Al siguiente día no vi a Bastian, no mandó mensaje y tampoco marcó. Pasaron más días y parecía que había desaparecido, no sabía nada de él.
—¿Saben algo de Bastian? —pregunté mientras dejaba mi mochila en el piso.
—No. Te íbamos a preguntar sobre él también —mencionó Thomas
—Con eso de que ahora se la pasan muy juntos —Liam rio
—Yo pensé que ya vivía contigo —Los chicos rieron.
—Que graciosos son, eh...
No entendía cómo es que no sabían nada de él, ni siquiera Thomas que era su amigo desde la infancia.
—¿Cómo es que no saben nada de él? —pregunté molesta —Uno no puede desaparecer así, de la nada.
—Sí, sí puede —. Archie me
Tomé un lápiz y una hoja. Comencé a escribirRuiseñor, estoy perdiendo fuerza, motivación. Me estoy dando por vencida, por más que quiero pensar que de algo bueno saldrá después de esto, no puedo.Por más que quiero pensar, que volveré a ser feliz, me cuesta trabajo creerlo.Por más que trato no perder la esperanza, ya no puedo.Estoy llegando al límite, a mi punto de desesperación.Cargar con todo me está costando. Mis hombros me pesan, mi espalda está cansada, mis pies se sienten adoloridos de dar un paso más.Intento guardar la calma y seguir adelante; aunque duela, aunque me caiga o me canse pero, es difícil cuando no tienes alas; cuando no puedes volar alto y alejarte un poco de lo que ata aquí abajo. Se vuelve difícil para los que de
Al día siguiente, al despertarme me di una ducha, me puse lo primero que vi en mi armario y me cambié.Escuché que mi mamá hablaba con alguien pero no di importancia. La escuché subir con una persona, era claro que no era mi padre.—Tenía mucho que no venías —se escuchó la voz de mi mamá por el pasillo.Abrí los ojos y comencé a correr en mi habitación hasta aventarme a la cama pero, mis cálculos matemáticos fallaron y caí al suelo al lado de ella.—¿Estás bien? —Bastian y mi madre entraron a levantarme—Sí—¿Qué te sucedió hija?—Nada—¿Segura que estás bien? —mi madre tocó mi cara con su mano izquierda.—Sí —sonreí—Bueno —se l
Estaba segura que el ruiseñor ya no volvería a mí, esta vez lo había perdido.Pero de las siguientes palabras que mi mamá mencionó, abrieron mis esperanzas.—Está delicado. Se quedará toda la noche con el veterinario y mañana podemos ir a ver cómo está y tal vez podamos traerlo a casa.Asentí ligeramente.Entramos a la casa, mi madre me abrazó.—Lo lamento —besó mi frente —Todo esto terminará pronto—¿Cuándo? —la miré —Yo ya no puedo más mamáMi mamá retiró los cabellos que caían y cubrían un poco mi rostro —Ten paciencia y aguanta un poco más ¿sí?Esa frase "un poco más" era subjetiva, podía durar unas horas o años, yo no sabía si ten&ia
Lo traje de vuelta a casa, seguía delicado, pero era fuerte, el mismo veterinario lo dijo: "Creerán que yo hice mucho para salvarlo pero no, yo sólo lo medique y lo atendí, de él vinieron las fuerzas para seguir aquí." Mi mamá también estaba contenta de tenerlo nuevamente, la casa se sentía triste sin él, desde que lo encontré y lo salvé, dio luz en medio de una oscuridad, dio vida en medio de una tormenta, lo necesitaba y él me necesitaba.Al llegar a casa, subí las escaleras despacio, y lo puse en su casita delicadamente con mis manos. Faltaba poco para entrar a clase y debía ir, mi cuerpo me dolía pero, me dolía más ver a mi amigo en tan mal estado. Él era fuerte, sabía que se pondría bien, aun así, no quitaba el hecho de sentirme mal.Los golpes en mi cuerpo al caer y golpearme empezaban a notarse. Cua
Me gustaba pasar tiempo con mis amigos, sólo que últimamente pensaba mucho en el ruiseñor, me preocupaba demasiado, aún estaba delicado y aunque mi mamá estaba al pendiente de él y me informaba de todo, no era lo mismo a que yo estuviera cerca y pudiera cuidarlo aún más.—¿Ya te vas? —preguntó Bastian mirándome—Sí —me levanté y tomé mis cosas—Te acompañoAmbos nos despedimos de nuestros amigos y nos fuimos camino a casa pero, nos tocó la sorpresa de ver a Iker y su amiga esperando el bus. Teníamos que pasar frente a ellos para seguir nuestro camino y quería evitarme más especulaciones con él.—Espera —lo detuve con una mano—¿Qué pasa, estás bien? —Bastian se paró frente a mí—S
Bastian estuvo conmigo todo el rato, el silencio no fue incómodo, al contrario pudo decir más de lo que yo esperaba.Fuimos a casa, sin decirnos nada. Bastian jugaba con el ruiseñor, me causaba ternura verlo.—Ojalá te hubiese conocido antes—penséAntes de llegar a casa, Bastian tuvo que detenerse dos cuadras antes para que mi papá no pudiese verlo y así evitarnos problemas para ambos. Se despidió de mí y se fue. En el poco trayecto que quedaba antes de llegar, pensé en Iker, en lo que había dicho y en cómo tratado, tenía ganas de tenerlo frente a mí y cachetearlo, luego balancearme sobre su amiga, agarrarla de los cabellos, darle un tirón y golpearla hasta que se fuera al hospital.Miré al frente y observé el auto de mi padre—¿Él está aquí?&mdash
Abrí los ojos.La nube negra se acercaba más a mí, traté de subir los escalones rápidamente pero había una cadena que me impedía avanzar. Mis pies estaban hinchados, sangraban, estaban fríos y un poco morados, la argolla que rodeaba mi tobillo tenía al rededor picos, lo cual hacía que se introdujeran en mi piel. Gritaba de dolor, me retorcía de lo insoportable que era.El ruiseñor se encontraba en la ventana, miré a él por unos segundos, luego mis ojos se desviaron a una araña gigante que bajaba por la pared, era una tarántula Goliat pero, era tres veces más grande que su tamaño normal.El miedo me atrapó, no podía moverme quería gritar pero tampoco podía hacerlo.—Alanna muévete—escuché una voz decir. No era
Pasaron los días y no había vuelto a ver a Derek pero saber que él se encontraba aquí me hacía sentir extraña pero, de alguna u otra forma, sabía que en él encontraría respuestas.No pude concentrarme en las clases nuevamente, los problemas que tenía no se despejaban de mi mente y no hacía otra cosa más que pensar cómo solucionarlo. Es más que estresante vivir así, es asfixiante, te falta el aire poco a poco y caes más rápido de lo que puedes imaginar. Mi vida se consumía en problemas y más problemas.—¿Te sientes bien?—Janne se preocupó—Sí—respondí con una sonrisa—¡Hey Alanna!—Thomas alzó un poco la voz. Miré a él—Hoy viene Bastian y no exactamente a v