Habían acordado encontrarse en el muelle, Eloise estaba ansiosa, había ido muchas veces al mar, pero jamás se había subido a un yate, y le ponía demasiado nerviosa...Confía en que todo estaría bien, estaba con Leonardo quien se ocupaba de todo por ella, así que debía tranquilizarse. Su atuendo la hacía sentir lista para abordar, un hermoso vestido azul, largo hasta sus tobillos, un sombrero de ala ancha que cubría su rostro del sol y lentes oscuros, según Leo, no podían faltar. Caminaron a lo largo del muelle, en busca de la embarcación.—Y entonces...¿ serás tú el capitán?— preguntó con picardía. —Suelo serlo, pero no en esta ocasión —negó con una débil sonrisa— quizás podamos escapar en un viaje futuro, solos tu y yo...—le dedicó una mirada ardiente y la insinuación en aquella propuesta la hizo estremecerse. —Estaré encantada, señor Pocaterra— le sonrió ampliamente. Se detuvieron frente a un elegante yate, era hermoso y elegante a la vista.—Este es el Chiara— le señaló la embar
Los cuatro comieron un delicioso almuerzo y Eloise hizo su mayor esfuerzo por ocultar las náuseas, lo cierto era que él continúo pero ligero movimiento de la embarcación, estaba logrando efecto en su estómago, no quería arruinar la comida, así que se estaba esforzando por ocultar como se sentía. —¿Te encuentras bien, Eloise?— le preguntó Leonardo preocupado ante su pálido semblante. Tres pares de ojos se enfocaron en ella, lo cual la hizo sentir avergonzada. —No del todo, creo que el movimiento me está revolviendo un poco el estómago. —Es natural, al ser la primera vez, no es tan cómodo — le dijo Nayla amigablemente. —No se trata solo de eso— dijo Leonardo— quizás sea por el embarazo. —¡¿Embarazo?!— gimió Nayla y sus ojos se llenaron de brillo—¡Por Dios!, ¿por qué no me lo dijiste antes, Eloise?— preguntó y ella sonrió a modo de disculpas— ¡felicidades, que hermosa noticia!—Gracias... Lo lamento, quizás deba recostarme un poco mientras se me pasa el malestar, de verdad lo lament
Tener que volver le dejaba un amargo sabor de boca, habían pasado un increíble fin de semana junto a Michaell y Nayla, pero lo bueno no suele ser eterno, así que allí se encontraban, despidiéndose de Larry para abandonar el yate. —Larry, has sido un capitán increíble, gracias por todo, la pasé muy bien— le dijo Eloise animadamente. —El gusto ha sido todo mío, por favor cuídese mucho, y cuide de las criaturas— le sonrió con amabilidad, Larry era de esos ansianos que te transmitían tranquilidad y confianza. — y tú, muchacho— sonrió con orgullo a Leonardo— no te olvides de este viejo que tanto te quiere, ven y visítame más seguido. —Lo siento Larry, pero te prometo que no sucederá de nuevo, es solo que, ya sabes, he tenido días complicados... —Si tus días son complicados, resuelve los en el mar, muchacho— y dicho aquello le dió un fuerte abrazo, a Eloise le encantó descubrir aquella relación tan real de Leonardo, los observaba y claramente veía a un padre con su hijo, y si, es que aq
—Ni siquiera has titubeado — le dijo horrorizado, al ver que le extendía los documentos.— no hubo una pizca de vacilación en tí, Eloise. —Serias demasiado iluso y descarado si esperabas que lo hiciera. He estado esperando este día, desde que me marché. — Jonas se sintió molesto, tomó el documento y firmó, luego arrojó las hojas con fuerza a la mesa. El abogado lo tomó y lo guardó en su portafolio. —Bien, es todo. —Marchemonos— respondió Elisa poniéndose de pie. —¿Podemos hablar un minuto?— le preguntó con la mandíbula presionada con fuerza. —Lo único pendiente entre nosotros, se acaba de resolver. No tengo nada más que decirte. —¿Quién es él, Eloise?— ella sonrió. —Tu me enviaste a sus brazos, todo ha sido culpa tuya, no busques culpables, porque no hay otro más que tú. —Jonas caminó hasta ella y la tomó de la mano.—Solo será un minuto—dijo tenso. —De acuerdo— tras una señal, ambos abogados abandonaron la sala, Eloise elevó el rostro en gesto orgulloso—Habla de una vez y deja
Jonas se quedó quieto en la cama, en busca de regular su agitada respiración, mientras que a su lado, la rubia también buscaba volver a la normalidad, después de la explosión de placer que abrazó su cuerpo...Meredith resultaba como una droga para él, tan apasionada y aparentemente insaciable, una mujer que encendía si piel...—Meredith...— inició Jonas después de mucho. —¿Si?— la rubia se giró hacia él, regalándole toda su atención. —¿Puedo quedarme esta noche?— ella dejó escapar un largo suspiro. —Si, claro— concedió—pero mañana te marchas. —Mere... ¿No podría mudarme contigo?— preguntó en tono lastimero— por favor, deja que me mudé contigo, ¿si?—Por supuesto que no, amo tener mi espacio, Jonas y tú no vas a cambiar eso. Puedes quedarte un par de días a la semana, pero de mudarte conmigo, nada. No, eso no es negociable. —Pero... sabes que lo estoy pasando bastante mal— le dijo con amargura — tuve que vender mi auto, y mi casa.—Lamentablemente cuando cometemos una acción, eso
Leonardo pasó un rato agradable con Michaell, sin embargo, era hora de volver a casa, deseaba llegar a la tranquilidad que le ofrecían los brazos de Eloise, deseaba invitarla a cenar fuera y pasa r junto a ella y sus hijos un rato agradable, pero todos esos planes se vinieron abajo, en cuanto cruzó el umbral de la puerta principal de la mansión... No pudo evitar la sorpresa en cuanto vio a su pequeña hermana, caminar hacia él con una sonrisa. —¡Leonardo!— gimió, caminando hasta donde estaba él y envolviendolo en un abrazo que él correspondió. —¡Jeannette!, que... sorpresa verte. ¿Cuando has llegado?—Esta tarde— le respondió cálidamente, apartándose de él y mirándolo con una gran sonrisa.— Giorgia insistió en venir conmigo— informó lentamente y contuvo la respiración esperando su reacción. Su hermano frunció el ceño en evidente descontento, sus ojos brillaron con un resplandor extraño. —¿Dónde está ella?—He ordenado que le acomodaran la habitación de huéspedes que siempre usa cuan
Aún estando detrás de la puerta, Eloise pudo escuchar el ahogado gemido de horror que emitió la mujer...No sabía cómo sentirse con lo que había escuchado. Claramente Leo la defendía, y le daba lugar en su vida, lugar como la madre de sus hijos, sin embargo, aquella mujer, Giorgia, al parecer tenía... una vida llena de planes junto a él, era, o había sido su amante... lo sabía, o lo suponía, pero escucharlo le causaba escalofrío. Sin querer arriesgarse a ser descubierta, se alejó de la habitación con pasos lentos y suaves, con la intensión d eno llamar la atención, decidió volver a su habitación y recostarse sobre la enorme cama...Todo lo que había escuchado le daba vueltas y vueltas en la cabeza, Leo había defendido a sus hijos a capa y espada, había dejado claro la importancia que tenían para él, ni siquiera esa mujer podía esperar tener algo de esperanza frente al amor que el sentía por sus hijos, eso provocó que una cálida sensación de alojará en su pecho, sin embargo, él no habí
Leonardo entró a su habitación, con un largo suspiro cerró los ojos, amaba a su hermana pero su regreso en compañía de Giorgia, solo lo había complicado todo... A pesar de haber hablado con Eloise, era obvio que estaba bastante tensa e intranquila... Tomó una larga y relajante ducha, en busca de algo que le ayudase a liberarse de todo estrés, salió del cuarto de baño y se colocó un pantalón de pijama, decidió secar su cabello con una toalla y dedicarse un poco al trabajo, tenía que firmar algunos papeles así que sin perder tiempo buscó su maletín y se dedicó a leer y firmar los muchos documento en él...No supo cuánto tiempo había pasado, pensaba que quizás un par de horas, pero afortunadamente acababa de colocar la firma en el último papel, lo llevó todo de nuevo al maletín y en cuánto lo hubo cerrado escuchó una conversación fuera de su puerta, frunció el ceño... ¿Qué estaba pasando?Presionó sus labios con fuerza en cuanto reconoció ambas voces femeninas, con un suspiro se dirigi