AmbarTrabajar como asistente personal de Axel King era un tormento constante. Cada día me recordaba lo mucho que lo odiaba… y lo mucho que aún me afectaba su presencia. Después de todo lo que había pasado, era imposible ignorar el calor que se instalaba en mi pecho cuando él estaba cerca, la tensión que se apoderaba de mí cada vez que nuestras miradas se cruzaban. Y lo peor de todo: él lo sabía.Hoy era un día particularmente tenso. Nos encontrábamos en la sala de juntas, con todo el equipo reunido. Frente a nosotros, Dave Simons, nuestro jefe, anunciaba el inicio del nuevo proyecto de la empresa: "Mystikós," una isla paradisíaca que prometía atraer a turistas de todo el mundo.—Este será un complejo vacacional diferente —explicó Dave con su voz profunda y segura—. No solo será un escape de la rutina, sino una conexión con la naturaleza, respetando el ecosistema de la isla. Por eso elegimos Mystikós, cuyo nombre en griego significa magia. Queremos crear algo que no solo sea visualmen
AmbarMis latidos resonaban en mis oídos cuando Axel se acercó aún más, su rostro tan cerca del mío que podía sentir su respiración contra mi piel. No sabía qué hacer. Una parte de mí quería retroceder, poner distancia entre nosotros, pero la otra parte, la que todavía recordaba lo que sentíamos, me obligaba a quedarme en mi lugar, paralizada.Sus ojos, oscuros y llenos de una determinación que nunca antes había visto, se posaron en mis labios. El momento se volvió pesado, como si el tiempo mismo se detuviera a nuestro alrededor. Mi corazón dio un vuelco. ¿Iba a besarme? ¿Iba a dejar que lo hiciera?Cuando sus labios estaban a punto de tocar los míos, una voz detrás de nosotros rompió la tensión como una bofetada de realidad.—¿Se están demorando mucho? —La voz de Dave sonaba tranquila, pero había algo más en su tono. Algo que me decía que había notado más de lo que estaba dispuesto a admitir.Me aparté bruscamente de Axel, como si me hubieran atrapado haciendo algo indebido. Sentí el
AmbarMi corazón latía a mil por hora. No sabía si era por el baile, por el dolor que sentía cada vez que veía a Axel, o por la sensación de poder que estaba comenzando a recorrerme. Las palabras de Dave resonaban en mi cabeza. Si Axel realmente quería recuperarme, tendría que demostrarlo. Y esta vez, yo pondría las reglas del juego.Después de la fiesta, Axel me encontró en el jardín de la empresa, donde el aire nocturno aún estaba cargado de la energía del evento. Lo vi caminar hacia mí, su expresión seria, con los ojos llenos de arrepentimiento.—Ambar —dijo suavemente, su tono lleno de culpabilidad—. Lo siento por lo que pasó esta noche. No es lo que piensas…—¿De verdad? —lo interrumpí, cruzándome de brazos. Esta vez, no iba a dejar que sus disculpas me suavizaran como antes—. Porque lo que vi fue bastante claro, Axel. Dejas que esa mujer, Alice, te coquetee como si yo no existiera.Él dio un paso más cerca, sus manos alzándose en gesto de súplica.—No fue así. Te lo juro. No est
AmbarEra un día más en la oficina, con el equipo trabajando en los últimos detalles para el gran proyecto del complejo vacacional. Estábamos reunidos en la sala de juntas cuando Dave entró con una sonrisa en el rostro.—Bueno, equipo —dijo con entusiasmo mientras todos volteaban a mirarlo—, tenemos buenas noticias. El proyecto Mystikós está listo para la siguiente fase, y nos vamos de viaje a supervisar el progreso. Será un viaje de tres días para asegurarnos de que todo esté funcionando como debe ser.Las miradas emocionadas y los susurros de emoción llenaron la sala. Sabía que el viaje significaba mucho para la empresa, pero para mí, también significaba estar más cerca de Axel. Él estaba sentado al otro lado de la mesa, y nuestros ojos se cruzaron por un breve momento antes de que desviara la mirada. Desde que habíamos acordado la lista de deseos, las cosas entre nosotros eran... tensas, pero de esa manera en la que ambos disfrutábamos poner al otro a prueba.—El equipo seleccionad
AmbarLa brisa cálida de la isla Mystikós seguía acariciando mi piel mientras el equipo se instalaba en el lujoso resort donde nos hospedaríamos durante los próximos días. Todo parecía ir sobre ruedas, hasta que un coche negro apareció en la entrada principal, dejando entrever una figura elegante y muy familiar. Mi estómago se tensó al instante.Era Alice, la inversionista que en la cena había mostrado demasiado interés en Axel.—¿Qué demonios hace aquí? —murmuré para mí misma, aunque una parte de mí ya sabía la respuesta.Axel estaba parado a mi lado, su expresión inmutable, pero podía notar que estaba tenso. Sabía que Alice había intentado acercarse a él antes, y aunque él había mantenido las distancias, ahora con la situación diferente, no pude evitar sentir una punzada de celos.—¡Axel, cariño! —exclamó Alice mientras bajaba del coche, su vestido de diseñador ondeando con la brisa. Se acercó a nosotros con una sonrisa de suficiencia que me irritaba de inmediato.—Alice —respondió
AmbarEl viaje a la isla había resultado más intenso de lo que esperaba. Tener a Axel cerca todo el tiempo y, además, compartir una habitación no estaba en mis planes iniciales. Sin embargo, lo que más me sorprendía era lo atento que se había vuelto de un momento a otro. Axel, el mismo que antes no me había dado razones suficientes para quedarme, ahora no solo quería estar cerca, sino que parecía realmente preocupado por cada pequeño detalle... especialmente sobre el embarazo.Esta mañana, mientras desayunábamos en la pequeña terraza con vistas al mar, él me sorprendió otra vez. Yo apenas estaba disfrutando de mi café, tratando de ignorar su presencia, cuando de repente dejó el tenedor a un lado y me miró directamente.—¿Has ido a todas tus citas médicas? —preguntó sin rodeos.Levanté la vista, algo desconcertada. No me esperaba esa pregunta, y mucho menos en medio de un desayuno tan pacífico.—¿Perdón? —dije, con la taza aún en la mano.Axel se inclinó un poco hacia adelante, apoyand
El ambiente en la isla era relajado, las risas y las conversaciones llenaban el aire a medida que el equipo disfrutaba de una merecida convivencia después de un día agotador pero productivo. La música suave acompañaba el sonido de las olas que golpeaban suavemente la orilla, creando una atmósfera casi perfecta. La mesa estaba llena de comida, copas de vino y bebidas alcohólicas. Todos parecían soltarse con la euforia de la jornada.Ambar estaba sentada al final de la mesa, con un vaso de jugo de naranja en la mano, sintiendo el peso del cansancio sobre sus hombros. Sonrió al ver a sus compañeros bromeando y hablando en voz alta, pero sus ojos no podían evitar buscar a Axel. Él estaba cerca, no demasiado lejos, asegurándose de que nada le faltara, como si su presencia fuera una sombra protectora a su alrededor.Cada vez que alguien le ofrecía una copa de vino o un cóctel, Axel intervenía con una sonrisa suave pero firme, dejando claro que Ambar debía seguir con su jugo.—No quiero que
AxelDejé a Ambar dormida en la habitación, su respiración suave marcaba el ritmo del silencio en la oscuridad. Me quedé mirándola un momento más, incapaz de apartar la vista de su rostro relajado. Parecía tan vulnerable, tan perfecta. Y yo... aún no podía creer que en pocos meses sería padre. Salí de la habitación en silencio, cerrando la puerta con cuidado, dejando atrás la paz momentánea que ella me brindaba.Caminé por el pasillo, sumido en mis pensamientos. El aire frío de la noche me despejó un poco la cabeza, pero no lo suficiente para sacarme de este torbellino de emociones. Yo, Axel King, el hombre que siempre lo tuvo todo bajo control, ahora me encontraba peleando por una segunda oportunidad con la única mujer que me había importado de verdad."¿Qué demonios me pasó?", pensé, pasando una mano por el cabello. No era el hombre que solía ser. Antes, lo único que me preocupaba era cerrar negocios, disfrutar de mi libertad, y, bueno, aprovechar el hecho de que las mujeres siempre