"A un paso de tu boca y sin poder besarla, Tan cerca de tu piel y sin poder tocarla, Ardiendo de deseos con cada mirada"
Nicole se permite sumergirse en el cálido y familiar aroma de la cocina mientras ayuda a Bianca a preparar la cena. El desorden que Alessandro causó parece ahora una anécdota divertida, especialmente cuando Bianca le cuenta el menú que Alessandro intentaba hacer. Musaka, lasaña y baklavas, todos sus platos favoritos. Nicole se siente conmovida. Y aunque no lo diga en voz alta, el gesto inesperado de Alessandro toca una fibra profunda en su corazón. Por ello, no puede evitar esbozar una suave sonrisa mientras mezcla los ingredientes con cuidado, sabiendo que, a pesar del desastre, él había puesto todo su empeño en hacer algo especial para ella, un gesto que nunca hubiese esperado antes.—Siempre ha sido algo torpe en la cocina —dice Bianca con una risita—, pero esta vez realmente quiso esforzarse. Me pidió ayuda desde temprano.Nicole escucha las palabras de la mujer mayor, y aunque se gira para ocultar su sonrojo y sonrisa, suspira con ternura, imaginándose a Alessandro esforzándose po
—Alessandro…— “yo, nunca quise irme”. Son las palabras que se dice a sí misma, pero que su boca se niega a pronunciar. El silencio que cae entre ellos, aunque breve, se siente espeso, lleno de cosas que no se han dicho y que ninguno de los dos parece saber cómo pronunciar. Nicole baja la mirada, sus manos entrelazadas delante de ella, sintiendo el peso de lo que acaban de compartir. Pero antes de que el silencio los consuma por completo, Alessandro da un paso adelante, su voz rompiendo suavemente la tensión que ha comenzado a formarse entre ambos. —Nicole… —comienza, sin quitarle los ojos de encima—. Antes, mencionaste que querías hablar cuando volvieras. Sus palabras son un recordatorio de la conversación que quedó en pausa antes de siquiera comenzar. La mención de ese tema parece traer de vuelta una sensación de incomodidad en Nicole, una que incluso la reciente confesión no le produjo, pero ella trata de no mostrarlo. En su lugar, su mirada se desvía un poco hacia el fondo de la
Luego de asegurarse de que Thiago se encuentra bien dormido, besa su frente y lo arroparlo con cuidado, caminando a la salido, Nicole cierra con suavidad la puerta de la habitación de su hijo. La sonrisa en su rostro refleja la ternura que siente al ver volver a estar con Thiago. Caminando por el pasillo, baja las escaleras lentamente, a esa hora ya todos se encuentran durmiendo, o por lo menos, se pone que debe ser así.Al llegar a la sala, encuentra a Alessandro sentado en el sofá, con papeles y carpetas esparcidos sobre la mesa frente a él. Su ceño ligeramente fruncido le dice que tan concentrado está mientras revisa los documentos. Nicole lo observa por un momento, indecisa sobre qué hacer. Su corazón late con fuerza, pero decide dar el paso.Con un andar silencioso, se acerca y se sienta a su lado en el sofá, casi como si aquella fuera una rutina normal entre ellos. En un gesto casi involuntario, toma una de las carpetas que él estaba revisando y echa un vistazo a los papeles. Al
El sol ilumina suavemente la cocina mientras Nicole se mueve con soltura sirviendo el desayuno. La calidez de la escena es tan notable que nadie con sentido común haría algo para romperla. Todo en esa mañana parecer ser diferente.—Mamá, ¿me enseñas a nadar? —Thiago deja salir su pregunta junto con una sonrisa que ilumina su rostro—. ¡Quiero entrar en la piscina!Nicole le sonríe mientras coloca un plato con tostadas delante de él. No puede evitar pasar la mano por el cabello de su pequeño en un gesto cariñoso, mientras escucha su entusiasmo. Alessandro, sentado al otro lado de la mesa, observa la escena con atención. Hay algo en la manera en que Thiago se emociona que lo hace sonreír por dentro.—No necesitas que tu mami te enseñe —interviene de repente—. Yo puedo enseñarte a nadar.Thiago abre los ojos de par en par, igual que su boquita para luego sonreír con fuerza emocionado por la idea.—¿De verdad? —pregunta con asombro, su mirada rebotando entre Nicole y Alessandro—. ¿Tú me en
—¿Qué…? —comienza a decir, pero la voz se le apaga, sin saber cómo continuar.Alessandro se pasa la mano por el cabello, claramente tenso y frustrado mientras da un paso hacia ella. Una vez junto a Nicole, la abraza con fuerza y hace que su rostro de contra su pecho mientras la abraza y le dice que todo aquello es un absurdo disparate.◊ El reloj marca casi las diez de la mañana, y Alessandro no ha dejado de moverse por la casa con pasos rápidos, como si la energía contenida en su cuerpo buscara escapar en forma de movimiento constante. Su teléfono no ha dejado de sonar, interrumpiendo aún más lo que había comenzado como una mañana tranquila. Cada vez que termina una llamada, su ceño se frunce más, su mandíbula se tensa, y una nueva oleada de ira contenida lo recorre.Nicole lo observa desde el sofá, donde está sentada mientras observa por momentos a Thiago quien se encuentra sentado en el piso mientras pinta. Se supone que ella ya debería estar en la oficina y Thiago debería estar e
Aún sintiendo la tensión en su cuerpo después de la salida abrupta de Alessandro, Nicole se gira hacia Thiago para invitarlo a ver una película juntos, pero, al hacerlo, se da cuenta de algo más. Bianca y Xavi están de pie cerca de la puerta, observando con una mezcla de diversión y discreción ante la situación que acaba de desarrollarse. Un leve sonrojo se apodera del rostro de Nicole, sintiéndose un poco expuesta al haber sido vista en un momento tan íntimo.—Bianca —dice con voz calmada, tratando de ocultar su incomodidad—, ¿podría preparar unas cotufas para Thiago, por favor?Bianca sonríe de inmediato, siempre dispuesta a ayudar.—Claro, ahora mismo las preparo, señora —responde con un tono suave, pero dejando ver su posición ante el respeto con el cual esa última palabra es mencionada. Xavi, por su parte, se mantiene en silencio, observando a Thiago que, solo observa a su madre con sus ojitos muy abiertoNicole camina hasta Thiago, acariciando su cabello mientras vuelve a tomar
Alessandro entra en la oficina de Donatella sin molestarse en tocar la puerta o dejar que anuncien su llegada. El aire en la sala se vuelve pesado desde el primer segundo que entra en la oficina. Un grupo de socios, todos con expresiones impasibles, están sentados alrededor de la elegante mesa de conferencias, discutiendo algún tema que solo con su presencia alcanza para volverse trivial. Y es que cuando su presencia se impone en el espacio, todas las miradas se fijan en él.Donatella levanta la vista de sus documentos, su mirada severa se encuentra con la de Alessandro mientras se quita sus anteojos. Por un instante, el silencio es absoluto, y aunque mantiene su compostura, algo en su postura revela que esperaba su llegada, pero no que esta llegara de una forma tan abrupta.—¿Qué mierda crees que estás haciendo? —Alessandro deja que su tono cargado de rabia deje en claro que está, ignorando deliberadamente la presencia de los demás en la sala.—Señores, ¿podrían darnos un momento? —s
Al momento de entrar en su oficina, Donatella espera encontrar un momento de calma tras la tensa conversación que acaba de tener con Alessandro, pero contrario a ello, lo que encuentra al cruzar la puerta de su oficina es a su hija. Thalia está sentada en su escritorio, su postura relajada y sus ojos fijos en los documentos que reposan frente a ella. Donatella se detiene un momento, mirando a su hija con una mezcla de sorpresa y desagrado.—¿Qué haces aquí, Thalia? —pregunta con el tono gélido que tanto domina mientras cierra la puerta a sus espaldas.Thalia levanta la mirada lentamente, sin prisa. Se reclina en la silla con un aire de desafiante diversión mientras se cruza de brazos.—Te estaba esperando, mamá —responde con calma, aunque hay una ligera corriente de furia controlada en su voz.—¿Y exactamente sobre qué quieres hablar conmigo? — cuestiona mientras se acerca a su escritorio a paso calmo.—Bueno, yo solo…quiero saber hasta cuándo vas a seguir entrometiéndote y jodiendo l