Un mes para las bodas
Muy a su pesar, Michelle tuvo que marcharse, enfrentarse al Boss de la mafia americana, era prácticamente un suicidio, pero sus sentimientos por Renata eran sinceros, dejarla le podía demasiado

— Eleazar, eres un sapo, ¿por qué le llamaste a mi hermano? ¿Y cómo está eso que quieres cortejarme? ¡eso primero me lo debes preguntar, si no estoy de acuerdo no puedes obligarme, me rehúso, eres insoportable!

— Pues te aguantas y me soportas, Renata, démosle fin a esta guerra de perro y gato, ¿creés que no ví como me veías mientras me tomaban las medidas? si estuvieses tan enamorada de ese idiota, no lo hubieses hecho, yo también te gusto, no lo niegues

— No, bueno, yo... tenemos una pésima relación, Eleazar, ¿cómo puede haber algo entre tu y yo? además, papá, no me deja tener novio — a la traviesa jóven, se le ocurrió de pronto una idea para hacer desistir al mafioso — Haremos algo, si tú puedes conseguir que mi padre nos de permiso para ser novios, entonces aceptaré salir contigo

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