Amores míos, aquí les traigo nuevo capítulo, perdón por la demora, he estado un poco quebrantada de salud y no me he sentido muy bien, pero aquí estoy. Cuéntenme, ¿Qué les parece la historia?, ¿Cuáles son sus personajes favoritos?
Dos días transcurrieron desde aquella apasionada noche, en la que el alba los sorprendió aún en medio de gemidos y caricias, había Sido una noche extremadamente exquisita y placentera, y aunque Eloise, siempre tenía el deseo nocturno de caminar por el oscuro pasillo e irrumpir en la habitacion de Leo, constantemente se decía que no quería verse como una desesperada, necesitada de sus caricias... aunque fuese cierto, y a la vez quería respetar su espacio, además aquellos dos últimos días, Leonardo habia estado llegando de muy mal humor, suponía que tenía demasiado estrés laboral y quería relajarlo, sabía que lo necesitaba, esa ansiedad y el estrés no le hacia bien a su cuerpo, pero tampoco quería irrumpir más allá de lo permitido, y que él se sintiera presionado por su presencia, en consecuencia lo mejor era otorgarle un poco de espacio personal... Pasaba de medio día y había salido a realizar algunas compras, había peledo con la necesidad de no aceptarle a Leonardo las tarjetas que l
Sobre la cama, ambos cuerpos desnudos buscaban con desesperación recuperar el ritmo natural de sus respiraciones. Él, con el ceño fruncido mirando al techo, pensando en todo lo que había pasado en su día.—Eso ha sido muy... salvaje— dijo Mara, con las secuelas de su orgasmo viajando por su tembloroso cuerpo—¿Que te tiene tan enojado?...—¡Tu hija!— exclamó furioso, después de un largo silencio, Jonas se sentó en la cama, con la mirada al frente. —¿Qué sucede con Eloise?—¡Me ha enviado un maldit* abogado a mi trabajo!—Mara, se sentó también y lo miró fijamente, con su rostro ruborizado y su cabello despeinado. —Te dije que no te perdonaría, está decidida a divorciarse. —¡Maldit* sea!— exclamó furioso— ¡Qué terca es!... Necesito averiguar quién es su amante, es él quién la ayuda, Eloise no tiene cómo pagar un abogado. —¿Crees que esté con ese hombre?, supongo que sí, por qué si no, ¿dónde podría estar?, Jonas, Eloise no tiene a nadie más. —Lo sé, por eso no tengo dudas de que deb
Leonardo despertó muy temprano, al sentarse en la cama pensó en lo mucho que le gustaría poder acurrucarse junto al cuerpo de Eloise y volver a dormir... se giró hacia ella observandola...¡Qué preciosa era, aún cuando dormía!Aquella noche él hubiese querido dormir temprano, pero tras un fuerte deseo de poseerla, había sido él quien había abandonado su habitación para buscar refugio entre las sábanas de Eloise, quién se había mostrado feliz de ver qué era él quién cedía ante el deseo... Se habían entregado con una pasión tan ardiente como abrumadora y es que cada vez que estaba con ella, era como si fuese la primera vez, amaba la forma sincera en la que expresaba su placer, la manera en la que se retorcía entre sus brazos, en la que genia o gritaba bajo sus caricias... era una mujer tan ardiente como encantadora...Le preocupaba como ella afectaba en su estado de ánimo... Eloise, podía tranquilizarlo sin ningún problema, surtía un efecto tranquilizador y adictivo en él, y aquello lo a
En cuánto el auto se detuvo frente a la casa donde había pasado su niñez y adolescencia, su corazón dió un vuelco, imaginar que ahora al llegar a aquella casa, no encontraría a su padre... era doloroso no haber podido disfrutar de él, no haber sido la hija que él quería, ni tener el padre que todo niño merecía, no comprendía por qué sus padres eran tan duros con ella, considerando que era su única hija, cualquiera creería que al ser hija única, sería una consentida en todo y una niña que hubiese disfrutado de todo el amor de sus padre... que equivocados, las apariencias son engañosas.Suspiró con pesadez. Le pagó la tarifa al taxista, y luego bajó, llevando con ella la pequeña maleta, no pensaba quedarse más de un par de días, en cuánto hubiese enterrado a su padre, volvería junto a Leonardo. Caminó hasta llegar frente a la puerta y presionar los dientes con fuerza... llamó al timbre, y esperó un par de minutos, la puerta se abrió y apareció su madre, Mara tenía muy mal aspecto, ojo
Todo el miedo que la había invadido, se transformó en rabia, en odio. —¿Qué haces aquí?— preguntó al mismo tiempo que a ciegas, en medio de la oscuridad, devolvía la blusa a su lugar — Te juro que si vuelves a tocarme, Jonas... ¡Te arrancaré las pelotas!— le dijo furiosa—Jonas, se levantó con rapidez de la cama, directo al interruptor, trayendo iluminación a la habitación, su ceño fruncido, sus ojos llenos d eun extraño brillo... uno que resultaba amenazante, y que hubiese intimidado a cualquiera, menos a la furiosa Eloise. Jonas, se recargó de la pared, cruzó los brazos sobre su pecho y la miró enojado. —¿Que diablos estás haciendo aquí?, ¿y en mi habitación?—Es obvio que he venido por la muerte de tu padre. —¡Cínico!— exclamó furiosa bajando de la cama—¡Te acuestas con su mujer, le eres infiel a su hija, y tienes el coraje de venir a presentar tus respetos!, !Eres peor de lo que creía!—caminó furiosa hasta quedar frente a él. —Lo hago para guardar las apariencias, todos se pregu
El velorio había sido tenso para Eloise, recibió muchas condolencias y lamentaciones de parte de amigos, conocidos, vecinos, muchas personas que posiblemente no recordaba, su madre y Jonas habían intentado acercarse, pero les había dejado en claro que tras el mínimo movimiento haría un escándalo de padre y Dios nuestro, que gritaría a los cuatro vientos lo que estaba ocurriendo, por lo cual, la pareja se había visto obligada a mantenerse a distancia. Mientras ella pasaba gran parte de la noche, en una silla junto al ataúd de su padre. El entierro había sido doloroso, saber que jamás vería de nuevo su rostro, tras abandonar el cementerio y con su madre siguiéndola pidiéndole hablar, Eloise se subió a un taxi con destino al hotel, en dónde tomó una ducha, durmió un poco y comió, necesitaba calmar los malestares que sentía tras volver del cementerio, y a pesar de ser bastante caída la noche, tomó un taxi que la llevara de regreso a Leo, sin esperar a más lo llamo por celular;—He tomado
Habían acordado encontrarse en el muelle, Eloise estaba ansiosa, había ido muchas veces al mar, pero jamás se había subido a un yate, y le ponía demasiado nerviosa...Confía en que todo estaría bien, estaba con Leonardo quien se ocupaba de todo por ella, así que debía tranquilizarse. Su atuendo la hacía sentir lista para abordar, un hermoso vestido azul, largo hasta sus tobillos, un sombrero de ala ancha que cubría su rostro del sol y lentes oscuros, según Leo, no podían faltar. Caminaron a lo largo del muelle, en busca de la embarcación.—Y entonces...¿ serás tú el capitán?— preguntó con picardía. —Suelo serlo, pero no en esta ocasión —negó con una débil sonrisa— quizás podamos escapar en un viaje futuro, solos tu y yo...—le dedicó una mirada ardiente y la insinuación en aquella propuesta la hizo estremecerse. —Estaré encantada, señor Pocaterra— le sonrió ampliamente. Se detuvieron frente a un elegante yate, era hermoso y elegante a la vista.—Este es el Chiara— le señaló la embar
Los cuatro comieron un delicioso almuerzo y Eloise hizo su mayor esfuerzo por ocultar las náuseas, lo cierto era que él continúo pero ligero movimiento de la embarcación, estaba logrando efecto en su estómago, no quería arruinar la comida, así que se estaba esforzando por ocultar como se sentía. —¿Te encuentras bien, Eloise?— le preguntó Leonardo preocupado ante su pálido semblante. Tres pares de ojos se enfocaron en ella, lo cual la hizo sentir avergonzada. —No del todo, creo que el movimiento me está revolviendo un poco el estómago. —Es natural, al ser la primera vez, no es tan cómodo — le dijo Nayla amigablemente. —No se trata solo de eso— dijo Leonardo— quizás sea por el embarazo. —¡¿Embarazo?!— gimió Nayla y sus ojos se llenaron de brillo—¡Por Dios!, ¿por qué no me lo dijiste antes, Eloise?— preguntó y ella sonrió a modo de disculpas— ¡felicidades, que hermosa noticia!—Gracias... Lo lamento, quizás deba recostarme un poco mientras se me pasa el malestar, de verdad lo lament