Calvin abrió la puerta de la habitación de seguridad en máximo estado de alerta, esperaba encontrar a un bestia humanoide de pelaje blanco y ojos grises que lo miraría con hostilidad, apostado en alguna de las esquinas del cuarto, dispuesto a saltarle encima para atacarlo.Sin embargo, su jefe estaba dormido, con toda su gloriosa desnudez, en una de las esquinas de la habitación. A pesar del excelente sistema de ventilación, aún quedaba en el ambiente un tenue olor que reconoció de inmediato, junto a una fragancia floral que se iba desvaneciendo cada vez más.―Yo lo veo bien ―dijo la voz femenina a su costado. Calvin se giró a verla y asintió, dejando escapar una exhalación de alivio.―Al menos volvió a su forma humana ―respondió. Dio media vuelta y sacó la cabeza por el umbral de la puerta―. Necesito unas mantas y una muda de ropa para el señor Karras
Los Karras eran una extensa familia compuesta de muchas ramas. De cara al mundo humano, los miembros libres de la marca de la bestia se encargaban de los negocios convencionales y eran los rostros más públicos; asimismo eran los que cubrían a quienes ostentaban el verdadero poder.Sin embargo, los theriones también se manejaban en una especie de sociedad, y las familias más antiguas, con linajes milenarios, que habían sido documentados de manera estricta desde remotas civilizaciones a lo largo del ancho mundo, interactuaban entre sí en todos los niveles.Con una historia familiar tan profunda, sus riquezas se sustentaban no solo en el dinero acumulado por tantos siglos, sino también por el conocimiento que se pasaba de generación en generación. Algunas familias dominaban rutas de comercio, de las cuales poseían los derechos desde hacía miles de años; como era el caso de los Baagh
Uno de los mejores hoteles de la ciudad había sido escogido como sede de la conferencia de ese año; pero no solo fue eso, lo que usualmente era una conferencia de dos días, con presentaciones consecutivas de un montón de científicos frente a otro montón de personas de negocios, se convirtió en un evento de una semana, que comenzaría el lunes de la tercera semana de noviembre y culminaría el sábado por la noche con una espectacular gala.El cronograma fue entregado en las bandejas de correos de cada miembro de los laboratorios, especificando el día correspondiente en el que cada uno expondría los avances de su investigación.―Me toca el miércoles a la dos de la tarde ―mencionó Megan en voz alta, mirando el resto de las ponencias―. ¿Notaron que cada día hay actividades antes y después de cada exposición? ―preguntó con interés.
―Señor Karras, acaba de llegar el informe de asistencia de los organizadores del evento ―informó Calvin, tras leer el correo. ―¿Todos los invitados asistieron? ―preguntó Zeke, sin dejar de mirar su pantalla. Aunque estaba interesado en comprobar que todas las personas importantes estaban presentes, en ese momento tenía entre sus manos un proyecto que le robaba toda su concentración― ¿Huáng Kuan-yin se encuentra ya en el lugar? ―preguntó. ―Sí, señor ―respondió el secretario, mirando de nuevo la lista―. También se ha confirmado la llegada de Artyom Novikov. Según la gerencia del hotel, firmó su entrada el día miércoles y ha asistido a todas las ponencias desde ese mismo día. ―Excelente ―respondió el CEO, de manera mecánica. ―¿Excelente? ―indagó Calvin, frunciendo el ceño. Giró su cabeza para ver a Zeke, que continuaba concentrado en la pantalla―. También confirmamos que llegó el Pato Donald y Rico Mac Pato. ―Es una buena noticia, asegúrate que s
Nohemi había comenzado esa semana de relativo buen humor. A pesar de los nervios que iban en aumento a medida que la inauguración del evento se acercaba, siempre lo achacó a la expectativa de los buenos resultados y la promesa de la tercera fase de su ensayo clínico para el año siguiente. Sin embargo, cuando llegó el miércoles, casi todo se había esfumado dejando que la ansiedad creciente y la decepción se adueñaran de su cuerpo. El lunes confirmó que los Myers no fueron invitados a ninguno de los eventos, y a pesar de ello, conservó la esperanza de que Brian la acompañase a un par de lugares, como el coctel de bienvenida, la cena del día jueves y el baile de gala del sábado; no obstante, él le informó que, debido a los planes de expansión de Pharmyers, iba a viajar por todo el país, por al menos treinta días, comenzando el martes de esa semana. Por ende, no tenía tiempo para acompañarla al coctel del lunes. Su ausencia tiró por la borda todo el esfuerzo de l
Tyoma percibió un olor peculiar rumbo a los lavados, aunque era más correcto decir que había percibido con mayor claridad el perfume de piñas frescas bañadas con miel. Era un aroma agradable, atrayente, tentador.Lo había olido al entrar en el elevador, sin embargo, lo achacó a las cremas que las mujeres podrían haber usado; su olfato era demasiado bueno, tanto que podía volverse una pesadilla en el momento menos pensado.Pero cuando vio a la mujer pelirroja en la fila de los servicios femeninos, no solo comprendió que el aroma dulce y ácido pertenecía a ella, sino que adicionalmente había otro olor subyacente, uno que conocía muy bien, el aroma de la excitación.Gracias a su therion su sentido del olfato era excepcional, y tras haber disfrutado de cientos de mujeres en su vida, podía identificar sin equivocación cuando una hembra estaba necesit
Tyoma se enderezó al momento en que notó cómo su cuerpo reaccionaba a lo que acababa de decirle, frunció el ceño al verla; la piel sonrojada pasó de inmediato a un pálido espectral.No era el miedo que esperaba, ese que se parecía más a la timidez mezclada con vergüenza; la mujer frente a él estaba asustada de algo diferente.Era casi como si supiera…―Doctora Lund, ¿se encuentra bien? ―preguntó una voz masculina, interrumpiéndolos.Nohemi se giró en dirección al hombre y negó. Un brillo de alivió apareció en sus ojos.―No me siento bien, doctor Turner ―respondió con un hilo de voz, ella pensó que al menos no salió temblorosa―. Creo que bebí algo que me cayó mal.―¿Necesitas alguna medicina para el estómago? ―inquirió con interés, acercá
―Solo por hoy, Zeke, olvídate de buscar a esa mujer ―pidió Calvin, deteniéndose en las escaleras del avión privado que los llevaría hasta la ciudad donde se llevaría a cabo el evento―. No digo que lo olvides para siempre ―aclaró ante la mirada sombría y amenazadora que su amigo le lanzó desde su posición sobre la plataforma, desde allí se veía más imponente―. Solo por hoy, esto también es importante, incluso más importante que ella. Piénsalo, este proyecto cambiará la vida de muchas personas… podría cambiar tu vida… El tono solemne de su secretario fue un golpe de realidad, tenía toda la razón y no podía negarlo.En especial cuando Calvin continuaba rompiendo el protocolo para hacérselo notar.Sin importar que ellos fuesen amigos de toda la vida, ambos se comprometieron a que iban a trazar una línea muy clara entre ambos aspectos de su día a día; una cosa era el señor Wells, mano derecha del CEO Karras, y otra era Calvin, la única persona en todo el mundo que podía contenerlo y con q