Nohemi salió de la ducha secándose perezosamente el cabello, desde la noche de la gala no abandonó la casa. De hecho, no encontraba nada que llamase su atención, acostumbrada a solo trabajar en el laboratorio, estaba a la espera de que Charles le anunciara el inicio de la tercera fase del ensayo clínico.«Ahora que tengo una mejor comprensión de la enfermedad, tal vez pueda obtener mejores resultados.»Dejó la toalla húmeda sobre una silla, sus ojos fueron atraídos por las desgastadas tapas de cuero del diario de su madre. Llevaba leído más de la mitad, descubrió con admiración que el mismo constaba de muchas hojas, entradas escritas a mano, e inclusive descubrió el código de clasificación de la información que contenía.Tomó el libro y se sentó al borde de la cama, abrió en la página que estuvo leyendo durante esa mañana; era apenas entendible que el Aquelarre estuviese tan entusiasmado con el hallazgo, los datos compilados sobre Hécate, su culto, y cómo este mismo se dividió y dispe
Cuando el auto de Nohemi se detuvo a una distancia prudente de la casa, ella no pudo ver la conmoción que ocurría unos metros frente a ellos. El chofer se bajó de inmediato, a medida que se encaminaba en dirección a la concurrencia, fue deshaciéndose de parte de su ropa.Un nutrido grupo de personas rodeaban una zona del jardín, por el hueco que dejó uno de ellos al moverse, pudo notar a una persona en el suelo, sobre sus manos y rodilla, que parecía padecer un insufrible dolor.Frunció el ceño, a pesar de que Nohemi sabía muy bien que era Daria, fue chocante verla con sus propios ojos. Desde que había llegado a casa de los Karras, ni una sola vez los vio transformarse, pero al recordar la tribulación y el miedo en los ojos del therion que mantuvieron encadenado en el extraño lugar donde la tuvieron, solo pudo sentir compasión por la joven mujer que siempre había sido tan amable con ella.Daria solo tenía veinticuatro años, pero en ese instante parecía que estaba sufriendo por toda la
Nohemi siguió al grupo de personas liderada por Darion a una nueva zona de la casa, era un nivel subterráneo al que no podía llamar sótano como tal, porque las instalaciones parecían más las de un laboratorio médico de investigación.―¿Dónde estamos? ―preguntó en un susurro a uno de los hombres que los acompañaban, supuso que era médico por el maletín que llevaba en las manos, similar a los que usaban los paramédicos.―Esta es el área médica de los Karras, todos los theriones que padecen una crisis se traen hasta acá y permanecen recluidos en alguna de las habitaciones para monitorearlos durante y después de la transformación.Una de las enfermeras se apresuró a abrir una puerta, el patriarca de los Karras entró sin decir nada y todos los demás lo siguieron.Lo más sorprendente para la pelirroja fue lo familiar que se le hizo el lugar, a pesar de tener una cama, toda la habitación se encontraba acolchada.―Parece más una celda de un hospital psiquiátrico ―murmuró para sí misma; luego
―Es una canción que me cantaba mi mamá antes de dormir ―contó Nohemi frunciendo el ceño―. Dijo que la aprendió en uno de sus viajes a Grecia para estudiar un yacimiento histórico. Siempre la canto cuando me siento particularmente estresada, la usé con Daria porque una vez funcionó para calmar a un therion que tenían en el mismo sitio donde estuve por un mes justo cuando me secuestraron.―¿Sabes lo que dice la letra? ―inquirió Rina. Nohemi negó.―No, mi madre mencionó que era un dialecto antiguo, y la mujer que se la enseñó le dijo que era una canción que se pasaba de generación en generación a las mujeres de su familia… ¿Por qué?―Curiosidad… ―dijo casualmente―. ¿Por casualidad sabes en qué parte de Grecia fue? ¿Tu mamá dejó alguna pista o algo así?―No lo sé ―respondió la pelirroja―. Pero puedes preguntarle a Charles, él puede solicitar acceso a esa información en la universidad, es muy probable que todo lo relacionado a eso se encuentre en la biblioteca de la facultad de historia y
Tomó dos semanas preparar el viaje a la isla de Circe. No solo porque Nohemi tuvo que esperar por el retorno de Charles a la capital, sino también porque los vuelos a la isla se hacían de manera regular una vez al mes; en ese momento, durante todo un día, se abría el espacio aéreo de la zona y todas las naves, fuesen de los Karras o de Huang Di, arribaban y, o, se marchaban.Zeke no se encontraba muy contento por eso, la sola idea de que iba a tener que pasar treinta días lejos de la pelirroja se sentía como que estuviesen abriéndole el pecho en dos sin anestesia.No obstante, ella insistió en ir.Y debido a esa insistencia, fue castigada por Zeke durante las noches, cada día, desde la caída del sol hasta el amanecer.―¿En serio tienes que ir? ―preguntó Daria, era muy obvia su insatisfacción.A pesar de ser más alta que Nohemi, cada vez que se sentaba a su lado toda su vibra de mujer dominante e independiente se desvanecía y comenzaba a actuar como si fuese una adolescente junto a su
No era la primera vez, ni sería la última, en que Zeke se quedara sentado en su mesa asignada en algún evento. De hecho, con el alcance en los negocios que tenían los Karras, era una muy estrecha minoría la que no tenía que rendirle pleitesía, así que, eran los otros CEOs y presidentes de empresas los que debían ir hasta su mesa a saludar.Sin Nohemi a su lado, el desplegaba todo el poderío de ‘La Bestia Karras’, barbilla arrogante, ojos fríos y calculadores, aura dominante.Tanto mujeres como hombres se sentían atraídos por su presencia, dentro de ese pequeño mundo privilegiado, eran pocos los que competían con Zeke. Sin embargo, solo los hombres con suficiente fuerza de voluntad se aproximaron a saludar a los dos miembros de la familia, porque al lado del CEO de los Laboratorios Kappa, se encontraba su hermana la CEO de Kap-Ent.―Ya llegó el maldito bastardo ―escupió Daria con rencor.En efecto, Tyoma entró en el salón con bastante ostentación, su cabello rojizo y lustroso contrasta
Los primeros días que Nohemi pasó en la isla fueron algo caóticos, muchos de los médicos que estaban al tanto de su investigación se apersonaron a recibirla y se apresuraron a ponerla al día con los resultados de la investigación.―No hemos dejado de usar la versión actual del Supresor Th ―dijo una mujer madura, vistiendo la típica bata blanca; su cabello rizado y oscuro se veía salvaje y atractivo, sus ojos tenían un filo de inteligencia que se reflejaba en su sonrisa. A la vista de otros podía parecer arrogante, pero Nohemi supo de inmediato que solo era el reflejo de su entusiasmo―. Aunque aún no comienza la tercera fase del ensayo clínico, los resultados reflejados al final del ensayo anterior se mantienen en el tiempo.―¿El supresor funciona una vez se ha transformado? ―preguntó la pelirroja, leyendo el documento de la Tablet que le proporcionaron durante su ingreso a la isla―. ¿Ejerce algún efecto? ¿Recorta el tiempo de transformación? ¿Les permite permanecer conscientes de sí m
El lugar parecía sacado de un cuento de hadas, todo el interior de la caverna estaba cubierto de una manta verde; a sus oídos llegaba el estruendo de una cascada, era un suave murmullo que generaba un poco de tranquilidad. Al principio pensó que sentiría alguna clase de sofoco debido a la humedad, sin embargo, contrario a sus expectativas, el clima interior era fresco.Desde algunos puntos en el techo había huecos naturales que permitían la entrada de luz natural y aire, lo único que daba sensación de calabozo eran las barras en las cuevas, que prevenían que los theriones se movieran con libertad en ese lugar.Caminó despacio, tratando de asimilar lo que veía, de acostumbrarse a la sensación de familiaridad. Viejos recuerdos la asaltaron, de una niña pelirroja que corría descalza entre el suave musgo del suelo; se vio a sí misma de cinco años, recostada en el regazo de lo que su mente infantil percibió como un enorme perro de color gris, que le sirvió de almohada mientras dormitaba de