VIKRA:
Habíamos escapado de milagro. O, quizás, por el conocimiento que Sarah tenía del antiguo territorio del alfa Kieran. A pesar de todo, no podía borrar la desconfianza que me provocaba. Si de niña había sido capaz de traicionar a los alfas, de provocar la eliminación de aquella manada, incluso sacrificando a sus propios padres por su ambición de convertirse en la Luna, ¿qué no sería capaz de hacer ahora para conseguir lo mismo?
Había sido descubierta y rechazada por su manada. Era extremadamente peligrosa. Mi hermano Vorn, mi alfa ahora, había intentado convencerme de que lo que sentía por Claris no era más que el lazo familiar; al fin y al cabo, aseguraba que ella era mi sobrina. Pero no podía aceptar eso; no había encontrado su olor en Claris. Había algo más que iba más allá del lazo familiar.CLARIS: Cuando volví a tener conciencia, el silencio era abrumador, casi sofocante. Me tomó solo unos instantes darme cuenta de que mi loba estaba dormida. Aproveché ese momento y probé a tomar el control. Lentamente, abrí los ojos, aún insegura de lo que iba a encontrar. Al principio, todo fue confuso, pero luego lo vi. Estaba entre las patas de Atka, aunque no era él quien lo controlaba. Los ojos grises de Kieran se fijaron en mí, intensos y penetrantes. Su mirada era indescriptible; ya no estaba ese brillo cálido que conocía tan bien. Solo había un vacío insondable, lleno de duda y un dolor tan profundo que me atravesó. —Kieran —pronuncié su nombre, aunque no me quedó duda en ningún momento de que era él. Aun así, su mirada no se desvió. Sus ojos seguían clavados en los míos y comprend&
CLARIS: El sacudido de la transformación me despertó. Sentí cómo mi cuerpo recuperaba el control, pero aquella energía vibrante que me proporcionaba Lúmina había desaparecido. Era como regresar al tiempo en que no sabía que era una loba, cuando solo me consideraba humana. Al abrir los ojos, lo primero que escuché fueron los sollozos de mis gemelos, sus voces desesperadas pidiendo atención: tenían hambre. —Mamá, tenemos hambre, queremos comer —lloraban mientras me jalaban hacia la cocina. —¿No los alimentaron sus nanas? —pregunté con sorpresa, mientras mis ojos recorrían el entorno. Intenté comprender la situación; algo no estaba bien. Todo parecía extrañamente desprovisto de vida, el bullicio habitual de la gran casa del Alfa había sido reemplazado por un silencio qu
CLARIS:Luego de alimentar a mis hijos, me dediqué a hacer las tareas del hogar que, desde que me había unido a Kieran, nunca habían pasado por mis manos. Me repetía a mí misma que no sería tan complicado. Esto era lo que se suponía que hacía una mujer humana casada, ¿no? Subí las escaleras con determinación, decidida a cumplir con todo. Al principio, me sentí capaz. Limpié los baños, tendí las camas, pulí los pisos y pensé que estaba logrando algo, pero no tardó mucho en llegar la interrupción. —Mamá, tengo hambre. ¿Cuándo vamos a comer? —escuché a mi pequeño. Miré el reloj. La una de la tarde. Había pasado la mañana sumergida en estas tareas mientras los niños seguían sin recibir algo decente. Dejé todo y corrí con ellos haci
CLARIS:Atrapada en mi propio cuerpo, sin entender todavía lo que sucedía. Había estado buscando a Lúmina dentro de mi ser todo el día y solo encontré un vacío. ¿Cómo era posible que, a la llegada de mi Alfa, ella resurgiera como si nada? ¿Dónde había estado? Era nueva en esto de ser un ser sobrenatural. Sabía que mi Alfa era muy poderoso y, en varias ocasiones, había escuchado que tenía la capacidad de sellar al lobo de sus integrantes rebeldes como castigo. ¿Habría hecho eso con Lúmina? ¿O era una traidora mi loba? ¿Por qué no podía comunicarme con ella? Tuve que dejar de pensar para centrarme en lo que sentía. La desconexión entre mi loba y yo se volvió tangible, como si estuviera atrapada al borde de un precipicio invisible desde donde solo podía observar, pero jam&aacu
VIKRA: Después de escuchar el plan de mi hermana Chandra Selene y Sarah, mi primer instinto fue correr hacia donde estaba mi hermano Vorn y contarle todo. Pero sabía que sería inútil: era mi palabra contra la de mi hermana, en quien ahora él confiaba plenamente. En mí, en cambio, persistían las sospechas. Por más que intentara convencerme de lo contrario, no podía aceptar que Elena fuera su pareja destinada. Si ella no lo era, entonces ni Claris ni Clara podrían ser sus hijas. El aroma de Claris lo confirmaba, ese aroma que me atormentaba y me decía que era mi pareja destinada, aunque todos los demás lo negaran. Aguardé a que la noche cayera y, como cada día, corrí hacia el límite de la manda de Kieran Theron, esperando conectarme con ella. Aunque Claris nunca había respondido a mis llamados, la sentía. Esa energía, esa
KIERAN:El dolor me consumía mientras hacía el amor al cuerpo de mi Luna. Era un intento desesperado por no sucumbir a la locura. No podía aceptar que insistiera en rechazar su naturaleza, incluso después de todo lo que habíamos atravesado juntos, incluso después de haber formado una familia con nuestros dos hermosos hijos. Claris continuaba aferrada a su deseo de ser humana, resistiéndose de manera obstinada a aquello que fluía en su sangre. Tuve que ceder el control de mi cuerpo a mi lobo, Atka, porque ni siquiera el placer podía apagar el dolor que ardía en mi interior. La sentía, sentía su esencia, su voz, pero no estaba ahí. Esa no era mi Claris. Desde los rincones más oscuros de mi mente, escuché con desconcierto a Atka rechazar la súplica de Lúmina, la loba de Claris. Ella, su fiel compañera e inse
CLARIS: Kieran se había marchado, devolviéndome el control y volviendo a anular a Lúmina. No era justo para ella. No había cometido ningún error; todo era mi culpa. Intenté organizar mis pensamientos y tomé un baño rápido; el agua apenas lograba calmar la confusión que latía en mi mente.Necesitaba ayuda, necesitaba respuestas. Me dirigí apresuradamente a la habitación de mi guardiana, Elena, quien me había criado y siempre tenía la solución a mis dudas. Ella era la única capaz de ayudarme. Abrí la puerta esperando encontrarla, pero la habitación estaba vacía.Corrí hacia la habitación de Clara. Mi hermana era una Loba Lunar empática, la única que podía entender las emociones. Si alguien podía decirme cómo enfrentar a Kieran y Atka, era ella. Sin embargo, al abrir la puerta
KIERAN:La culpa me atormentaba. Había confiado en Claris, en su capacidad para cuidar a nuestros hijos, pero el estado de los cachorros hablaba por sí mismo. En silencio, escuché cómo le respondía a cada pregunta que Gael le hacía mientras inspeccionaba a los pequeños. Su tono era vacilante, lleno de confusión y miedo, pero algo en sus palabras me indicaba que no tenía respuestas reales, como si la cuestión fuera mucho más profunda.Gael, después de un rato de observarlos en silencio, se giró hacia mí. Su rostro, generalmente seguro, estaba cubierto de una sombra de pánico, y cuando habló, su tono fue grave, cargado con una urgencia que me erizó el alma. —Kieran, saca a Lúmina ahora mismo. No es algo que comieron. Es que están desconectados de su madre. Claris no solo te rechazó a ti al ne