Según el informe del médico, tanto ella como Thiago tendrían que quedarse internados por unos días más. En un principio no entendió la razón por la cual ella tendría que estar internada, pero cuando el hombre le entregó los resultados de los exámenes que le realizaron y le explicó que estuvo inconsciente por dos días debido al agotamiento de su cuerpo, guardo silencio al ver como todos los valores de su cuerpo estaban alterados y no de la mejor manera. El estrés de los últimos dos meses finalmente le había alcanzado.Un suave toque en la puerta la saca de sus pensamientos. Abriendo sus ojos toma un respiro profundo, al parecer ya toca su otra dosis de medicamentos.—Adelante— dice con tono suave mientras se sienta de mejor manera en la cama.La puerta se abre lentamente, revelando a George del otro lado. Al ver al mayor allí de pie, Nicole siente como la vergüenza se instala en ella, con toda la situación se había olvidado totalmente de George y de la forma en la que lo dejó plantado.
Sentado en el sofá de la habitación, Thiago está absorto en el teléfono de su madre mientras juega a armar palabras. Sus dedos se mueven rápidamente por la pantalla, pero su rostro muestra una concentración tranquila, ajeno a lo que sucede a su alrededor. El brillo del dispositivo ilumina su rostro, pero hay un cansancio oculto en sus ojos que revela lo agotador que ha sido todo lo ocurrido para él.En la cama, Nicole se recuesta mientras el médico la revisa por última vez antes de estar seguro de darle el alta. Aunque su cuerpo está más descansado. El médico, un hombre de rostro amable y gesto profesional, ajusta su estetoscopio y observa atentamente las señales de su recuperación.—Señora Antonelli, es necesario que recuerde lo que te digo —le indica el médico, con tono serio pero calmado—. Thiago ha inhalado humo y aunque ya está fuera de peligro, debe tener mucho cuidado con él en las próximas semanas. Evite que corra o haga grandes esfuerzos, porque eso podría dificultarle la res
Nicole siente como su respiración se vuelve pesada mientras contempla el desastre que quedó de lo que ella y Thiago llaman hogar. Las paredes están ennegrecidas por el hollín, y el olor acre del humo quemado todavía impregna el aire. El suelo está cubierto de cenizas, y lo poco que queda de sus pertenencias está destruido, carbonizado o reducido a cenizas. Los muebles son poco más que formas calcinadas, apenas reconocibles entre los restos del incendio.Cuando le pidió a Xavi que la llevaran hasta allí, lo hizo con la esperanza puesta en las palabras de Alessandro “incendio parcial”, si de verdad era así, hubiera algunas de sus cosas que pudiera salvar y enviar a un deposito. Una pequeña parte de ella había guardado la ilusión de que podría recuperar algunas cosas importantes. Sin embargo, al ver el estado de su departamento, esa esperanza se desvanece. Nada en aquel lugar se ajusta a “parcial”. Cada rincón está quemado, y la realidad de ello se hunde en su corazón, no queda nada de la
Al salir de su oficina, Alessandro podría haber esperado encontrar a cualquier persona, desde su asistente, hasta su secretaria a quien había dado la orden de retirarse temprano, pero que su mirada se encuentre con la figura de Juliet es una total sorpresa. La mujer se encuentra de pie cerca del ascensor. Algo en su postura, capta la atención de Alessandro. No sabe decir si es la rigidez poco común en su postura o la mirada perdida Juliet, misma que desentona con su sobriedad habitual, pero definitivamente, hay algo fuera de lugar en ella. Nunca la ha visto así, tan visiblemente alterada. —Juliet —saluda Alessandro con un tono profesional, deteniéndose frente a ella. Juliet forzó una pequeña sonrisa que no llega a sus ojos. Alessandro frunce ligeramente el ceño, ahora preocupado. Esta no es la Juliet que tiene tantos años conociendo. —Señor Bianchi… —responde ella, su voz suave, pero cargada de una tensión inusual—. Necesito hablar con usted… en privado, si es posible. Alessandro
Si Nicole debe ser sincera, en ese preciso momento desea con todas sus fuerzas que Thalia no se hubiese marchado tan pronto como vio llegar a Alessandro, la idea de estar solo con él, en un entorno donde es el rubio quien tiene todo el poder no es una idea que le agrade totalmente. Pero también, sabe que no puede dejarse invalidar por Alessandro.Mientras Alessandro camina por los pasillos del piso superior, Nicole y Thiago lo siguen de cerca. Han pasado cinco años desde la última vez que Nicole estuvo allí, y, sin embargo, no puede evitar sentir como un escalofrío la recorre mientras observa el entorno, nada ha cambiado. Las paredes impecablemente blancas, los pisos de roble pulido y las decoraciones minimalistas todavía emanan ese aire frío y distante que siempre le hizo sentir que este lugar nunca fue su hogar sino un museo.Thiago, por su parte, camina con pasos pequeños, aferrado a la mano de su madre mientras sus ojos curiosos exploran cada rincón. Es un mundo nuevo para él, llen
Thalia se encuentra llegando a su casa, su cabeza todavía puesto en la petición de Nicole y pensando en cómo llevará el acercarse a Thiago sin decirle directamente quien es. Tan metida está en su propio pensamiento, que, al girar hacia el portón de ingreso, se sorprende cuando sus ojos captan de inmediato una figura familiar apoyada en el capó de un auto. Es Leonardo, recostado con los brazos cruzados sobre su pecho, su pose relajada y su mirada fija en la entrada, como si estuviera esperando que su sola mirada pudiera abrir la puerta de la casa.Cuando se encuentra cerca del hombre, baja la ventanilla de su coche. Thalia no puede evitar un instante de deleite ante la vista que tiene frente a ella. Al igual que siempre, Leonardo se ve despreocupado, su postura exuda confianza y un aire de peligro que la atrae y, al mismo tiempo, la irrita. La camisa azul ligeramente desabrochada, el cabello despeinado como si hubiera corrido con el viento, y esa sonrisa traviesa que siempre parece est
En el momento que la tenue luz de la mañana entra por la cortina y da sobre la cama, Nicole se despierta lentamente. Parpadeando un par de veces, tratan de enfocar su vista en el techo desconocido que la rodea. Su mente tarda unos segundos en recordar dónde está, y cuando finalmente lo hace, la realidad la golpea suavemente: la casa de Alessandro.Con un suspiro profundo, se incorpora en la cama y nota la suavidad de la seda de su pijama deslizándose por su piel. Y aquello que para muchos sería un sueño perfecto, a ella la hace sentir incómoda, fuera de lugar. No está acostumbrada a este tipo de lujos, a pesar de que en algún momento de su vida soñó con ellos. Mientras se sienta en la cama, se mira las manos y luego se pasa una por el cabello, arreglándolo un poco. La sensación de la seda es agradable, pero no puede evitar pensar que necesita algo más sencillo, algo que sea realmente suyo.Extendiendo sus manos a la mesa de noche, toma su liga y recoge sus cabellos en un moño alto y d
Nicole se pone de pie al ver a Alessandro entrando a la cocina, su expresión reflejando una mezcla de sorpresa y cautela. Aún sosteniendo los trozos del plato, lo aprieta entre sus dedos mientras lo observa, tratando de medir su reacción. Finalmente, decide hablar, aunque sus palabras salen con un tono que no esperaba usar tan temprano en la mañana.— Lo siento por el plato —dice, viéndolo fijamente, tratando de mantener la compostura—. Te lo pagaré.Alessandro la observa por un instante antes de responder, notando la tensión en su postura. Pero, en lugar de recriminarle, le resta importancia al incidente con un simple movimiento de cabeza.— No te preocupes por eso. Es solo un plato —responde con una suavidad que sorprende a ambos. Luego, da un vistazo a la cocina desordenada, notando las señales de que ella ha estado ocupada—. Pero, ¿por qué estás cocinando tú?Nicole duda un momento, sintiendo cómo sus pensamientos se arremolinan en su mente. No está segura de qué responder. ¿Deber