—Hola, Giorgia— saludó en tono cortante. —Querido, me alegra mucho poder hablar contigo. ¡Me has tenido olvidada!, ¿Cómo estás?—Estoy bien— dijo rápidamente—muy bien. —Giulia me ha dicho que esperaban tu regreso pronto. — le dijo animadamente. —Asi es, pero han surgido un par de asuntos que resolver así que me retrasaré más de lo esperado. —¡Oh no!, es una pena... esperaba verte pronto. —vla tristeza inundó su tono de voz.—Giorgia, a mi regreso a Italia, debemos tener una seria conversación. — dijo muy frío.—¿Al fin me pedirás matrimonio?— preguntó con alegría. —Creo que te he dejado en claro que no soy hombre de matrimonio. —Si, lo sé, pero tu madre ha sugerido...—Mi madre puede sugerir lo que mejor le parezca, pero ella no gobierna mi vida. Debo irme, Giorgia. —Pero, Leonar...—Adios— cortó la comunicación, guardando el aparato para luego entrar en su auto para dirigirse a sus oficinas. ***************—Gracias por venir— le decía Eloise al hombre trajeado frente a ella.
Sin decir nada más, Leonardo suspiró largamente dejándola hacer, con la mirada fija en ella y la respiración agitada con cada movimiento, la observó detenidamente... Cuándo al fin, sus manos le rodearon, Leo no pudo evitar el gruñido placentero que reborboteo en su ganganta, ella, con las manos ocupadas y los ojos fijos en él, se dedicó a acariciarlo con suaves movimientos, deleitándose en sus expresiones de placer, era maravilloso verlo, ver ese brillo en sus ojos, la suave manera en la que sus labios se separaban para lograr respirar mejor, la forma en la que su pecho subía y bajaba... pero si verlo era placentero, escuchar los sexys sonidos que emitía era una cosa de otro mundo, sus suaves gruñidos y gemidos, enviaban descargas de calor a todo su cuerpo. Cuando hubo trabajado lo suficiente en la preparación, separó sus labios y se acercó a él, permitiendo que su olor masculino la inundara. Cuando Leonardo vio como la lengua femenina abandonaba su húmedo escondite y se acercaba a
Tras cerrar la puerta, Eloise se acercó con paso lento a la inmensa cama, mientras que Leonardo, se arrastró sobre la misma, hasta sentarse al borde. Eloise, se detuvo frente a él y lo observó en silencio. —Eres preciosa...—le dijo mirándola directamente a los ojos, esos ojos que a él le encantaban tanto. Con sus grandes manos acarició la cintura, aunque sus manos estaban por encima de la tela de su bata de pijama, Eloise se estremeció ante el tacto masculino... extendió sus manos y acarició el hermoso rostro, sus abundante y espesos cabellos oscuros, sus cejas pobladas, su barba... le encantaba todo de él, y también la manera en la que la tocaba...Leo, se puso de pie, y con un le to movimiento la despojó de la bata, admirando su desnudo cuerpo, cubierto únicamente por sus bragas de encaje... una maravillosa vista... Sin poder resistirse la acercó a él tirando fuertemente de ella, haciéndola gemir por la sorpresa cuando su boca se apoderó ferozmente de la boca de ella, Eloise le rode
Dos días transcurrieron desde aquella apasionada noche, en la que el alba los sorprendió aún en medio de gemidos y caricias, había Sido una noche extremadamente exquisita y placentera, y aunque Eloise, siempre tenía el deseo nocturno de caminar por el oscuro pasillo e irrumpir en la habitacion de Leo, constantemente se decía que no quería verse como una desesperada, necesitada de sus caricias... aunque fuese cierto, y a la vez quería respetar su espacio, además aquellos dos últimos días, Leonardo habia estado llegando de muy mal humor, suponía que tenía demasiado estrés laboral y quería relajarlo, sabía que lo necesitaba, esa ansiedad y el estrés no le hacia bien a su cuerpo, pero tampoco quería irrumpir más allá de lo permitido, y que él se sintiera presionado por su presencia, en consecuencia lo mejor era otorgarle un poco de espacio personal... Pasaba de medio día y había salido a realizar algunas compras, había peledo con la necesidad de no aceptarle a Leonardo las tarjetas que l
Sobre la cama, ambos cuerpos desnudos buscaban con desesperación recuperar el ritmo natural de sus respiraciones. Él, con el ceño fruncido mirando al techo, pensando en todo lo que había pasado en su día.—Eso ha sido muy... salvaje— dijo Mara, con las secuelas de su orgasmo viajando por su tembloroso cuerpo—¿Que te tiene tan enojado?...—¡Tu hija!— exclamó furioso, después de un largo silencio, Jonas se sentó en la cama, con la mirada al frente. —¿Qué sucede con Eloise?—¡Me ha enviado un maldit* abogado a mi trabajo!—Mara, se sentó también y lo miró fijamente, con su rostro ruborizado y su cabello despeinado. —Te dije que no te perdonaría, está decidida a divorciarse. —¡Maldit* sea!— exclamó furioso— ¡Qué terca es!... Necesito averiguar quién es su amante, es él quién la ayuda, Eloise no tiene cómo pagar un abogado. —¿Crees que esté con ese hombre?, supongo que sí, por qué si no, ¿dónde podría estar?, Jonas, Eloise no tiene a nadie más. —Lo sé, por eso no tengo dudas de que deb
Leonardo despertó muy temprano, al sentarse en la cama pensó en lo mucho que le gustaría poder acurrucarse junto al cuerpo de Eloise y volver a dormir... se giró hacia ella observandola...¡Qué preciosa era, aún cuando dormía!Aquella noche él hubiese querido dormir temprano, pero tras un fuerte deseo de poseerla, había sido él quien había abandonado su habitación para buscar refugio entre las sábanas de Eloise, quién se había mostrado feliz de ver qué era él quién cedía ante el deseo... Se habían entregado con una pasión tan ardiente como abrumadora y es que cada vez que estaba con ella, era como si fuese la primera vez, amaba la forma sincera en la que expresaba su placer, la manera en la que se retorcía entre sus brazos, en la que genia o gritaba bajo sus caricias... era una mujer tan ardiente como encantadora...Le preocupaba como ella afectaba en su estado de ánimo... Eloise, podía tranquilizarlo sin ningún problema, surtía un efecto tranquilizador y adictivo en él, y aquello lo a
En cuánto el auto se detuvo frente a la casa donde había pasado su niñez y adolescencia, su corazón dió un vuelco, imaginar que ahora al llegar a aquella casa, no encontraría a su padre... era doloroso no haber podido disfrutar de él, no haber sido la hija que él quería, ni tener el padre que todo niño merecía, no comprendía por qué sus padres eran tan duros con ella, considerando que era su única hija, cualquiera creería que al ser hija única, sería una consentida en todo y una niña que hubiese disfrutado de todo el amor de sus padre... que equivocados, las apariencias son engañosas.Suspiró con pesadez. Le pagó la tarifa al taxista, y luego bajó, llevando con ella la pequeña maleta, no pensaba quedarse más de un par de días, en cuánto hubiese enterrado a su padre, volvería junto a Leonardo. Caminó hasta llegar frente a la puerta y presionar los dientes con fuerza... llamó al timbre, y esperó un par de minutos, la puerta se abrió y apareció su madre, Mara tenía muy mal aspecto, ojo
Todo el miedo que la había invadido, se transformó en rabia, en odio. —¿Qué haces aquí?— preguntó al mismo tiempo que a ciegas, en medio de la oscuridad, devolvía la blusa a su lugar — Te juro que si vuelves a tocarme, Jonas... ¡Te arrancaré las pelotas!— le dijo furiosa—Jonas, se levantó con rapidez de la cama, directo al interruptor, trayendo iluminación a la habitación, su ceño fruncido, sus ojos llenos d eun extraño brillo... uno que resultaba amenazante, y que hubiese intimidado a cualquiera, menos a la furiosa Eloise. Jonas, se recargó de la pared, cruzó los brazos sobre su pecho y la miró enojado. —¿Que diablos estás haciendo aquí?, ¿y en mi habitación?—Es obvio que he venido por la muerte de tu padre. —¡Cínico!— exclamó furiosa bajando de la cama—¡Te acuestas con su mujer, le eres infiel a su hija, y tienes el coraje de venir a presentar tus respetos!, !Eres peor de lo que creía!—caminó furiosa hasta quedar frente a él. —Lo hago para guardar las apariencias, todos se pregu