INCOMODA

SABRINA

Cuando estuve en las incubadoras con mis niñas pude ver aún más el parecido que tiene con su padre.

Tengo el presentimiento de que tendrán sus ojos, afortunadamente Fabio y mi hijo se irán en dos días y mis hijas no saldrán de las incubadoras hasta dentro de un par de semanas así que podré evitar por ahora que vean sus ojos.

Aunque no creo poder evitar que mi amiga los vea, ya que las adora y siempre está conmigo, qué escusa pongo para no quererla cerca de mis hijas, por supuesto que ninguna, Solamente le ruego a dios porque no se dé cuenta de que son sus nietas.

—Bueno, mamá, a ti te enviaremos a casa, puedes venir a diario a visitar a tus hijas, alimentarlas y en dos o tres semanas ellas también irán a casa contigo —me informa la doctora

—Gracias doctora, es muy amable —respondí

—Mamá yo buscaré el auto, Lucía y Fabio te ayudarán a bajar, los espero a bajar —mi hijo me dio un beso en la frente y bajo dejándome sola con mi mejor amiga y su hijo

—Te voy a ayudar a pasarte a la silla de ruedas —me indica Fabio y me toma en sus fuertes y bien trabajados brazos, para luego dejarme en la silla de ruedas con cuidado

—Listo ya podemos irnos —anuncia Lucía, quién estaba terminado de recoger las cosas

Fabio era quien empujaba la silla de ruedas hasta la salida. En el auto él volvió a tomarme en sus brazos para subirme al auto, luego los cuatro nos pusimos en marcha hasta la casa, donde nuevamente Fabio me ayudo a entrar a la casa.

Nos quedamos en la sala hasta que Lucía y Fabio tuvieron que irse, mi hijo fue el que me ayudo a subir las escalares hasta mi habitación.

—Mamá, de verdad no recuerdas ¿quién es el papá de las gemelas? —indagó mi hijo

—No, ya te dije que estaba muy tomada y cuando desperté me asusté y salí de ese lugar sin saber con quién me acosté —respondí y estoy segura de que me iré al infierno por mentirosa.

No quiero dañar la amistad de mi hijo y Fabio, tampoco mi amistad con Lucía, así que lo mejor es mantener la mentira

—Bueno, eso no importa ya, mis hermanas me tendrán a mí para cuidarla, Fabio y yo decidimos adelantar algunas materias, así que no vendremos en vacaciones.

Estudiaremos de corrido para poder regresar al país en dos años. Así estaré aquí lo antes posible para ayudarte con mis hermanas cuando comiencen el preescolar — me informa Mauricio

Por un lado, me agrada mucho que se vayan y no verlos en dos años y no es porque no quiera a mi hijo. Al contrario, es por Fabio, si las niñas se siguen pareciendo a él cuándo crezcan, no podré ocultarlo por mucho que él es su padre.

Pero, por otro lado, dos años pasan muy rápido y ellos regresarán y al ver a las niñas todos los días notarán el parecido con Fabio.

No sé qué es mejor, decirle la verdad ahora o espera dos años y pedirle a dios que no se den cuenta, porque tenía que tomar tanto ese día.

—Hijo, si es lo que quieres, sabes que siempre te voy a apoyar y estoy segura de que tus hermanas van a estar felices cuando regreses —respondo

—Eso espero soy su hermano mayor, deben adorarme —responde el muy atrevido

—Bueno, bueno, ahora necesito descansar, ¿me dejas? —le hablé a mi hijo

—Está bien, descansa hermosa —Mauricio me dio un beso en las mejillas y se fue

Los días fueron pasando, y aunque Fabio y mi hijo me llevaban todos los días al hospital para ver a mis hijas, al tercer día ellos tuvieron que irse y lo agradecí, ya que mis hijas abrieron un poco los ojos cuando las estaba amamantando y si sus ojos serán como los de su padre.

No sé qué voy a hacer ahora, porque no podían sacar mis ojos, tenían que ser una copia exacta de su padre que mala suerte tengo

Así el tiempo comenzó a pasar y Lucía, mi gran amiga, me acompaña cada día al hospital para ver a mis hijas.

Con ella no sé qué haré, sé que se dará cuenta tarde o temprano, yo preferiría que fuera tarde porque de verdad no quiero perder su amistad.

Desde que conocí a Lucía mi vida fue más alegre y llena de color. Ella me enseñó a sonreír de nuevo después de muchos años de amargura, si la perdiera ahora sería un golpe muy fuerte para mí.

Mis hijas al fin después de dos semanas fueron dadas de alta, Lucía me ayudo a llevarlas a casa, su habitación ya estaba lista, pero por ahora dormirán en mi habitación conmigo.

Están muy pequeñas y no quiero perderlas de vista en ningún momento. Lucía se quedó a vivir conmigo por los momentos. Ella dice que es para ayudarme con las bebas, pero sé que ella siente curiosidad por el padre de mis hijas.

Después de un mes de tener a mis hijas, ellas pasan más tiempo con los ojos abierto y mi amiga no deja de mirarlas cuando están despiertas, es como si lo supiera, pero no dice nada

—Amiga, ¿segura que no recuerdas quien es el papá de tus hijas? —pregunta Lucía sin dejar de observar a mis hijas lo que me pone los nervios de punta

—Ya te lo he dicho. Tome demasiado y no lo recuerdo, ni siquiera recuerdo como llegamos a ese hotel —respondo un tanto incómoda

—Deberíamos ir al hotel y preguntar ¿quién pago por la habitación? —comenta Lucía

—No tiene sentido, no voy a buscar a un hombre que ni siquiera conozco para que se haga responsable de mis hijas, es mejor no saber quién era —respondí

—¿Y que pasara cuando las niñas pregunten por su papá?—insiste Lucía

Y si lo he estado pensado, no sé qué pasará cuando mis hijas comiencen la escuela y vean que sus demás compañeros tiene padre y madre y ellas no, pero que puedo hacer decir la verdad y arriesgarme a perder a mi mejor amiga y que mi hijo pierda a su mejor amigo.

—No lo sé, lo resolveremos en su momento—respondo algo incómoda con el tema

Sé que debo decirle en algún momento la verdad a todos y tal vez lo haga cuando mi hijo y Fabio regresen. Sé que esta verdad no podre ocultarla por mucho tiempo, pero creo que debo esperar, Fabio y mi hijo terminaran sus estudios en dos años y entonces tendré que decirles toda la verdad.

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