Rodrigo
Lizzie se estremece en mis brazos, y sus ojos se abren de par en par. Sé que algo muy jodido le pasó de niña, y al parecer no lo recuerda. Claire tampoco ha querido decirme de qué se trata, pero a diferencia de ella, yo creo que Lizzie necesita saber.
—Anette… Anette es mi madre —dice y debo tener el horror reflejado en el rostro porque no puedo creerlo—. ¿Por qué lo preguntas, Rodrigo? ¿De dónde la conoces?
—Es el único nombre que sale de tu boca cuando tienes pesadillas —contesto.
Lizzie hace una mueca divertida mientras se levanta de la cama y camina hacia el baño como si yo acabara de decir una tontería mayúscula.
—¡Por favor, Rodrigo! ¿Crees que teniendo pesadillas llamaría a una madre que ni recuerdo? Es completamente ilógico, si mi subconsciente necesitara ayu
LizzieMe incorporo en la cama poco a poco, y estoy sola… o al menos eso creo. Sé que reconozco esta habitación, estas paredes color pastel «relajante» de hospital. Siento que me falta una parte, o tres partes, sería mejor decir. Una angustia muy grande me recorre el pecho porque no veo a mis hermanas. ¿Dónde están? ¡Deberían estar aquí! ¡Deberían estar bien! ¿Dónde están?Escucho el sonido de pasos que se detienen frente a la puerta y una voz extrañamente familiar que dice:—Es muy fuerte, estoy seguro de que se recuperará… pero las consecuencias han sido terribles. Su cuerpo llevará una cicatriz para toda la vida, pero la marca psicológica será más profunda y permanente si no se le trata adecuadamente… —aquella voz titubea y puedo escuchar mucha tristeza en ella—. Incluso si
RodrigoSalgo detrás de Lizzie, que parece a punto de volver a desmayarse de un momento a otro. No soy capaz de imaginar todas las cosas por las que ha pasado, pero sé que descubrir todo esto no es precisamente bueno. Ya hemos tenido demasiadas crisis emocionales en los últimos tiempos, y su confianza en el mundo está demasiado minada como para asumir también esto.Atrás quedan sus hermanas. Claire llora desconsoladamente, Arabella se debate entre abrazarla o no, y Sabrina solo mira por la ventana, con los brazos cruzados y los puños apretados. Pareciera que va a golpear a Claire de un momento a otro, así que le hago una señal a Diego.Lo veo entrar a la habitación, tomar en brazos a Sabrina y sacarla de allí sin que esa reina guerrera diga ni una sola palabra de protesta. Supongo que este ha sido un shock muy grande para todos.Lizzie atraviesa la estancia
LizzieCreo que han pasado dos meses… no estoy muy segura, el tiempo es un concepto que no me mueve últimamente.Regresé del hotel de la cosa dos días después de saber la verdad, pasé por mi hija y llamé a Ruben, y él hizo lo que mejor sabe hacer: darme un espacio lejos del mundo donde nadie me encuentre, ni siquiera Rodrigo.Esto no tiene nada que ver con él y lo sabe… o al menos espero que lo sepa. Lo cierto es que no estoy en posición ahora mismo de lidiar con nadie. Tengo demasiado rencor acumulado como para enfrentar a todos justo ahora. No puedo creer que Claire me haya ocultado todo durante tantos años. Mis hermanas han sido mi único pilar desde que nací, y cuando uno de esos pilares se vino abajo… sencillamente no he sabido cómo reaccionar.—¿Más café? —Ruben empuja hacia mí
Lizzie—Crees que venga —pregunto.—Por supuesto —me asegura Rubén—. Si fuera yo, estaría profundamente enojado contigo, pero Aitana es algo diferente, y sea como sea sabes que Rodrigo la adora. No creo ni por un momento que vaya a faltar un día como hoy.Respiro profundo intentando darme valor, demoré menos de tres horas en empacar mis cosas y las de Aitana y regresar a Francia después de aquella llamada de Mateo. Pero ¿cómo no hacerlo si ese dispositivo con el que he estado soñando durante meses por fin está listo?Vale decir que no ha sido aprobado por ninguna institución médica, pero estoy dispuesta a correr el riesgo. Mateo es un hombre con una inteligencia excepcional yo confío en él, además hasta este momento ningún doctor ha logrado hacer nada para que Aitana pueda recuperar la audición.Cualqui
RodrigoMis manos se cierran en puños cuando el doctor sale del quirófano para hablar con nosotros. Tengo tanto en la cabeza y en el corazón que no podría soportar una mala noticia, mucho menos si se trata de Aitana; sin embargo sé que todavía falta bastante para terminar la intervención, así que algo importante debe haberlo hecho a salir.—¿Los padres de Aitana? —pregunta el médico.—Somos nosotros —dice Lizzie, en plural, y yo no hago ninguna acotación.—Ya estamos realizando el procedimiento, sin embargo nos hemos topado con un pequeño inconveniente.—Usted dirá, doctor. —Me adelanto y siento que Lizzie me toma de la mano buscando apoyo.—No estamos hablando de una afección normal, ni da un dispositivo regular, estamos haciendo todo lo posible para que funcione, pero
LizzieAitana abre los ojos y es la imagen más hermosa que una madre puede ver. Hace dos días que la operaron, y por supuesto su primer despertar fue muy incómodo, sin embargo tanto los médicos como nuestra familia han hecho todo lo posible por distraerla y hacerla sentir mejor. Es difícil porque tiende a tocarse el pequeño aparatito que siente bajo la piel detrás de su oreja, pero dicen los doctores que eventualmente dejará de llamarle la atención.Hasta ahora su recuperación ha sido excelente, sin embargo yo no he logrado pegar los ojos. No solo por Aitana, sino por todo. Tengo una sensación extraña, ese presentimiento que aunque pueda parecer absurdo, me ha alertado de tantas cosas malas en la vida.En estas dos semanas no he podido hablar con Rodrigo, al menos no a solas y con tranquilidad, y la última conversación que tuvimos en el hospital me dej
RodrigoVeo que Lizzie se pone pálida. Sus ojos están llenos de acusación y de tristeza cuando me mira, y yo quisiera abrazarla, asegurarle que todo va a estar bien, celebrar con ella la maravilla que es que Aitana puede escucharnos, pero no puedo. Hemos pasado tanto los dos, que no puedo perdonarle la traición, al menos no ahora.—¿Por qué estás haciendo esto? —Me dice empujando el sobre contra mi pecho, y haciendo que lo sostenga—. ¿Por qué ahora? ¿Por qué el divorcio…? Es que no… no puedo entenderlo… no…Niega con vehemencia, su cabello se mueve y puedo ver cuán agitada está, pero nada de eso resolverá las cosas en este momento.—Me encantaría decirte que lo siento —confieso—, pero la verdad es que no. Debí hacerlo hace tiempo, o mejor dicho nunca debí casarme co
LizzieMe limpio las lágrimas porque la Emperatriz no es el tipo de mujer que le daría el gusto a un hombre de llorar por él. Miro el sobre que tengo entre las manos y le doy vueltas, sin saber exactamente qué hacer con él.Veo cómo Rodrigo se va, seguido por Mateo, que lleva el rostro ensombrecido por la tristeza; y por Diego, que si bien no ha sido el hombre más amado por mis hermanas, o mejor dicho, por Sabrina, cruza con ella una mirada y se descubren un poco decepcionados los dos.Los tres hermanos se van en los autos en que llegaron y yo me quedo con una sensación de vacío tan extraña que solo me hace rememorar, recordar un momento de hace muchos años, un momento de mi vida de joven, cuando los psicólogos finalmente consideraron apropiado decirme que no podría tener hijos.Es la misma sensación de desolación, de amargura, de tristez