Nada preparó a Genaro para ese duro golpe, sentía su corazón herido, le costaba creer que durante todos esos treinta años su vida fue una mentira, se pasó la mano por la cabeza con desesperación, sentía que su vida ya no tenía sentido.Lloró por lo que pudo haber sido, lloró por la vida que no pudo tener, por la mujer que amaba, lloró por esos hijos que creyó ser suyos y aunque los amaba como tal no lo eran. Patricio y Ana Sofía se sentaron uno a cada lado, tristes, por instantes arrepentidos de haberles revelado esa verdad. Hay momentos que uno no sabe si el menor mal es mantener una mentira para no hacerles daño a los interesados.No tenían palabra para consolar a su desolado padre, quien no hablaba, no se quejaba, no protestaba, solo se sumía en ese tenso silencio, mientras sus lágrimas bañaban su rostro de forma descontrolada. Lo vieron llorar hasta quedarse dormido en el sofá, en un sueño lleno de pesadillas, donde cuatro de sus hijos le eran arrebatados de sus brazos.Benjamín a
Estela no podía creer que esa verdad que ocultó por tantos años se hubiese revelado, sus manos empezaron a temblar, tenía miedo de su futuro, de la vergüenza frente a la sociedad, del desprecio de sus hijos, no podía negarlo, porque ante semejante prueba no tenía nada como refutarla, buscaba en su cerebro una justificación válida para haber engañado a Genaro durante esos treinta años y no la encontró.Genaro la miró con una mezcla de ira, decepción y dolor en los ojos. Siempre había sospechado que ella le ocultaba algo, pero nunca se habría podido adivinar esa verdad. —¿Por qué el engaño? Aún te hubiera podido justificar el hacer pasar tu primer embarazo como mío, sin embargo, no entiendo las razones para serme infiel con los otros chicos.Estela lo observó con ira, se le acercó de manera peligrosa como si quisiera brincarle encima.—Yo te amé, vivía por tus ojos, anhelaba ser tu esposa, me imaginaba casándome contigo vestida de blanco en el altar y que me mirabas con adoración ¿Qué
Ana Sofía empezó a comer cuando salió su padre, pero la comida le sabía mal, no porque estuviera mal preparada, sino porque tenía una sensación acartonada en la boca, no podía estar tranquila, tenía una corazonada que le impedía relajarse, Benjamín la vio tan intranquila y como estaba a su lado tomó su mano y le preguntó las razones.—¿Qué sucede? Te veo inquieta como si no quisieras estar aquí ¿Te está preocupando algo? —interrogó Benjamín con preocupación, porque no le gustaba ver ninguna angustia en su mujer.—Sí, ¿Qué tal son esos hermanos míos? —antes del hombre poder aclararle lo hizo ella—. Bueno, te explico, Erasmo me parece bien y Horacio también, este último apoya mucho las decisiones de su gemelo, me refiero a los otros, a Tulio y a Montes, no sé, la sola mención de ellos me causa una mala sensación y una terrible inquietud.—A decir verdad, si me preguntabas unos días antes si confiaba en ellos, te habría respondido que en ninguno de ellos cuatro, aunque debo reconocer que
Genaro la observó con asco, por completo consternado ante las palabras de la mujer, era increíble el nivel de maldad y conspiración de Estela, sin embargo, esta fingió no haber dicho nada y actuaba como si ella fuera inocente y la tuvieran culpando de algo que no hizo.—Lo que quiero decir, es que tuve oportunidad de salir con cualquiera y te escogí a ti, ¿Para qué me sirvió? Si toda la vida has amado solo a la madre de la bastarda de tu hija y nunca me has complacido como mujer, siempre siéndole fiel a una mujer que nunca te amo, ni a ti, ni a tu hija, es que Ana Sofía, no inspira amor, hasta su adorado Benjamín la negó —espetó con malicia, sus palabras, produjeron una expresión de dolor en el rostro de Ana Sofía y eso hizo reaccionar a Genaro.—¿Cómo te atreves a hablarle de esa manera mi hija? —expresó Genaro, enojado—. Voy a hacer lo que debí hacer desde un principio, te vas a ir de mi casa y de mi vida. Y no quiero volver a verte nunca más.Entonces Genaro Celedón se dirigió a T
Ana Sofía observó a su esposo con una intensa mirada y de forma intimidante, tratando de hacerlo confesar, sin embargo, Benjamín no se sintió aludido, solo se sonrió, la agarró por la cintura y la haló hacia su cuerpo, para su buena suerte estaban solos. Los padres de Benjamín se habían ido, bueno su madre detrás de su padre quién decidió presentarle la demanda de divorcio y cuando esa mujer vio el libelo, estaba por completo aterrada, se quedó muda por varios segundos, para después delante de todos hacerle la confesión más romántica y emotiva que su hijo le vio hacer en su vida. Y el pequeño Alejandro había salido con su tío Patricio y su abuelo, además, le dieron el día libre a los empleados, por eso la casa estaba sola para ellos.—Entonces, Benjamín, ¿Vas a hacer votos de silencio? —pronunció Ana Sofía, al borde de perder la paciencia, y con una evidente expresión de molestia.—No, prefiero hacer algo mejor con mi esposa —respondió el hombre con tranquilidad.—¿Me estás diciendo l
Valeria se quedó viendo a Ana Sofía con los ojos bañados en lágrimas, el día que la vio por primera vez, quiso lanzarse en sus brazos y darle todo el amor que había guardado durante todos esos años para ella, y tener que contener esos sentimientos ha sido lo más doloroso.Ella entró sin mediar palabras, se acercó a Ana Sofía, la abrazó, llorando, desconsolada, Ana Sofía permaneció impasible, en completo silencio porque no sabía qué decir, ni siquiera como reaccionar. «¿Debería echarla? No creo, quizás debería darle oportunidad de que exponga sus razones» pensó, esperando a que sucediera lo que tenía que suceder.—Yo lo siento mucho hija, te juro que jamás quise hacerte daño, mas en esa oportunidad mi padre me dijo que si no me alejaba de ti, ella sufriría las consecuencias —excusó entre lágrimas.— Siempre te he amado, como no hacerlo si eres parte de mí… pensé en ese momento que estaba haciendo lo correcto. Además, creí que estarías bien con tu padre… por favor, Ana Sofía, perdóname.
Al escuchar esas palabras, Benjamín corrió tras de Ana Sofía, entró con ella al baño, le sostuvo el cabello, mientras la chica vomitaba todo lo que tenía en el estómago, cuando terminó, miró avergonzada a su esposo.—Lo siento, esto es muy asqueroso, me da mucha vergüenza contigo que tengas que presenciar esto —pronunció ella con una mirada triste.—¡Claro que no! No tienes nada de qué avergonzarte, eres mi esposa, ¿Acaso no recuerdas que debo estar en la salud y en la enfermedad? No solo en los momentos buenos, sino también en los malos —expresó dándole un beso en la frente, y ella un suspiro de alegría.La ayudó a levantarse, tomó el cepillo de diente, le agregó pasta dental y se lo entregó, cuando ella se cepillaba, Benjamín tomó un cepillo de peinarse, la peinó y le recogió el cabello.—¿Te sientes muy mal? —interrogó con preocupación.—Todo me da vueltas, me siento un poco mareada —respondió ella cerrando los ojos.—Lo mejor será que te recuestes un poco, yo voy a ir a preparar
Tal y como lo planificaron empezaron a cumplir con su papel de Cupido, su primer inconveniente fue cuando Ana Sofía se negaba a que Benjamín observara las mujeres que aparecían en la página.—¿Qué vas a hacer qué? —interrogó con una mirada peligrosa.—Voy a ver las mujeres que pueden gustarles a tus hermanos… —no pudo terminar, porque una enojada Ana Sofía le arrancó el celular de las manos.—¡Por encima de mi cadáver Benjamín! No tienes derecho a estar viendo ninguna mujer, así sea para buscárselas a mis hermanos, además, tú no conoces sus gustos —habló con tanta determinación que en un principio el hombre se sorprendió, porque su esposa era una mujer tranquila, casi nunca le hacía grandes escenas de celos, mas en ese momento, se observaba que estaba más furiosa que nunca.Se veía tan adorable, que él se carcajeó y ella se enfadó más, para calmarla la estrechó entre sus brazos de espaldas a él, y besó su mejilla, mientras la acunaba en sus brazos.—¿Está celosa mi esposa? —ella se ma