- Ella no es buena persona, no quiere a su hermana, menos te puede querer a ti, sácatela de la cabeza - Se repetía Pablo una y otra vez. Y pensando en su tristeza, se quedó dormido. Se levantó sobresaltado, seguía siendo de noche, hacía frío en la terraza del hospital. Alguien abrió la puerta que daba a la terraza. Pablo se escondió, pensando que era una enfermera, vio a una mujer con un camisón blanco de hospital, con el pelo rubio largo y muy ensortijado caminar hacia el balcón. Pablo la reconoció, era Julieta, salió rápidamente de su escondite y fue detrás de ella.- ¡Julieta! ¿Estas mejor? - preguntó Pablo preocupado, mientras la agarraba del brazo para voltearla, al hacerlo vio su cara de tristeza, que miraba al suelo - Julieta ¿qué te sucede?- No me siento bien, Pablo - dijo Julieta levantando el rostro para mirarlo fijamente a los ojos - ¿Por qué me engañaste?- No lo hice, no fue mi intención, tu hermana me sorprendió, pensaba explicártelo, pero no pude, yo… - intentó excusar
Julieta estaba sumergida en una realidad sombría que le tragaba y le hacía sentir pequeña, estaba rodeada de oscuridad, y sentía ese silencio sepulcral que la hacía sentir más rechazada que nunca, la estaban obligando a vivir, cuando ella ya renunció a su vida, pero la forzaban a seguir respirando.Cansada de correr por la nada, cerró los ojos y dejo volar su imaginación, volvió a sentir la brisa suave del mar y esa sensación de paz infinita. Abrió los ojos y ahí estaba, en esa habitación que no era la suya, con ese camisón rosa pálido que tanto odiaba, pero que esta vez era diferente tenía un estilo suyo que lo dejaba precioso, se acercó a la ventana y vio lo que tanto añoraba: su mar. Salió rápidamente y recorrió aquella playa por largo rato aunque parecieron horas. Estaba tan feliz, con esa arena tan suave y blanca y aquella luna imponente sobre las olas que se agitaban sutilmente intentando alcanzarla como si quisieran besarla. Casi olvido por completo de porque estaba ahí y cuále
Se quedaron mucho tiempo así, solo abrazados sintiéndose. Fue un abrazo muy largo, de una ternura inmensa, de pronto Julieta tomó un caracol que había allí y se lo dio al muchacho.- ¿Y esto? ¿Para qué es? - preguntó intrigado el muchacho.- Es para que no te olvides de mi, para que nunca te olvides de esta aventura maravillosa que vivimos juntos.- Pues toma uno tu también-dijo tomando otro y colocándolo en su mano -Yo nunca te olvidare, y guardaré esto como un recuerdo de nosotros, tenga esto o no, no te olvidare nunca. Búscame en todas los lugares que vayas, especialmente en las playas, búscame siempre, quizá nos encontremos por casualidad ¿no te parece?. Creo que por algo los dos estamos aquí. Entre la vida y la muerte. Juntos.- Si está bien, lo haré siempre al igual que tu, esta noche será inolvidable. Gracias por hacer lo que nadie hizo estos últimos días; comprenderme.- Tu también me ayudaste mucho, me escuchaste y eso ya es una gran ayuda. De pronto comenzó a rasgarse el ci
- ¡Se fue doctor! - dijo una enfermera, mientras retiraba la mascarilla del rostro de Julieta, y se dirigían al pasillo para dar la mala noticia a su familia, pero en ese preciso momento Julieta abrió los ojos y respiró con fuerza, el doctor y las enfermeras se detuvieron para ver el milagro. Julieta comenzó a jadear, le costaba respirar por sola. Se revolvia en la cama agitando los brazos y aferrándose a los costados de la cama.- ¡Rápido mascarilla! ¡Coloquenle una mascarilla! Está volviendo del coma.Julieta estaba desorbitada, miraba a todos lados, se sentía rara al ver tantas caras a su alrededor, de pronto todo se volvía borroso de nuevo y la mascarilla no le servía pues comenzaba a faltarle el aire de nuevo. - ¡Doctor la perdemos de nuevo! - Con el choque eléctrico la revivieron de nuevo, esta vez Julieta se estabilizó, permaneció dormida, pero ya fuera del coma. Le aplicaron unos sedantes para que durmiera mejor. Julieta se sentía fatigada, ahora estaba en un lugar diferente,
Julieta observó la habitación sumida en la penumbra, tenía un aspecto muy vacío, como su corazón. Observo la ventana, estaba cerrada. Se levantó con un poco de esfuerzo, todavía estaba muy débil, le costó mucho bajar de la cama y casi se cayó al intentarlo. Al llegar a la ventana la abrió. Ahí estaba la luna, su luna, esperándola como siempre. Se acercó de nuevo a su cama. Estaba muy cansada. Fueron demasiadas emociones para un solo día. Antes de cerrar los ojos, abrió su mano de nuevo y encontró al caracolito, lo apretó con fuerza contra su pecho y sintió alivio. Luego se dio la vuelta y cerró los ojos. Al rato alguien entró en el cuarto, Julieta no lo sintió pues estaba completamente dormida. Se acercó a ella y la miro dormir pero ella despertó con el movimiento.- ¿Qué haces acá? - pregunto un poco asustada. - Estoy tan feliz de ver tus ojos de nuevo - intentó acercarse para abrazarla. - No te acerques ni un centímetro más. - exclamó asustada.Pablo se detuvo al borde de su c
A la mañana siguiente Julieta se levantó muy temprano, se vistió como lo hacia siempre para ir al colegio y bajó a desayunar. Todavía todos estaban dormidos. Se sentó a desayunar sola, y mientras esperaba a que todos bajaran, recordó todo el año que transcurría sin que ella pudiera detenerlo, le vinieron a la mente imágenes del colegio. Le molestaba mucho tener que volver, realmente no tenía ningún amigo que valiera completamente la pena. Le hastiaba tener que ver de nuevo a las monjas que no hacían más que meterse en su vida y fastidiarla.En el colegio todo fue peor de lo que se había imaginado. El grupo de chicas esnobs de su clase se la pasó burlando de ella por causa de su accidente y por la escuela había corrido el rumor de su escapada nocturna con Pablo y que luego este la había dejado por su hermana. Julieta volvió llorando a su casa. No tenía ni idea de cómo se había corrido el rumor, los únicos que sabían de lo que pasó eran ella y Pablo. - ¡Hija! ¿Por qué lloras? ¿Qué te s
A la mañana siguiente, se despertó temprano como siempre, al salir el sol. Se restregó los ojos y se estiró dulcemente en la cama. Pero no se levantó enseguida, se quedó remoloneando un momento más, observando los rayos tímidos de sol que entraban ya por la ventana que tenía a su izquierda. Una corriente de aire con olor a primavera ingresó por la ventana, haciendo ondear las cortinas blancas de gasa. El invierno ya estaba en el olvido. Ahora estaba llegando el reino de las flores. Era su estación preferida. Adoraba las flores. Sonrió. Era una mañana simplemente hermosa. Se levantó y se puso las pantuflas, fue al baño y se lavó la cara. Se cepillo los dientes e intento arreglar un poco su larga cabellera ensortijada. Imposible, se notaban las secuelas de haber dormido con el pelo mojado. Lo tenía sumamente hinchado. Desistió de la idea, le gustaba mejor así. Largo, rebelde e imposible de peinar. Y así como estaba, en medias y pantuflas y con pantalones cortos y camiseta, bajo a desay
Entró corriendo a su habitación y cerró la puerta despacio. Estaba segura que su hermana no la había visto. Cuando aseguro la puerta se recostó por esta y dio rienda suelta a su tristeza. Había dicho que no dejaría que le afecte. Entonces ¿Por qué le afectaba tanto? ¿Por qué le causaba ese daño? ¿Qué le había hecho? Se quedó allí, sentada en el piso de su habitación llorando por un momento. Hasta que decidió dejar de hacerlo. Había visto a la madre de Pablo mirando por la ventana y no pudo más que actuar rápido. Necesitaba salir de ahí porque tenía miedo de poner la vida de Juliana en riesgo y la de él también. Se dirigió al tocador y se lavó la cara. Se dirigió al armario y cogió lo primero que encontró. Unos jeans, una de sus remeras favoritas y eligió unas zapatillas deportivas especialmente cómodas. Tomó una de sus carteras cruzadas y la cargo de lo esencial; unas hebillas por si le molestaba el pelo, una pequeña libreta y una lapicera, siempre estaba preparada, porque la inspirac