” se preguntó, extrañada, mientras subía los escalones hacia su departamento. Al llegar al pasillo, se encontró con una escena peculiar: Kate estaba allí, conversando con el portero, quien sostenía unas llaves e
Narrador OmniscienteDesde el momento en que Axel apareció en la presentación de los inversionistas, algo en la vida de Ambar comenzó a desmoronarse. No era solo la sorpresa de verlo de nuevo después de tanto tiempo, sino la incomodidad que le producía saber que, de alguna manera, estaba constantemente cerca. Demasiado cerca.Cada día parecía que había más coincidencias. Al principio, pensó que era pura casualidad, pero pronto se dio cuenta de que Axel estaba en todas partes. Lo vio en la tienda de la esquina, comprando café justo cuando ella pasaba a recoger algo. Lo cruzaba en los pasillos del edificio, intercambiando apenas una mirada, y sentía su presencia en cada rincón. Aunque trataba de ignorarlo, había algo en su cercanía que le provocaba una mezcla de emociones que no lograba descifrar del todo.Aquella tarde, mientras volvía a casa después de un largo día de trabajo, notó que Axel caminaba a unos metros de distancia, pero no intentó acercarse. Solo estaba allí, en su campo de