Si Nicole debe ser sincera, en ese preciso momento desea con todas sus fuerzas que Thalia no se hubiese marchado tan pronto como vio llegar a Alessandro, la idea de estar solo con él, en un entorno donde es el rubio quien tiene todo el poder no es una idea que le agrade totalmente. Pero también, sabe que no puede dejarse invalidar por Alessandro.Mientras Alessandro camina por los pasillos del piso superior, Nicole y Thiago lo siguen de cerca. Han pasado cinco años desde la última vez que Nicole estuvo allí, y, sin embargo, no puede evitar sentir como un escalofrío la recorre mientras observa el entorno, nada ha cambiado. Las paredes impecablemente blancas, los pisos de roble pulido y las decoraciones minimalistas todavía emanan ese aire frío y distante que siempre le hizo sentir que este lugar nunca fue su hogar sino un museo.Thiago, por su parte, camina con pasos pequeños, aferrado a la mano de su madre mientras sus ojos curiosos exploran cada rincón. Es un mundo nuevo para él, llen
Thalia se encuentra llegando a su casa, su cabeza todavía puesto en la petición de Nicole y pensando en cómo llevará el acercarse a Thiago sin decirle directamente quien es. Tan metida está en su propio pensamiento, que, al girar hacia el portón de ingreso, se sorprende cuando sus ojos captan de inmediato una figura familiar apoyada en el capó de un auto. Es Leonardo, recostado con los brazos cruzados sobre su pecho, su pose relajada y su mirada fija en la entrada, como si estuviera esperando que su sola mirada pudiera abrir la puerta de la casa.Cuando se encuentra cerca del hombre, baja la ventanilla de su coche. Thalia no puede evitar un instante de deleite ante la vista que tiene frente a ella. Al igual que siempre, Leonardo se ve despreocupado, su postura exuda confianza y un aire de peligro que la atrae y, al mismo tiempo, la irrita. La camisa azul ligeramente desabrochada, el cabello despeinado como si hubiera corrido con el viento, y esa sonrisa traviesa que siempre parece est
En el momento que la tenue luz de la mañana entra por la cortina y da sobre la cama, Nicole se despierta lentamente. Parpadeando un par de veces, tratan de enfocar su vista en el techo desconocido que la rodea. Su mente tarda unos segundos en recordar dónde está, y cuando finalmente lo hace, la realidad la golpea suavemente: la casa de Alessandro.Con un suspiro profundo, se incorpora en la cama y nota la suavidad de la seda de su pijama deslizándose por su piel. Y aquello que para muchos sería un sueño perfecto, a ella la hace sentir incómoda, fuera de lugar. No está acostumbrada a este tipo de lujos, a pesar de que en algún momento de su vida soñó con ellos. Mientras se sienta en la cama, se mira las manos y luego se pasa una por el cabello, arreglándolo un poco. La sensación de la seda es agradable, pero no puede evitar pensar que necesita algo más sencillo, algo que sea realmente suyo.Extendiendo sus manos a la mesa de noche, toma su liga y recoge sus cabellos en un moño alto y d
Nicole se pone de pie al ver a Alessandro entrando a la cocina, su expresión reflejando una mezcla de sorpresa y cautela. Aún sosteniendo los trozos del plato, lo aprieta entre sus dedos mientras lo observa, tratando de medir su reacción. Finalmente, decide hablar, aunque sus palabras salen con un tono que no esperaba usar tan temprano en la mañana.— Lo siento por el plato —dice, viéndolo fijamente, tratando de mantener la compostura—. Te lo pagaré.Alessandro la observa por un instante antes de responder, notando la tensión en su postura. Pero, en lugar de recriminarle, le resta importancia al incidente con un simple movimiento de cabeza.— No te preocupes por eso. Es solo un plato —responde con una suavidad que sorprende a ambos. Luego, da un vistazo a la cocina desordenada, notando las señales de que ella ha estado ocupada—. Pero, ¿por qué estás cocinando tú?Nicole duda un momento, sintiendo cómo sus pensamientos se arremolinan en su mente. No está segura de qué responder. ¿Deber
Mateo y Alessandro están sentados frente a frente en el despacho del rubio, el gran ventanal a la espalda de este, hace que el rubio se vea como un ser poderoso, Mateo está seguro de que esa imagen debe dejar impresionado y cohibido a más de uno, con él no funciona. Alessandro está en su silla, con los codos apoyados en el escritorio, mientras Mateo le entrega una carpeta.—Aquí tienes —dice Mateo, su voz neutral mientras observa a Alessandro abrir la carpeta y revisar el contenido—. Como lo sugirió, no hay duda de que el incendio en el departamento fue provocado. Los peritos encontraron rastros de acelerantes en varias partes del apartamento, y las pruebas confirman que alguien quería asegurarse de que cuando el incendio comenzara, ni Nicole y Thiago salieran de allí.Alessandro aprieta los labios mientras examina las fotos y los informes, su expresión endureciéndose. Finalmente, levanta la vista hacia Mateo, su mirada fría y calculadora.— ¿Y sobre las llamadas y los mensajes? —preg
Cuando Rosangela entra a la lujosa oficina de Donatella, lo hace con paso firme, su expresión reflejando la inmensa rabia que siente en ese momento. Donatella levanta la vista de los documentos que se encuentra revisando y la observa por debajo de sus lentes. El sonido de los tacones resonando contra el mármol del espacio le irrita. Pero, la expresión severa en el rostro de Rosangela le indica que algo serio está pasando.—Tenemos que hablar —declara sin mayores rodeos.Donatella cierra la carpeta de documentos con calma, cruzando las manos sobre ellos mientras la observa con interés. No es común que Rosangela se presente en su oficina sin previo aviso, y menos aún que lo haga con esa actitud tan confrontativa.—¿De qué se trata? —pregunta, su tono cuidadosamente neutro, aunque la curiosidad se asoma en su mirada.Rosangela avanza un paso más, sus ojos ardiendo con la furia que no busca disimular.—De Nicole Antonelli—dice, casi escupiendo el nombre—. ¿Cómo es posible que esa mujer es
Nicole camina lentamente por el centro comercial, mirando las tiendas con atención mientras mantiene a Thiago cerca de ella. La gente pasa a su alrededor, ocupada en sus propias compras, pero Nicole apenas les presta atención, concentrada en su misión de encontrar la ropa adecuada para su hijo y para ella misma. Sin embargo, la presencia constante de Xavi detrás de ellos la hace sentir incómoda. Finalmente, se detiene frente a una tienda de ropa infantil, pero antes de entrar, se gira hacia Xavi, quien la sigue de cerca. El hombre la mira mientras mantiene sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón y con una expresión impasible en su rostro. Nicole no puede evitar fruncir el ceño al observarlo. —¿Puedes dejar de mirarme de esa forma? —Xavi rompe el silencio, su tono más bien calmado, pero con un matiz de resignación y camaradería que no usaría delante de otros guardias de seguridad si estuvieran allí. Nicole lo mira fijamente, sin molestarse en suavizar su expresión de frus
Nicole se encuentra sentada en una de las mesas del McDonald's del centro comercial, en sus labios se mantiene una suave sonrisa mientras observa a Thiago correr y jugar en el parque de la sucursal. Como siempre, el pequeño se ve lleno de energía, riendo con otros niños mientras sube y baja por los toboganes. Cada vez que lo ve tan feliz, Nicole siente una sensación de alivio y ternura inundándola, Thiago es el lugar seguro de su vida.A su lado, Xavi se mantiene atento al entorno, sus ojos recorriendo el lugar con una profesionalidad que no ha perdido ni por un segundo desde que llegaron al centro comercial. Aunque la mayor parte del tiempo su atención está en los alrededores, de vez en cuando, su mirada también se fija en Thiago, observando al niño con una mezcla de vigilancia y curiosidad.Después de unos minutos, cuando finalmente parece convencido de que todo esta en calma, Xavi se permite relajar un poco su postura. La tensión en sus hombros disminuye, y se inclina ligeramente ha