KELLENCuando le pedí ayuda a Alexander King, obviamente no se negó. Me debía un favor demasiado grande, cuando lo ayudé con algunas armas, para salvar a su hermana de manos de un jodido cabrón, así que, aunque no quisiera hacerlo, tenía que saldar su deuda. Clark, uno de sus socios y amigo, fue el que nos ayudó a entrar al sistema de Chaim. Tengo que admitir que es un maldito genio.Por eso nos dimos cuenta de que Breen ya sabía todo, sobre todos y cada uno de ellos, incluso los muy pendejos, se atrevieron a decirle algunas cosas el día que se reunieron y el cabrón de Chaim, lo permitió. Ahí mismo, nos dimos cuenta de que Hugges y Stan, ayudarían a Breen. Sin duda alguna, sabe cómo ganarse a las personas.Además de que Acosta nos pasaba los informes, nos pudimos enterar de muchas cosas más. Clark intervino el móvil de Chaim, por si surgía cualquier imprevisto, pero por suerte no lo hubo.King nos propuso esperarlo sobre la carretera donde pasarían los autos que los llevaban al hangar
ADAMFinalmente, llegó la hora de hacerlos pagar. Ahora mismo me encuentro con una sierra en mi mano, y los ojos bien abiertos de Hoyt, al no saber qué parte de su cuerpo es la que perderá primero.—Dime, Hoyt, qué parte de tu cuerpo quieres perder primero, porque puede que no la uses, pero la vas a extrañar, eso sí que te lo aseguro, dime —camine lentamente hacia él—. ¿Quieres que empiece con un dedo del pie o un dedo de la mano?—No, por favor, no lo hagas, te diré todo lo que sé —miré a Kellen, quien parecía estar aburrido de escuchar las mismas palabras—. Les diré todo lo que sé, pero por favor no lo hagan.—Bien, habla —anunció Kellen con impaciencia.—Lo haré, si prometen que… —Lo callé, dándole un golpe en el rostro.—Tú no estás en posición de exigir una mierda, si no vas a hablar no lo hagas, pero no nos hagas perder el tiempo —miré a Acosta, quien se encontraba con nosotros dentro. Con una simple mirada le pedí que le sostuviera el brazo— no creo que de ahora en adelante vay
KELLENPero como siempre, el pendejo de Adams tenía que cagarla abriendo su maldita boca. En verdad quería callarlo de un golpe, pero esa pelea, le pertenece a Tatyana; por ahora, ya nos tocará terminar lo que ella empiece.—Yo no te causé ningún daño, tú accediste a hacer todo… —volvió a abofetearlo.—¡No lo hiciste! —habló entre dientes—. Tú eres el causante de todas mis malditas desgracias, eres el causante de mis pesadillas, de mis peores días, de todo, absolutamente de todo, y te juro que te haré pagar por cada una de ellas —gritó.—¿Cómo quieres empezar, Tatyana? —pregunté y ella sonrió malévolamente. Había visto muchas sonrisas de su parte, pero ninguna como estás— dime lo que necesitas para poder proporcionártelo—. Ella asintió.—Únicamente necesito una navaja, preferentemente que no tenga filo, quiero que sienta cada corte, quiero que sufra mientras le corto la polla, quiero que sienta lo que es perder los más valioso que tiene, tal y como yo perdí mi dignidad como mujer —ase
KELLENUna vez que terminamos con esos cabrones, por esta noche, obviamente, esperamos a que Acosta regresara, solo para escuchar una noticia nada agradable. Mientras llegaba a las bodegas, nos dimos una ducha. El olor metálico impregnado en mi ropa fue suficiente para querer quitármela de encima, además, de que es la sangre de esos hijos de puta.Necesitaba que Acosta llegara lo más pronto posible, para que me diera informes sobre Breen. Quiero saber que se encuentra en buen estado y lo que más deseo es hablar con ella. Quizá la vaya a ver por la mañana, ahora debe de encontrarse descansando. Ya después hablaré con Amina, para decirle que Breen se encuentra a salvo y ahora sí, podrán verse cuantas veces quieran.Escuchamos su auto y esperamos a que se estacionara y bajara de él. Su rostro no mostraba ninguna emoción, pero antes de hablar de Breen, primero pregunté cómo le fue en casa de los Adams; seguro que no esperaban esa sorpresa.—Acosta, ¿cómo te fue en casa de los Adams? ¿Reci
KELLENHoy, finalmente, nuestros invitados saldrán de estas celdas, para entrar a unas aún peores, ni de broma volverán a las calles. Prefiero verlos muertos, y en ese caso, morirán por mi mano, no por la de nadie más.Les pedí a mis hombres que los llevaran a una celda diferente, donde ya teníamos su vestuario listo, además de que las cámaras ya se encontraban preparadas y listas para grabar, y obviamente, la celda era totalmente diferente a la que se encontraban ahora.Los esperamos en la nueva celda, seguro que no querrán hablar, pero conocemos muchos métodos para que hablen y no creo que quieran que les causemos más daño.Uno a uno, fueron entrando, nos miraron extrañados, porque, en semanas, era la primera vez que les permitíamos darse una ducha, y de cierto modo, tratarlos con decencia, pero todo tiene una finalidad: si por mí fuera, ahora mismo se encontrarían como solo hace un par de horas.En cuanto estuvieron sentados y listos para dar su declaración, hablé para explicarles
BREENSeis años después…Aún recuerdo el día en que el video con la confesión de cada uno de esos… bastardos, llegó a la prensa, supongo que nadie podía creer que todo lo que decían era verdad, seguramente pensaron que se trataba de una broma de mal gusto, pero poco a poco, las denuncias en su contra no se hicieron esperar, y el escrutinio de la opinión pública hizo su trabajo más fácil.Ese día, Amina y yo lloramos hasta cansarnos, pero no por ellos, sino por la felicidad que sentíamos de saber que finalmente pagarán por todo lo que nos hicieron, tanto a nosotras, como a todas las mujeres que tuvieron la desdicha de encontrarse en su camino.Inclusive, Amina me explicó sobre Tatyana, la hermana de uno de ellos, al contarme su historia. De verdad que no lo pude soportar, fue terrible, más aún, porque lo de ella comenzó desde que era una adolescente. Por suerte ahora es una mujer llena de vitalidad, la he visto en portadas de varias revistas, ella no se dejó vencer, aunque al parecer
KELLENLa niñera caminó unos pasos detrás de nosotros, mensajeándose con alguien, quizá avisando a sus padres lo que estaba sucediendo, pero yo necesitaba más respuestas.—Y dime, James, ¿tus padres están trabajando? —negó.—No, solo mi madre, yo no tengo padre —fruncí el ceño y el corazón latió con más fuerza.—¿En qué trabaja tu madre? —se quedó pensativo, quizá es mucha información, pero enseguida respondió.—Ella da clases en un colegio no muy lejos de aquí, yo no tuve que ir a clases este día, es por eso por lo que me encuentro aquí hoy.—Ya veo —hay demasiada coincidencia—, ¿siempre has vivido aquí?—Sí, eso creo. Mis tías me han venido a visitar, al igual que mis abuelos.—¿Vives con alguien más aparte de tu madre?—Sí, con mi abuelo Cameron —no conozco ningún Cameron en la familia de Adam, así que quizá solo estoy alucinando.Llegamos a la pizzería y todos entramos, tomamos asiento y fui a ordenar. Lo miré a lo lejos, la niñera de James parecía estar hablando con él, mientras
KELLENConduje directo a la casa de Breen; esta vez me detuve frente a esta, caminé como si el maldito lugar me perteneciera y toqué el timbre. En cuanto la puerta se abrió, la cara de sorpresa de Breen, fue todo un poema.—¿No me invitarás a pasar? —pregunté con sarcasmo. Su cabello ahora era del mismo color que el de James, seguro que ayer usaba peluca.—Kellen, ¿qué haces aquí? —cerró rápidamente la puerta para que nadie me viera, pero no importa. Le daré una última oportunidad, quiero saber hasta dónde llegarán sus mentiras.—Tardé en encontrarte, pero finalmente lo hice, ¿cómo has estado? Al parecer, te va bien, tienes una modesta casa, ¿te casaste?, ¿tienes hijos?, ¿eres feliz? —No respondió ninguna de ellas, en cambio, me miró y la rabia la inundó.—¿Qué quieres, Kellen? No eres bienvenido en mi casa, así que dime lo que buscas, porque aquí, que yo sepa, no se te ha perdido nada.—¿Te encuentras segura de que no? —volví a preguntar.—Sí, bastante segura —respondió y negué con l