CLARIS:
Paso a paso, el bosque comenzó a ser menos extraño, como si las sombras se apartaran para dejarme entrar en un mundo al que nunca creí pertenecer. Había momentos en que sentía que mi cuerpo no sería capaz de mantener el ritmo. Quería demostrar mi valía, pero ante cada reto al que me enfrentaba, también surgía una sensación de vulnerabilidad que no podía ignorar.
Kieran me observaba en silencio, sin juzgar, pero tampoco deteniéndose cuando detectaba mis dudas. Esto era otro tipo de prueba, una en la que él parecía esperar que yo comenzara a entender algo que aún no podía poner en palabras. De repente, se detuvo en seco. —¿Qué sientes, Claris? —preguntó directamente. Cerré los ojos e intenté aclarar mis pensamientos. Sentía muchas emociones encontradas, peroKIERAN: Me había propuesto educar a mi Luna, pero tras un solo entrenamiento entendí que no tenía la paciencia necesaria para hacerlo. Claris carecía por completo de instintos lobunos. Nosotros, los licántropos, incluso en nuestra forma humana, conservamos la esencia de nuestro lobo: agudeza, fuerza, reflejos, olor. Pero en ella… nada. Atka rugía como un trueno en mi cabeza, irritado y frustrado. Nunca habíamos entrenado a nadie antes, ni siquiera lo habíamos considerado, no era nuestro deber. Siempre había delegado esa tarea a Fenris, mi Beta. Él tenía la experiencia necesaria y la moderación que a mí me faltaba. Pero ahora… No podía ni quería permitirle esto. No se trataba de desconfianza hacia Fenris. Sin embargo, conocía demasiado bien su lealtad y respeto por Claris. No sería lo suficientemen
CLARIS:Estaba asustada, no lo voy a negar. Nunca había sido cobarde en mi vida humana; sin embargo, este mundo sobrenatural al que pertenecía era demasiado grande y desconocido para mí. Por eso me aterró la idea de que me dejara con aquel extraño y temible lobo. Me esforzaría al máximo, pero junto a él, o al menos al lado de alguien de la manada. —Sígueme —me ordenó y echó a trotar por el sendero de regreso a la manada. Lo hice; solía correr y me gustaba. Todavía la oscuridad de la madrugada nos rodeaba, a pesar de que la luna llena brillaba en el cielo. Al llegar a una plazoleta, allí estaba la manada en pleno, entrenando bajo las órdenes de Fenris y Rafe. No nos detuvimos. Seguimos corriendo bajo sus miradas curiosas hasta llegar a donde estaban los cachorros y nos detuvimos. ¿Me iría a poner con ellos? Eso m
KIERAN:Había sentido el llamado de Elena, la loba Lunar Guardiana, y por eso dejé a mi Luna con los pequeños, ordenándoles que la trataran como a uno más de ellos. Pensé, durante un breve instante, que Claris iba a protestar, que su orgullo no aceptaría tal desafío. Para mi sorpresa, no solo lo aceptó, sino que lo superó con creces. Acalló las risas y las burlas de los adultos, quienes, al verla conectarse tan naturalmente con los más pequeños, sintieron una punzada de envidia que no pudieron ocultar. Esa conexión, al principio destinada únicamente a mí, debía surgir de manera tradicional en la ceremonia de presentación como mi Luna. Según las costumbres, el momento de unión seguía un orden jerárquico: primero los ancianos, luego los del consejo, después los lobos de la manada; a ellos les seg
CLARIS:Sus labios chocaron contra los míos, y por un breve instante lo olvidé todo: el frío de la madrugada, el cansancio del entrenamiento e incluso los tenues rayos del sol que se colaban por las cortinas. Su beso tenía esa extraña manera de recordarme que, aunque había una humana en mí, eso no importaba. Kieran era capaz de amar todas mis versiones. Cuando finalmente se apartó, fue con una lentitud que casi me hizo suspirar de nuevo. Abrí los ojos para encontrarme con su mirada intensa de color gris, que siempre parecía desnudarme, como si pudiera ver hasta el último rincón de mi alma. —¿Qué? —pregunté con una sonrisa temblorosa. Él inclinó la cabeza ligeramente, cambiando apenas de expresión, como si estuviera a punto de contar un secreto. —Hay algo que quiero most
KIERAN:Yo era un Alfa, y los alfas no ceden. No al instinto, no a los impulsos, y mucho menos a los caprichos de aquellos que todavía no entienden su lugar. Pero con ella, mantener el control era una batalla constante. Mi lobo rugía en mi interior, exigiendo que la poseyera como lo hacía un lobo con su Luna, marcándola, reclamándola, sin más explicaciones. Sin embargo, el humano en mí sabía que Claris aún tenía que aprender. No se trataba sólo de satisfacer su necesidad humana de amor. No iba a conformarme con eso. Ella debía entender que ya no era solo una mujer, ni siquiera solo mi compañera. Era una loba. Mi loba. Y para eso, debía enseñarla, hacerla comprender no con palabras, sino con el lenguaje que compartíamos los lobos. El lugar no importa cuando el vínculo es real, pensaba mientras avanzaba con ella entre mis brazos. Necesitaba que sus ojos entendieran, que su cuerpo reaccionara no porque yo se lo imponía, sino porque final
VIKRA:No sabía qué sucedía fuera de las paredes de esta cueva en la que el alfa Theron me había encerrado desde que llegué para advertirle de los planes de sus enemigos. Mi propósito principal había sido claro desde el inicio: encontrar la manera de acercarme a Claris. Convencerla de huir conmigo al mundo humano, donde estaríamos a salvo de todos los males que aquí nos acechaban.Desde aquella noche en que nuestras mentes se encontraron, estaba convencido de que éramos almas destinadas a unirnos. Esa conexión había sido tan pura, tan poderosa, que no dejaba espacio para la duda. Pero desde entonces, algo había cambiado. Nuestro vínculo, ese hilo invisible que nos había mantenido unidos, parecía haberse desvanecido. Día tras día intentaba alcanzarla, buscar su presencia en el vacío de la distancia, llamarla con cada parte de mi
CLARIS:Mi alfa me había mostrado una puerta hacia su mundo sobrenatural, mejor dicho, hacia “nuestro” mundo. Soy una licántropa con grandes poderes. No nací como loba; fui creada por la Diosa Luna y enviada para ayudar al alfa más poderoso, que resultó ser Kieran Theron, a restablecer el equilibrio. Ahora comprendía mi misión, mi verdadera naturaleza, y estaba aprendiendo lo que significaba ser una loba. No estaba aprendiendo de los adultos de la manada, quienes aún me observaban con recelo, sino de los cachorros, que me aceptaron sin prejuicios. Era con los más pequeños con quienes comenzaba a entender, paso a paso, lo que implicaba esta nueva existencia. Kieran había sellado a mi loba. Ella sabía perfectamente lo que era ser una loba, mientras yo, Claris, la humana, no lo comprendía. Quería que, a través del cuerpo de Lúmina, a
LÚMINA:Todavía los albores del amanecer no habían aparecido cuando sentí que me liberaban. Abrí los ojos lentamente, y allí estaba mi Alfa frente a mí, con una gran sonrisa dibujada en el rostro. Irradiaba orgullo y expectativa, una mezcla que me llenó de alivio y renovación. —Buen trabajo, mi Luna —saludó Atka, tranquilo, recibiéndome como un abrazo cálido dentro de mi mente—. Tu humana ya sabe lo que es ser una loba. Lo demás se lo enseñarás tú, como debe ser. Inmediatamente sentí a Claris conectada conmigo, su presencia flotando en mi mente. Cerré los ojos por un segundo, agradeciendo silenciosamente el tiempo que había necesitado para aprender. Me dirigí a Kieran, con atención completa, lista para saber qué venía ahora. —Gracias, mi Alfa. Te dije q