La escapada fugaz

Me quedé con mis piernas elevadas en el sillón, el celular en la mano y los ojos bien abiertos. No noté que Marc había llegado hasta que estaba frente a mí. Levantó sus cejas y sonrió juguetón.

—¿Qué haces? —preguntó. Me enderecé y bloquee mi celular.

—Nada.

—Mmm. —soltó aire incrédulo y siguió su camino hacia el pasillo. Cuando pensé que se había ido, relajé mis hombros, y tomé el celular de nuevo. No me di cuenta cuando había vuelto, me lo quitó de las manos y se echó a correr.

—¡Dámelo! —exclamé, levantándome con

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