Embarazada...Eloise, estaba embarazada.Leonardo fijó sus oscuros ojos, en los hermosos ojos de Eloise, ella había llorado mucho... ¿A causa del embarazo?... ¿Se sentía sola?, ¿Había dudado de él?, por qué era obvio que él pensaba que era el padre, y aún más, considerando que le había traído la prueba y la ecografía. Embarazada...—Es mío — dijo rápidamente, y no, no era una pregunta, sino una afirmación en alta voz. —¿Lo dudas?— lo miró preocupada. —Por supuesto que no, sé todo lo que has estado viviendo en tu casa. Para mí sería ilógico que fuese de él. — dijo con desprecio refiriéndose a Jonas. —Hace semanas, casi dos meses que no tengo sexo con Jonas, desde su absurda propuesta me distancié de él. — su labio inferior tembló y Leonardo se fijó en que sus manos también lo hacían, dejó el sobre y los papeles a un lado, y le tomó ambas manos, presionandolas con un poco de fuerza buscando trasmitirle seguridad. —¿Por qué estás tan asustada Eloise?, ¿ Es que acaso no quieres tener
Eloise se quedó fría. Sentía como si le hubiesen arrojado un balde de agua helada. ¿Cáncer?¿Realmente había dicho Cáncer?. ¿Aquella maldit* Enfermedad se había colado en el cuerpo de Leonardo?, una enfermedad que no respetaba edad, género, tamaño, situación económica... Ahora podía entenderlo, sus momentos de cambio de humor repentino, esa frustración que parecía asomar a sus ojos de cuándo en cuándo, ahora podía entender su desesperación por tener hijos, la amarga forma en la que se lo había dicho...—¿Qué tan grave es?, Mírame Leo. —No quiero encontrar lastima en tus ojos— maldijo muy bajo— no quiero que nadie me mire con lastima, porque soy fuerte. —Lo eres, y no te miro con lastima, ni lo haré jamás, pero si no quieres que los demás se compadezcan de ti, entonces deja de autocompadecerte, lo has dicho; eres un hombre joven y fuerte. Tomemos asiento y me cuentas, dime qué tan grave es.—No quiero sentarme— la miró negando— hablar de ésto... no me gusta, prefiero estar de pie—
Eloise despertó sobresaltada por el sonido de su celular, desorientada no reconoció el lugar donde se encontraba, miró a todos lados... Todo estaba bien, estaba en casa de Leo. Extendió la mano hacia la mesa de noche, en dónde la pantalla del celular estaba alumbrada y seguía sonando, anunciandole de la llamada. Era su madre... Su respiración se agitó violentamente y observó la pantalla... llamada perdida... no tardó nada en volver a sonar...¡Rayos!—¿Qué quieres?—preguntó enojada. —¡Eloise...!, Hola... ¿Podemos hablar?—No tengo nada que hablar contigo— respondió enojada— para mí todo ha quedado muy claro. —¡Soy tu madre, Eloise!—No fui yo quien lo olvidó— le recordó con amargura. —Entiéndeme un poco...—Podría, si no estuviésemos hablando de mi esposo... Si me hubieses dicho lo que estaba ocurriendo con mi padre, si me hubieses dicho que Jonas y tú...—¿Cómo podría decirte algo así?, ¡Me sentía tan avergonzada!— dijo triste. —¡Esos gemidos no eran de vergüenza!— le recrimin
—Hola, Giorgia— saludó en tono cortante. —Querido, me alegra mucho poder hablar contigo. ¡Me has tenido olvidada!, ¿Cómo estás?—Estoy bien— dijo rápidamente—muy bien. —Giulia me ha dicho que esperaban tu regreso pronto. — le dijo animadamente. —Asi es, pero han surgido un par de asuntos que resolver así que me retrasaré más de lo esperado. —¡Oh no!, es una pena... esperaba verte pronto. —vla tristeza inundó su tono de voz.—Giorgia, a mi regreso a Italia, debemos tener una seria conversación. — dijo muy frío.—¿Al fin me pedirás matrimonio?— preguntó con alegría. —Creo que te he dejado en claro que no soy hombre de matrimonio. —Si, lo sé, pero tu madre ha sugerido...—Mi madre puede sugerir lo que mejor le parezca, pero ella no gobierna mi vida. Debo irme, Giorgia. —Pero, Leonar...—Adios— cortó la comunicación, guardando el aparato para luego entrar en su auto para dirigirse a sus oficinas. ***************—Gracias por venir— le decía Eloise al hombre trajeado frente a ella.
Sin decir nada más, Leonardo suspiró largamente dejándola hacer, con la mirada fija en ella y la respiración agitada con cada movimiento, la observó detenidamente... Cuándo al fin, sus manos le rodearon, Leo no pudo evitar el gruñido placentero que reborboteo en su ganganta, ella, con las manos ocupadas y los ojos fijos en él, se dedicó a acariciarlo con suaves movimientos, deleitándose en sus expresiones de placer, era maravilloso verlo, ver ese brillo en sus ojos, la suave manera en la que sus labios se separaban para lograr respirar mejor, la forma en la que su pecho subía y bajaba... pero si verlo era placentero, escuchar los sexys sonidos que emitía era una cosa de otro mundo, sus suaves gruñidos y gemidos, enviaban descargas de calor a todo su cuerpo. Cuando hubo trabajado lo suficiente en la preparación, separó sus labios y se acercó a él, permitiendo que su olor masculino la inundara. Cuando Leonardo vio como la lengua femenina abandonaba su húmedo escondite y se acercaba a
Tras cerrar la puerta, Eloise se acercó con paso lento a la inmensa cama, mientras que Leonardo, se arrastró sobre la misma, hasta sentarse al borde. Eloise, se detuvo frente a él y lo observó en silencio. —Eres preciosa...—le dijo mirándola directamente a los ojos, esos ojos que a él le encantaban tanto. Con sus grandes manos acarició la cintura, aunque sus manos estaban por encima de la tela de su bata de pijama, Eloise se estremeció ante el tacto masculino... extendió sus manos y acarició el hermoso rostro, sus abundante y espesos cabellos oscuros, sus cejas pobladas, su barba... le encantaba todo de él, y también la manera en la que la tocaba...Leo, se puso de pie, y con un le to movimiento la despojó de la bata, admirando su desnudo cuerpo, cubierto únicamente por sus bragas de encaje... una maravillosa vista... Sin poder resistirse la acercó a él tirando fuertemente de ella, haciéndola gemir por la sorpresa cuando su boca se apoderó ferozmente de la boca de ella, Eloise le rode
Dos días transcurrieron desde aquella apasionada noche, en la que el alba los sorprendió aún en medio de gemidos y caricias, había Sido una noche extremadamente exquisita y placentera, y aunque Eloise, siempre tenía el deseo nocturno de caminar por el oscuro pasillo e irrumpir en la habitacion de Leo, constantemente se decía que no quería verse como una desesperada, necesitada de sus caricias... aunque fuese cierto, y a la vez quería respetar su espacio, además aquellos dos últimos días, Leonardo habia estado llegando de muy mal humor, suponía que tenía demasiado estrés laboral y quería relajarlo, sabía que lo necesitaba, esa ansiedad y el estrés no le hacia bien a su cuerpo, pero tampoco quería irrumpir más allá de lo permitido, y que él se sintiera presionado por su presencia, en consecuencia lo mejor era otorgarle un poco de espacio personal... Pasaba de medio día y había salido a realizar algunas compras, había peledo con la necesidad de no aceptarle a Leonardo las tarjetas que l
Sobre la cama, ambos cuerpos desnudos buscaban con desesperación recuperar el ritmo natural de sus respiraciones. Él, con el ceño fruncido mirando al techo, pensando en todo lo que había pasado en su día.—Eso ha sido muy... salvaje— dijo Mara, con las secuelas de su orgasmo viajando por su tembloroso cuerpo—¿Que te tiene tan enojado?...—¡Tu hija!— exclamó furioso, después de un largo silencio, Jonas se sentó en la cama, con la mirada al frente. —¿Qué sucede con Eloise?—¡Me ha enviado un maldit* abogado a mi trabajo!—Mara, se sentó también y lo miró fijamente, con su rostro ruborizado y su cabello despeinado. —Te dije que no te perdonaría, está decidida a divorciarse. —¡Maldit* sea!— exclamó furioso— ¡Qué terca es!... Necesito averiguar quién es su amante, es él quién la ayuda, Eloise no tiene cómo pagar un abogado. —¿Crees que esté con ese hombre?, supongo que sí, por qué si no, ¿dónde podría estar?, Jonas, Eloise no tiene a nadie más. —Lo sé, por eso no tengo dudas de que deb