El resto de la noche la he pasado llorando. Miro hacia la ventana y el primer rayo de sol comienza a salir. Tengo que ir al hospital, distraerme y concentrarme en los pequeños. Decido tomar una ducha caliente, no he podido dejar de llorar desde anoche, ¿pero que ridículo he hecho?, salgo del baño y me coloco la ropa después de secarme es cuando escucho el timbre.
—¿Si?— contesto en el altavoz.
—Señorita Carballo tengo una entrega para usted— me limito a dejarlo pasar y en pocos minutos están llamando a mi puerta. Al abrirla me encuentro con el arreglo de rosas rojas más grande que pude haber visto en mi vida.
—Sí, ¿señorita?— me inclino hacía un lado y puedo ver al hombre que al llevar semejante regalo se miraba tan pequeño
—Disculpa, ¿Quién las manda? —Busca primero un lugar donde poner el matorra
Mi cuerpo se queda estático—¿Pero qué mierda?—Yo te dije…— cuando menos pienso Bruno tiene del cuello a su hermano y le grita.—¡Te dije que la trajeras a casa, era todo lo que ibas a hacer!— corro a interponerme pero estoy demasiado mareada.—No…— trato de meterme tirando manotazos—. ¡Bruno basta!Suelta a su hermano y en el momento en que Tomás toca el suelo Bruno lo tumba de un puñetazo en la mandíbula.—¡Por Dios!— grito y trato de inclinarme hacia donde Tomás pero tropiezo y ahora siento la mano de Bruno sosteniéndome. Mi amigo se pone de pie lentamente. Tiene una herida en la comisura del labio—¡Estás loco! —Grito y Tomás suelta una carcajada. Lo miro con un signo de interrogación en la cara—¿Por qué te ríes
—Comienza— le indico y me aferro al cobertor de mi cama.—No sé qué es lo que te dijo esa mujer, pero tienes que saber… Fuimos pareja en el pasado— lo escucho detenidamente, aunque podía ocultar ese desagradable sentimiento que iba surgiendo—. Éramos muy jóvenes, tenía poco tiempo aquí en España, su padre fue mi primer Director Técnico y, fue así como nos conocimos… Vanessa, éramos jóvenes y yo venía de un país donde me tenían encerrado, regido por miles de reglas, aquí podía ser libre… Salimos un par de meses, pero yo no la tomaba en serio, como te repito era un niño y creía que el mundo me pertenecía.Escucharlo de esa manera me lleno de asombro, mas debido a nuestros últimos encuentros en los que solo podíamos intercambiar dos o tres palabras sin enfurecernos
Voy camino al hospital, he prometido a Orestes que lo ayudaría mientras Ramona vuelve. Hernández conduce y el silencio me aburre, así que me animo a preguntar.—¿No te aburre hacer esto?— me mira por el retrovisor—¿A qué se refiere Vanessa?—Conducir, cuidar, perseguir— le digo entre risas y él comparte mi simpatía—No, no me aburre, es mi naturaleza— lo miro confundida—¿A qué te refieres?— se encoje de hombros—La academia del señor Dihmes es asombrosa y desarrollan el instinto protector del personal— mi cara parece un signo de interrogación.—¿La academia?—Es uno de has empresas del señor Dihmes y su familia.—Aún no conozco a nadie de su familia, disculpa mi ignorancia— se mira un poco avergonzado.—Conoce al s
El recibidor es enorme, aunque debido a las tonalidades de las paredes parecía un lugar oscuro hasta que unas bellas lámparas iluminaron el lugar de forma tenue.—¿Quieres tomar algo?— pregunta y me limito a asentir mientras cruzamos a un bar que se encuentra entre la sala y el comedor.Todos los muebles son oscuros, parece la casa del típico soltero a los 30. Tomo asiento en uno de los bancos del bar y mientras un hombre nos prepara algo.—¿Te gusta? —que estúpida pregunta, me ve completamente embelesada y todavía se digna a recalcarlo en la cara—Obviamente, es preciosa Bruno —no puede ocultar su satisfacción al tenerme impresionada. El joven de la barra pone frente a mí una suculenta margarita y mi boca se hace agua—Gracias —él se inclina y nos deja solos—. Y bien, comienza tú.—¿A qué? &m
Mis ojos se abren como platos al escuchar sus palabras. No puede ser…—¿Vanessa?— miro esos hermosos ojos café verdosos—Bruno yo…— su mirada cambia drásticamente. Creo que sabe lo que vendrá.—¿Tu?— tengo demasiado miedo a rechazarlo y que él se vaya, pero por Dios solo llevamos saliendo a penas hace unas semanas. Aunque él nunca ha dejado de parecer interesado en mi. ¿Pero qué diablos Vanessa? Concéntrate.—Bruno… ¿no crees que…?— su sonrisa desaparece. Mi corazón se achica y mi cuerpo comienza a temblar.Recuerdo el hecho de que me ha inscrito en una de las escuelas de arte más costosas de Madrid y la culpa me corrompe. Disipo mi mente, no puedes aceptar a algo que no estás segura solo por no decirle que no.—Vanessa, dilo— suspiro y tomo su
Bruno me mira sorprendido y después su mirada se vuelve más fuerte, sus cejas se juntan y toma de mi rostro besándome con más fuerza. Dios esto es demasiado, pierdo el control de mis extremidades, mis oídos se agudizan, puedo escuchar su respiración entrecortada. Me toma de nuevo entre sus brazos hasta recostarme con delicadeza en la cama y comienza a verme de arriba a abajo. Llevo su camisa deportiva, decido ponerme de pie para quitarla —¡NO!— su grito me hace sobresaltar y lo miro con los ojos bien abiertos, carraspea—. Yo voy a quitarla. Me vuelvo a sentar sin pensar, creo que se percató del susto. Se acerca rápidamente poniéndose de rodillas frente a mí y su cabeza está en mis piernas, me parece un gesto sumamente dulce, acaricio su cabello y paso a su cuello, masajeándolo lentamente, sus músculos se relajan. Se pone de pie y toma de mi mano invitándome. Comienza a deslizar por sobre mi cabeza la camisa, alborotando mi esponjado cabello. M
El dolor en mis piernas me hace despertarme. Las muevo un poco pero pronto descubro que es un error. Ahogo un quejido y miro hacia todas partes.Bruno está dormido plácidamente a mi lado, su cuerpo completamente desnudo y una sábana que le cubre solo la mitad del cuerpo, es hermoso. Me acerco y le doy un beso en los labios sin llegar a despertarlo.Voy en busca del baño, no sin antes ver el reloj, 01:32 pm, no puedo creer que hayamos dormido hasta esta hora, que buena mañana hemos tenido.Camino a hurtadillas y con dolor. Miro mi reflejo en el espejo y puedo notar que estoy sonrojada. Instintivamente me sonrío y comienzo a lavar mi cara. Abro la llave de la ducha con agua exquisitamente caliente.Mi cuerpo se relaja, esto calma un poco el dolor de mis caderas. Dolor que no molesta, en realidad me hace sentir muy bien pensar en lo que ha pasado anoche.—¡VANESSA!— sus gritos rompen mi momen
Ya un poco más tranquila me encamino hacia la puerta del armario que Bruno dice ser mío. Las luces y el sin fin de ropa me dejan cegada de nuevo. Me dirijo hacia la mezclilla, tomo uno pantalón oscuro y una hermosa blusa de tirantes estampada, una chaqueta de cuero color camello y unas botas a juego.Me encuentro con un peinador con exactamente el tipo de maquillaje que utilizo, polvo compacto, sombras, todo idéntico. Creo que alguien me ha estado espiando.Salgo del armario ya cambiada y abro lentamente la puerta para asegurarme de que no haya nadie.Camino precavida buscando las escaleras, bajo poco a poco y no dejo de impresionarme con la casa enorme que tiene Bruno y para él solo.Voy en dirección a la que creo yo es la cocina, muero de hambre. Miro a Gina caminando de un lado a otro.—Hola— susurro y esta se vuelve a mí con una gran sonrisa.—Querida hola, siéntat