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Esa día por la tarde, Dorian, había llegado antes de las dos de la tarde como siempre a la mansión Tigre Azul, Alina ya lo esperaba en la puerta principal, el elegante hombre, bajó del auto con su costoso portafolios en mano, en la muñeca brillaba el reloj de ocho cifras que portaba

— ¡Mi amor, ya llegaste! pasa, ya los chefs tienen todo listo para que comamos — ese día la hermosa diseñadora , estaba de muy buen humor, hacía apenas dos días que le habían hecho una ecografía dónde les dijeron que los bebés estaban muy bien, lo malo es que no se habían dejado ver el sexo

— Hola, Cariño, dime, ¿cómo estás hoy? ¿cómo se han portado los bebés? — Dorian, le dió bien beso en los labios a su esposa

— Auch... cómo van estar, pateándome por turnos, apenas es mediodía y ya me tienen muy adolorida, ¿no habrá manera de que ya me los saquen?

Dorian, le cumplía a su mujer hasta el más mínimo capricho, pero ese en particular no podía complacerlo, el doctor dijo que entre más tie