Ana Sofía despertó en una habitación que no conocía, el techo y paredes blancas, bastante pulcras y con un fuerte olor a antiséptico, estaba un poco oscuro, su visión era borrosa producto del sueño. El dolor era tan fuerte que se vio obligada a levantar la cabeza para poder ver. Estaba en una cama, con sábanas desconocidas. El pitido de la máquina y el olor a sangre le produjo un vuelco en el estómago.Ella intentó apartar las sábanas, mas el mínimo esfuerzo le resultaba bastante doloroso, vio acercarse ese rostro desconocido y se echó hacia atrás un poco nerviosa, cuando de pronto lo escuchó llamar a un tal Patricio, este también se acercó y ambos se quedaron mirándola con interés.Vio los rostros de los desconocidos, sus rasgos tenían muchas similitudes, pensó, apesar de ello, no reconoció a ninguno. Darse cuenta de eso, la desesperó, no sabía si debía llorar o gritar, así que prefirió permanecer en completo silencio; porque sintió miedo de estar prisionera en su propio cuerpo, pris
Benjamín levantó la mano y con la punta de los dedos acarició suavemente el rostro de su esposa, en su interior tenía muchos sentimientos encontrados, rabia, tristeza, dolor, porque él permitió que eso sucediera, empezó a llorar sin dejar de sostenerle la mano.—Lo siento mucho, mi amor, te juro que nada de lo que escuchaste en esa transmisión era cierto… ¿Cómo no me vas a importar, si por ti he aguantado cualquier cosa?En ese momento los hermanos de Ana Sofía reaccionaron, Erasmo miró a su gemelo y lo reprendió.—¿Cómo se te ocurre traerlo aquí? ¿Acaso estás loco? ¿Quieres ponerla en peligro? —enfatizó indignado.Mientras tanto Patricio se acercó a Benjamín y se quedó viéndolo con molestia.—¡Aléjate de mi hermana! —exclamó con una expresión dura— ¿Acaso crees que te la mereces después de cómo la trataste frente a todo el mundo? Creí que eras lo mejor para ella, ahora lamento haberme equivocado, no eres el hombre que se merece Ana Sofía. Ella merece a alguien que la ame, la proteja,
—¿Qué ocurre? —preguntó Ana Sofía, aterrada ante el repentino giro de los acontecimientos.Benjamín no respondió, solo la miró con ojos llenos de dolor y tristeza, porque a pesar de todo lo que hizo para protegerla, era evidente que su esposa y su hijo aún estaban en peligro.—Espérame un momento sí, ya te explico —expresó el hombre saliendo de la habitación, miró a todos los lados para percatarse de que estaba solo.Fuera de sí, Benjamín salió del cuarto, ya las autoridades del hospital habían llamado a la policía, y estos se estaban haciendo cargo del hombre, por su parte él decidió llamar a Sirio. —Tío Sirio, soy yo, necesito hombres para proteger en la habitación de Ana Sofía, está viva y la encontré, alguien intentó asesinarla, al parecer estos enemigos, conocían que estaba viva y donde la traje —expresó sin dejar de sentirse preocupado.—Ya mando a un grupo para allá, mientras envío a buscar a los hombres que tenemos de confianza en Wollemia —. Un suspiro se escuchó al otro lad
Benjamín la sentó en la cama y también él lo hizo junto a ella, suspiró profundo al mismo tiempo que la tomaba por los hombros. —Escúchame bien, y lo que estoy diciendo no es mentira, sé que te suena a ciencia ficción, a historia rebuscada por quienes manejan la teoría de las conspiraciones, yo también lo creí así, cuando me lo comentaron… sin embargo, abrí la mente y comencé a investigar y encontré mucha información interesante, incluso me cuestioné, porque como todos estos años he permitido que me manipulaban como lo hacen con millones de personas en el mundo. Ella lo observó, suspiró y luego comenzó a hacerle pregunta, entretanto, pensaba que quizás debía escucharlo, no perdía nada. —Está bien, habla y cuéntame todo lo que sabes producto de esas investigaciones interesantes que has hecho ¿Y las razones por las cuales crees que lo ocurrido conmigo se relaciona de alguna manera? —Primero, debo decirte que nada de esto es cosa nueva, leí en algún libro que hace miles de años los mi
Ante el silencio de los presentes, el hombre con el emblema del águila real sigue insistiendo a sus compañeros para convencerlos de tomar el poder.«La mayoría de nuestros miembros tienen años en la organización, cualquiera de nosotros estaría más capacitado para dirigirnos, lo ideal es que elijamos democráticamente a nuestro líder, no podemos permitir que un recién llegado que no conoce el mundo, ni siquiera como funcione nos rija». Esta vez las palabras provocaron de nuevo murmullos entre ellos. Al cabo de un rato, tomó la palabra la persona identificada con el emblema de un castor.«Estoy de acuerdo con águila real, cualquiera de nosotros podemos tomar la dirección de esta organización, somos más competentes que cualquier recién llegado». Expresó ante la aceptación de la mayoría.Ana Sofía, cuando Benjamín entró a su despacho a la reunión con el grupo de la sociedad, también fue detrás de él, mientras escuchaba hablar vio los documentos contentivos de las reglas del grupo sobre el
Benjamín abrió la puerta de la habitación para que pasara Patricio, cuando lo hizo se quedó viendo a su hermana, quien estaba recostada en la cama con los pies cruzados, como si se tratara de una niña.—Hola, hermano, ¿Qué sucede? ¿Por qué tienen esa cara de susto? —interrogó la chica mirándolo con curiosidad.—Se me olvidaba que eras Doris —bromeó Patricio, aunque con su cara seria y ella lo miró con una expresión de aparente enfado.—Si me recuerdas puedo saber de qué se trata —expuso ella sin dejar de observarlo con curiosidad.—La situación es la siguiente, ¿Recuerdas que no eres hija de mi madre, sino del amor de la vida de mi padre? —le preguntó Patricio para esperar a ver su reacción.—Eso lo supe por Benjamín, él me lo dijo—respondió recordando lo que le había contado su esposo cuando le dijo como se conocieron y se casaron y las razones por las cuales le ocultó su identidad.—Bueno, el caso es que sospechamos, porque incluso tú antes de perder la memoria lo hacías, que muy po
Nada preparó a Genaro para ese duro golpe, sentía su corazón herido, le costaba creer que durante todos esos treinta años su vida fue una mentira, se pasó la mano por la cabeza con desesperación, sentía que su vida ya no tenía sentido.Lloró por lo que pudo haber sido, lloró por la vida que no pudo tener, por la mujer que amaba, lloró por esos hijos que creyó ser suyos y aunque los amaba como tal no lo eran. Patricio y Ana Sofía se sentaron uno a cada lado, tristes, por instantes arrepentidos de haberles revelado esa verdad. Hay momentos que uno no sabe si el menor mal es mantener una mentira para no hacerles daño a los interesados.No tenían palabra para consolar a su desolado padre, quien no hablaba, no se quejaba, no protestaba, solo se sumía en ese tenso silencio, mientras sus lágrimas bañaban su rostro de forma descontrolada. Lo vieron llorar hasta quedarse dormido en el sofá, en un sueño lleno de pesadillas, donde cuatro de sus hijos le eran arrebatados de sus brazos.Benjamín a
Estela no podía creer que esa verdad que ocultó por tantos años se hubiese revelado, sus manos empezaron a temblar, tenía miedo de su futuro, de la vergüenza frente a la sociedad, del desprecio de sus hijos, no podía negarlo, porque ante semejante prueba no tenía nada como refutarla, buscaba en su cerebro una justificación válida para haber engañado a Genaro durante esos treinta años y no la encontró.Genaro la miró con una mezcla de ira, decepción y dolor en los ojos. Siempre había sospechado que ella le ocultaba algo, pero nunca se habría podido adivinar esa verdad. —¿Por qué el engaño? Aún te hubiera podido justificar el hacer pasar tu primer embarazo como mío, sin embargo, no entiendo las razones para serme infiel con los otros chicos.Estela lo observó con ira, se le acercó de manera peligrosa como si quisiera brincarle encima.—Yo te amé, vivía por tus ojos, anhelaba ser tu esposa, me imaginaba casándome contigo vestida de blanco en el altar y que me mirabas con adoración ¿Qué